Vivir en el sur del Conurbano constituye un drama si de viajar se trata. Y ya se sabe que la mayor parte de los trabajadores varelenses deben hacerlo, porque sus fuentes laborales están fuera de la ciudad.
Así las cosas, cada mañana los vecinos del distrito deben enfrentar infinidad de inconvenientes para trasladarse a sus puestos de trabajo: largas filas en las paradas de colectivos, unidades abarrotadas de pasajeros, o trenes que desbordan de usuarios.
Justamente el tren debería ser la más fiel y cómoda de las prestaciones en materia de transporte público, como lo fue históricamente, dada su enorme capacidad de traslado en cada formación.
Sin embargo, el servicio ferroviario resulta un verdadero padecimiento en esta parte del Gran Buenos Aires.
Pero no es «el karma de vivir al sur», como entonaba Charly garcía en una de sus famosas canciones. Los servicios que unen Plaza Constitución con Alejandro Korn y con Ezeiza cuentan con formaciones totalmente electrificadas en toda su extensión, una frecuencia de viaje de no más de cinco minutos entre formaciones, y mayores comodidades de las que disfrutan los varelenses, aún cuando se trate de trenes con varios años de historia.
A los locales les quedan dos opciones: llegar a Témperley en un tren eléctrico y luego esperar el diesel hasta su destino final, o utilizar uno de los servicios semirápidos, que poco honor le hacen a su nombre, y que no son otra cosa que diesel con escala en menos estaciones.
Todas las promesas
A comienzos de 2005, la estación Florencio Varela apareció empapelada de carteles que anunciaban el inicio de las obras de electrificación para octubre de ese año. Nunca se cumplió esa promesa.
Tiempo más tarde, el servicio eléctrico llegó hasta Claypole, la última escala en el vecino partido de Almirante Brown, pero quienes bajaban en cualquiera de las estaciones varelenses debieron seguir teniendo que realizar un cambio de trenes.
Las promesas de electrificación llevan ya más de tres décadas, y lo más cerca que se estuvo fue la colocación de postes para soportar el cableado, obra que se realizó en los años 80.
Mucho más acá, en años recientes se puso manos a la obra en lo que a mejora de las estaciones se refiere. Se sumaron algunas presuntas mayores comodidades, que podrían ser fácilmente desmentidas si se observa cómo está la Estación Florencio Varela.
Claro que la elevación de andenes trajo consigo mejores vagones. Un avance que terminó complicando más a los usuarios.
Para los que van a Plaza Constitución Vía Témperley, la cosa no empeoró demasiado. Para quienes deben trasladarse a Berazategui, Quilmes, o estaciones intermedias, el problema se incrementó, dado que hay que tomar un tren hasta Bosques, y luego otro más. De electrificación en esos rumbos, ni señales.
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