Por F. S.
El recordado Alberto Olmedo tenía entre su galería de personajes a un pintoresco dictador de un país llamado Costa Pobre. Cualquier semejanza entre el nombre de aquella república imaginaria, y el distrito de Florencio Varela, es pura coincidencia. ¿O no?
A juzgar por la percepción de su gestión y su visión del distrito que comanda hace dos décadas, Julio Pereyra se siente más cerca del Miami recientemente visitado, que del «distrito más pobre del Conurbano» que mentó durante años para referirse a Florencio Varela.
Producto de la tan transitada senda de la meditación -que ahora lo lleva a avalar la construcción de una ciudad espiritual en medio de la pobreza para nada franciscana dentro del distrito-, el Intendente varelense parece haber desarrollado el poder de convencimiento necesario para que la Presidenta de la Nación creyera en el mito de un municipio renovado.
En el XI Encuentro «Gobierno y Servicios Públicos 2012», realizado en el complejo Costa Salguero, de Costanera Norte, el intendente de Florencio Varela fue el encargado de abrir la jornada ante una nutrida concurrencia de mandatarios locales y latinoamericanos.
Pereyra habló de los problemas de la coyuntura actual a nivel municipios. «Antes, lo único de lo que teníamos que ocuparnos los intendentes era del ABL, el famoso alumbrado, barrido y limpieza, nada más. Y hoy nuestra función se ha complejizado muchísimo, y tenemos que hacer frente a un montón de nuevas problemáticas».
Más adelante, dedicó el consabido porcentaje de su alocución a la defensa de «El Modelo». Allí dijo: «Hace una década, yo tenía que tapar los baches de mi distrito con tierra, y hoy en Florencio Varela vivimos una realidad totalmente distinta, que de la mano de este gobierno nacional, nos ha permitido transformar el distrito».
Acompañado por el concejal Jorge De Rosa, un nutrido staff de colaboradores cercanos de todos los ámbitos en que se desempeña (la Municipalidad de Florencio Varela, la Federación Argentina de Municipios y el Consejo Nacional del Partido Justicialista), el varelense movilizó vehículos comunales plotteados con identificaciones de centros integradores comunitarios, y dependientes de la Secretaría de Salud.
Presidente de la FLACMA, la Federación Latinoamericana de Ciudades y Municipios, el Jefe Comunal varelense describió el pago chico que adoptó como propio como una tierra de promisión. Un discurso que saca del bolsillo cuando sabe que su público no tiene muchas chances de cuestionarlo, a falta de conocimiento fáctico del territorio aludido.
Cuando, en cambio, el varelense debe desplegar su rol de aglutinador de intendentes de la Tercera Sección Electoral, tal como hizo en la ciudad de Lanús en el mes de septiembre, y con el propósito de reclamar seguridad, el modelo de discurso elegido es otro. Allí, Julio Pereyra eligió tomar todas las múltiples funciones que deben desempeñar en la actualidad los intendentes, pero no para lucir sus dotes de Estadista, sino para adoptar un rol claramente lastimero y exigir apoyo al gobernador bonaerense, Daniel Scioli.
En su anterior edición, Mi Ciudad brindó un informe sobre la preocupación principal de la administración de Pereyra, situada en los problemas de seguridad que atraviesa el distrito, y que luego fue replicada por la revista política provincial «La Tecla».
«Para resolver el problema de la inseguridad es necesario aceitar la relación de los municipios con la Provincia», fueron declaraciones recogidas por La Tecla, y brindadas por Pereyra. Además, aseguró: «El reclamo viene creciendo por el tema seguridad, y por eso nos juntamos para buscar herramientas diferentes y discutir un plan integral, porque debemos tener en cuenta qué hacemos con el alto nivel de reincidencia de los delincuentes, los elementos con que cuenta la Policía, o la situación del Servicio Penitenciario, entre otras cosas».
Las preocupaciones que citó la publicación provincial fueron vertidas por un intendente que no sólo permitió la llegada de unidades penales a su distrito, y que no apostó a la reindustrialización, como sí lo hicieron Berazategui y Almirante Brown, o en menor medida, Avellaneda y Quilmes.
Fiel al estilo de tiranuelo de una imaginaria Costa Pobre, días después de la reunión por la inseguridad, y de haberse sumado a las críticas de manifestantes de un cacerolazo, el eternizado intendente varelense viajó a Miami para cumplir con la promesa de unas vacaciones que le había hecho a su hijo. Un cuadro de situación bastante alejado del de la mayoría de los habitantes del distrito, que lejos están de poder hacerse «una escapada» a la península norteamericana que aloja a Disneylandia, sólo para satisfacer el deseo de uno de sus hijos.
El diario de Yrigoyen
El poder de convencimiento del intendente varelense (que aseguró a la revista Desafío: «Me acerco a un estado de armonía y felicidad que me ayuda a pensar y a disfrutar», en su Edición Nº 52), alcanzó a la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner.
Casi como si a la Jefa de Estado le escribieran su propio «Diario de Yrigoyen», en el encuentro con intendentes realizado en el Museo del Bicentenario el 17 de octubre último, las declaraciones presidenciales resaltaron la figura de Julio Pereyra y la situación alentadora del distrito.
Así, en el acto del «Día de Lealtad» (donde muchos se preguntaban qué hacía Julio Pereyra, leal a Carlos Menem en los ’90, a Eduardo Duhalde entre 2002 y 2003, Delasotista en el interregno de búsqueda de candidato presidencial previa definición por Néstor Kirchner, y luego kirchnerista a ultranza), Julio Pereyra se convirtió en el interlocutor elegido por la Jefa de Estado para abrir su discurso.
En uno de sus pasajes discursivos, Cristina Fernández hizo referencia a la salud varelense: «La falta de hospital en Florencio Varela, y ahora el hospital El Cruce «Néstor Kirchner», que ha sido catalogado como el hospital público más importante de la Argentina», desgranó, retomando los contrastes antes mencionados por el intendente varelense.
Claro que el hospital El Cruce es de alta complejidad, y no todos los ciudadanos varelenses gozan de la posibilidad de ser atendidos allí, debiendo conformarse con el deficitario Hospital Mi Pueblo, que ya existía en 2003, aunque Julio Pereyra lo omitiera, y la Presidenta lo desconociera. Hospital, además, que fue provincializado durante la administración de Felipe Solá en la Provincia, pero que no permitió que se materializara el anuncio del Jefe Comunal varelense de poner a la vanguardia los centros de salud. Donde no se caen los techos (y así lo demostraron denuncias realizadas por ex concejales), existe una carencia de medicamentos, como en el Centro de Salud Villa Vatteone. Allí se puso en marcha el mamógrafo, a más de un año de la apertura del centro asistencial, y de la promesa de contar con el equipamiento. Tarde, pero seguro.
Más adelante, la Presidenta de la Nación retomó otras descripciones de contrastes realizadas por Julio Pereyra previamente. El poder de convencimiento del varelense volvió a mostrar todo su poderío: «En el 2002, Florencio Varela era catalogada como una ciudad dormitorio, porque la gente sólo iba a dormir, o se quedaba a dormir en realidad, porque no había trabajo. No hablemos de pavimentos, ni de cloacas, no había trabajo, no había fábricas, como vos bien señalabas (dirigiéndose a Pereyra), las escuelas eran comedores, los docentes no iban a enseñar, iban a darles de comer a los chicos».
«Y no lo digo porque hoy sea el país ideal», añadió Cristina Fernández. Y dijo: «De aquel país a hoy hay una distancia sideral».
Sin embargo, en lo que sí hay una distancia sideral, y esto se percibe claramente en Florencio Varela, es entre lo prometido por el mandatario local a lo largo de sus dos décadas de gestión, y lo realmente materializado.
Por un lado, está el ensanche de la avenida Eva Perón, que lleva un exasperantemente lento ritmo de avance.
A eso se suma la promesa de campaña electoral del año 2007, según la cual, para el 2011 el 80 por ciento del distrito iba a contar con redes de agua y cloacas; cosa que no ocurrió.
Por otro lado, en 2005 se habían colocado en la Estación Ferroviaria carteles con el logotipo de la Comuna y la firma del Jefe Comunal, anunciando que para octubre de 2007 estaría electrificado el servicio de trenes a Plaza Constitución. Lo que tampoco ocurrió, mientras que sí es necesario tomar dos trenes en lugar de uno, como antes sucedía, para llegar a Quilmes o Berazategui.
Uno de los «latiguillos» más recurrentes de Julio Pereyra es que una década atrás tapaba los baches con escombros. En 2011, y como lo publicó Mi Ciudad en reiteradas ocasiones, lo hacía con tierra. Eso, claro está, cuando las obras de bacheo se realizan.
Sin embargo, el encantador local no para de asombrar, y parece tener completamente convencida a la Jefa de Estado no sólo de las bondades de su administración, sino del paradisíaco lugar en el que posicionó al distrito que conduce.
Esta situación fue y es seguida de cerca por sectores «duros» del kirchnerismo, que no ven con buenos ojos lo que califican como «engaños de que es objeto Cristina Kirchner».
Para esos mismos sectores, en buena medida ligados al mariottismo, la figura de Julio Pereyra no se cuenta entre las que gozan de mejor mirada de los sectores de la renovación juvenil, algo que sí ocurre con los conductores de Avellaneda (Jorge Ferraressi) o Berazategui (Juan Patricio Mussi).