Murió Maradona, el que mejor lo jugó…



Sociedad » 26/11/2020

Tantas letras y palabras desbordan las páginas del mundo porla muerte de quien es y será el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos,por talento, por entrega, por carisma, por personalidad, brillante con lapelota en los pies como nadie antes y como nadie después. Será la vara alta eneste juego, inalcanzable para cualquier ser humano que quiera ser parte de estemaravilloso deporte, llamado fútbol.

“Se parece”, “tiene algo”, “es zurdo”, “mirá como le pega”, “esel mejor del mundo ahora”, “juega mejor que…”, pero no se verá jamás un jugadorde fútbol mejor que él. El deporte con más de 100 años de vigencia y pasión,hubieron antes, hubieron contemporáneos, y los habrá después… Se fue en el2020, histórico por la pandemia, porque hace diez años domina el fútbolmundial, otro argentino como Lionel Messi.

La cancha, la pelota, el potrero, la infancia, el recuerdo,tantas imágenes, pero se resumen en momentos, eso instantes que empujaron aMaradona al clamor popular que lo está despidiendo en este momento mientrasescribo estas líneas. Vistiendo la camiseta argentina, un pueblo golpeado porel rayo hiriente de nuestra historia, en el fútbol estaba el resguardo, y allíestaba Diego, junto a un grupo que representaba en la cancha todos los sueños,que empujaba por noventa minutos todos los males, hacía olvidar, los bolsillosflacos, el horizonte incierto, pero allí estaba en la cancha, regalandotalento, goles, pasión.

La herida de Malvinas estaba muy abierta, cerca, latente,presente, y cuatro años después llegaba el mundial de México 86, la SelecciónArgentina, Maradona y el cruce en cuartos de final con Inglaterra, todo unsímbolo. Sólo fútbol, como tiene que ser. Pero era imposible separar el corazóndel pueblo argentino futbolero, cuando todavía las lágrimas no se secaban porel conflicto en el Atlántico Sur. Y allí apareció Diego en plenitud, primero ensu arenga homenaje “vamos, hay que hacerlo por los pibes caído en Malvinas”;después vino la “mano de Dios” y paso siguiente el mejor gol de la historia detodos los mundiales… Allí quizás selló es vínculo con el pueblo futbolero, quehoy lo despide de forma multitudinaria. Después levantó la Copa del Mundo, sesubió a la cima del deporte. Cuatro años más Mundial de Italia, triunfomilagroso contra Brasil, eliminar a los tifosis italianos en la semifinal enNápoles, con un estadio San Paolo, hoy bautizado Diego Armando Maradona,dividido. La final perdida, el llanto...

Pero ya estaba escrito, su inicio como cebollita, losprimeros flashes que llegaron, que se multiplicaron y que jamás lo dejaron.Vistió camisetas como la de Argentinos, Boca, Barcelona y Nápoles, hacemos unpunto, llegó a un equipo del sur de Italia, cuando dominaba los equipos delnorte rico: Milan, Inter, Juventus. Maradona llevó al cielo al equipo Celeste,a la gloria, a los títulos, que no tenían antes y no tuvieron después. Idolomáximo de aquella ciudad, venerado más que un Santo. Cambió la vida y lahistoria de los napolitanos fanáticos del calcio. Después Sevilla, Newell´s ysu cierre con la camiseta de Boca.

Una tarde de 1996, hicimos la cobertura del entrenamiento deBoca con el diario Mi Ciudad, allí estaba Diego, verlo entrenar a pocos metrosde distancia, esperar que finalice la práctica para acercarle el grabador ycaptar algunas palabras; lo seguía, para no perder lugar ante tantosperiodistas. El entrenamiento terminó, Diego empezó a caminar en mí dirección,tenía listo mi grabador, se acercaba el astro del fútbol mundial, lo tenía cadavez más cerca y nadie de los colegas se acercaban. Lo tuve de frente, con todosmis nervios, con las piernas temblando, no sabía como arrancar, y recordé quetuvo un problema en su rodilla, y allí me animé y pregunté, me contestó; seguícon mis nervios y me equivoqué en decirle un día que no vino a entrenar, y élme corrigió sin enojarse, que había sido otro día, y siguió esperando misiguiente pregunta, y seguimos caminando hombro a hombro, él, el jugador mástrascendente de la historia del fútbol y yo, un joven periodista deportivo, ynadie nos interrumpió, todos los periodistas nos seguían por detrás, hablamoshasta llegar a su camioneta. “Gracias Diego”, apagué el grabador, él subió a sucamioneta y se fue a duchar el vestuario. No entendía por qué ningún periodistase había sumado a la entrevista y alguien cercano a él me dijo: “Diego nunca dala nota antes de ducharse. Después que se cambie y salga de vestuario atiende alos medios”. No solamente agradecí aquella entrevista, su trato hacia un joveny nervioso periodista, sino su generosidad aquel día. “No da la nota antes deducharse”, ese día conmigo lo hizo.

Yo emocionado, rebobinéla cinta un poquito y puse play para ver si estaba la vos de Maradona. Y allíestaba, la nota más importante que un periodista deportivo podía tener. La notasalió publicada, fue exclusiva, y sabía que tenía en mis manos algo tanhistórico e importante que iba a atravesar los tiempos. Hoy en el día de suadiós, bien vale recordarlo…


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