Menasche con el Papa



Edición Impresa » 01/07/2015

El pintor y fileteador varelense Sergio Menasché (56) llegó
maravillado de su viaje a Italia donde fue invitado especialmente al
Vaticano para entregarle en mano a Su Santidad, el Papa Francisco, un
dibujo de su autoría que comenzó a hacer justamente el día del
cumpleaños del Pontífice.
«Todo comenzó de casualidad -cuenta Menasché- Era el 17 de diciembre,
yo pintaba un retrato del Papa Francisco y en la radio escucho que
justo ese día era el cumpleaños de él. Entonces como una forma de
asociarme al festejo, decidí sacar una foto y postearla en Facebook.
Al rato la foto tenía más de mil y pico de visitas, entre las cuales
estaba la de mi hijo, que a su vez posteó la foto a un amigo
diciéndole «qué lindo sería que mi viejo le diera al Papa la obra».
Ese muchacho cautivado por la imagen dijo que tenía el contacto para
que la pintura llegase al Vaticano, se contactó con una chica que
tenía contacto directo con Francisco y con Monseñor Karcher,
secretario privado de Francisco. Envió la foto y como respuesta,
Karcher encantado con la obra me dijo que me esperaba con la obra el
28 de enero para dársela en mano. Yo no tenía pasaporte porque no
estaba en mis planes viajar y no tenía dinero. Así que le dije esto a
la chica, y Karcher responde que entonces viaje para estar allá el 18
de febrero. Así que sí o sí tenía que viajar… Los nervios iban en
aumento. Saqué el pasaporte, conseguí un sponsor para poder viajar, y
presenté mi curriculum como para que quien me pagara el viaje supiera
quien soy y que estoy en esto hace 35 años», dice Menasché.

 

El viaje

 

Una vez con el pasaporte en mano y el viaje confirmado, surgió un
trámite muy burocrático con la pintura ya que en Ezeiza tenía que
declararla como que no era con fines de lucro, ya que tenía carácter
de patrimonio cultural porque es con el fileteado, también patrimonio
de la República Argentina y era un regalo al Papa. Fui y vine un
montón de veces a distintas oficinas hasta que por fin embarcamos sin
problemas.
Al llegar a Roma, en medio de un escándalo hermoso de nubes de varios
tamaños y colores como nunca ví, se abrió el cielo antes de aterrizar
y salió el sol. Llegamos, las calles estaban impecables con la lluvia
recién caída pero con cielo despejado. Tuvimos una bienvenida muy
natural. Fuimos al hotel que estaba a tres cuadras del Vaticano,
salimos y cuando llegamos justo el Papa oficiaba misa.
Esto ya es demasiado, pensé yo .confiesa Sergio- hasta que finalmente
después de tres días de haber llegado, el miércoles 18 de febrero le
entregué mi obra al Santo Padre. No recuerdo muy bien las palabras que
me dijo, pero me agarró la mano muy suavemente, observó con
detenimiento cada uno de los detalles del cuadro y en definitiva lo
que más me pegó fue que él dijo sentir que estaba hecho con el corazón
y que con el corazón él lo recibía…
Yo -sigue diciendo- que me pensé un montón de frases para decirle lo
único que atiné fue a explicarle que no lo tome como un acto de
vanidad, entregarle un cuadro con su retrato. Estoy completamente
alejado de todo eso, y simplemente lo quería agasajar en nombre de
todos los argentinos. Y cuando toqué sus manos sentí que tocaba a mi
familia, a mis amigos, las personas que se cruzaron en mi cabeza…
Estaba siendo bendecido y de hecho el Papa tomó mi mano y la mano de
mi hijo y bendijo las manos del pintor por mí y las manos del músico
por mi hijo. Fue algo impresionante. Y lo hizo de una manera tan pero
tan sencilla que fue la bendición de un hombre santo a un ser humano
común y corriente…quedé chochamente bendecido (risas). Después sus
colaboradores nos regalaron un rosario y ahí pegamos la vuelta a la
salida de esa descomunal plaza de San Pedro. Me fui entendiendo la
mística que él construye porque sabe quien es, sabe el poder que tiene
y así y todo es muy sencillo, tanto que pude ver y confirmar lo de sus
zapatos que siguen siendo los mismos que usaba cuando estaba acá en
Argentina. La luz del sol pegando en el Papa, multiplicaba su
santidad»,.


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