Por F. S.
Cruzar la ensanchada arteria es una odisea para miles de vecinos que caminan por la zona, sobre todo para aquellos que sufren diversos problemas físicos.
El tránsito en nuestra ciudad es un caos en muchos aspectos y los automovilistas dan cuenta en forma cotidiana de esta situación: calles que en un corto segmento cambian dos, tres y hasta cuatro veces de sentido de circulación (la calle República, 12 de Octubre), puntos de congestión explosivos donde varias arterias confluyen en un solo lugar (paso a nivel de Entre Ríos/ Pringles, esquina de San Martín y Mitre), o inverosímiles maniobras para hacer lo que, en cualquier otra ciudad, demandaría cruzar una calle de 7 metros de ancho. Por ejemplo, llegar desde La Esmeralda a Eva Perón y tener que cruzar a Villa Vatteone Centro desde las calles Cabello, Díaz o Brown.
Pero a este pequeño muestrario de improvisaciones por parte de los responsables de ordenar el tránsito, se suman otros padecimientos que nunca son tenidos en cuenta: los de los peatones.
No existen estadísticas oficiales que den cuenta de la cantidad de lesionados en el marco de accidentes entre peatones y vehículos, bicicletas o motos y autos en todo el trayecto de la avenida Eva Perón, que fue nsanchada con una inversión millonaria del Estado Nacional, sin que el Municipio haya respetado los plazos previstos originalmente en las llamadas a licitación.
Al menos, las estadísticas no están en poder de la Dirección de Tránsito municipal.
Mientras se promociona una nueva etapa de la obra, en cada esquina en la que hay dos vecinos o más reunidos se escuchan críticas.
A la inversa de las prioridades en las crisis, son aquí las mujeres y los niños los últimos en tener la oportunidad de cruzar la calle.
A ellos se suman los bebés en sus cochecitos de paseo, los ciclistas, los abuelos, y las personas con discapacidad que deben valerse de muletas, andadores, o sillas de ruedas.
Los más atléticos son los que logran batir el récord de cruzar en apenas segundos los 30 metros de ancho de la ampliada avenida entre un vehículo y otro, y es que claro, los «descansos» que se ofrecen entre los carriles de uno y otro sentido, generan más temor que soluciones a los peatones.
Desde la cartera de Tránsito de la Comuna el argumento ofrecido es que «existen semáforos cada un cierto número de cuadras para facilitar el cruce».
Los vecinos consultados en cada uno de ellos aseguran que las luces que permiten el cruce no tienen el tiempo suficiente como para que las personas con mayor dificultad en su movilidad puedan completar el paso de un lado al otro de la avenida.
A eso se suman los cuestionamientos de quienes aseguran que, al permitir el giro en «L», la mayoría de los semáforos no cuentan con un tiempo exclusivo para los peatones.
Y esto se ve confirmado por el hecho de que casi no existen los semáforos peatonales en cada uno de los cruces existentes.
Como si todo esto fuera poco, el hecho de que para recurrir a un semáforo, quien se encuentre en un punto donde no lo hay, deba recorrer dos, tres o más cuadras, complica la cosas. Es que el distanciamiento entre uno y otro es muy amplio.
Los automovilistas, desde a otra vereda, rechazan la posibilidad de que se coloquen nuevos semáforos, acusando al municipio de no ser capaz de sincronizar el funcionamiento de los existentes en una «ola verde» como las que reinan en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Así las cosas, los puentes aéreos que podrían ser una solución en instancias intermedias entre uno y otro semáforo, no están en los planes de la Comuna, según reconocen desde Tránsito.
Un largo camino a casa
Algo tan sencillo como ir al almacén, al mercado o cualquier comercio al otro lado de la avenida es un problema. Para otros, la traza divide familias, como la de Mariela Godoy, que vive en Villa Mónica, y con su pequeño hijo en brazos (ya descartó el uso del cochecito), debe esquivar vehículos para ir a ver a la madre que vive en Mayol.
«Ella no puede venir, porque está grande y tiene algunas dificultades para caminar. No me la imagino cruzando la avenida. Pero a mí se me hace muy, muy difícil, porque los bebés son inquietos y hay que estar mirando para todos lados, o me tengo que ir hasta un semáforo y hacer toda una vuelta enorme», asegura la protagonista de esta odisea.
Emilce Molina es madre de tres chicos que cursan en la Escuela No 3. Frente al establecimiento hay un semáforo destinado a que los alumnos puedan cruzar sin inconvenientes. Pero claro, la mujer explica que no todo es tan simple: «Yo tengo que dejar todo lo que estoy haciendo, cerrar el negocio (tiene un pequeño polirrubro improvisado en su casa) para ver a los nenes cruzar, porque con semáforo y todo la gente no respeta. Es un peligro, y no hay personal controlando casi nunca».
¿Dónde están?
Un ejercicio simple para entender el escenario es repasar dónde están ubicados los cruces.
Desde el bajo nivel, a la altura de las vías, y donde existe la posibilidad de hacer un rodeo peatonal para unir las calles Lavalle y Cabello, hay que hacer 200 metros hasta el siguiente semáforo, ubicado en Quintana-Brown.
Este, al igual que el de Pueyrredón-Serrano custodian el paso de los alumnos del Instituto Santa Lucía.
De allí en más hay por delante 400 metros hasta la próxima luz: Bélgica-12 de Octubre, aunque allí confluye el tránsito de esas dos calles, junto al de los giros de las colectoras de la ensanchada Eva Perón, el de la calle Brasil y el de Río Carcarañá.
A 200 metros, un nuevo cruce une Montevideo- Bonn, y otros 200 metros más adelante, Cabildo-Dessy. 200 metros más adelante se ubica otro semáforo, el de San Nicolás-Tirana. Aquí se da una sucesión de opciones de cruce peatonal. En la salida de la avenida Novak y la calle Jáchal, y en 100 metros más adelante, en Cinco Equinas, donde confluyen Iguazú y Paysandú.
A partir de allí deberán pasar 400 metros hasta el próximo punto con luces verdes y rojas: Copenhage- Río Turbio, y 300 hasta París y Eva Perón, donde se ubica un nuevo semáforo. El siguiente está en la Escuela No 3, en La Haya- Eva Perón, 500 metros más adelante.
Y serán 600 metros los que los peatones tendrán por delante hasta el próximo semáforo, en Cariboni- Pisani.
En este último tramo del ensanche ya realizado hay un nuevo semáforo 300 metros después, en Eva Perón y Pompeya. Y otros 250 hasta Eva Perón y Moscú.
Cacheuta-Montovani completan el recorrido con un semáforo recién casi 600 metros pas