Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
La colectora de Sabbatella y Salatino, la amenaza de Ottonello y Zisuela y la posibilidad de perder.
2015 se plantea como un año muy movido para la política local, y muy complicado para el Intendente Pereyra. A la altamente factible nueva imposición por parte de los altos mandos del kirchnerismo de una lista colectora en nuestra ciudad, y su mal andar en las encuestas, el Jefe Comunal le sumó ahora el alejamiento de uno de sus compañeros históricos: el ex funcionario y vicepresidente del peronismo local Ernesto Bargas.
El tema de las “colectoras” no es para nada secundario. Por culpa de la división del voto oficialista entre la lista que él apoyaba y la que lideraba su ex concejal de confianza Héctor Salatino, Pereyra perdió las elecciones hace dos años, en la que fue su primera derrota a nivel local.
Y volviendo a Bargas, al otrora inclaudicable pereyrista se lo vió muy cómodamente sentado y con una amplia sonrisa en la primera fila del acto que el titular del AFSCA Martín Sabbatella realizó el mes pasado en Florencio Varela, para impulsar la candidatura de Héctor Salatino a la Intendencia. La reunión, que contó con alrededor de 400 personas, sirvió para marcarle la cancha a uno de los últimos Barones del Conurbano, aunque Sabbatella fue cauto al responderle a Mi Ciudad una pregunta acerca de si Pereyra “era un adversario o un compañero”. “Es parte del espacio político de la Presidenta”, contestó.
También tuvimos oportunidad de hablar con el Intendente sobre este tema. Y no anduvo con vueltas: “lo de las colectoras es hacernos trampa –sentenció Pereyra en declaraciones exclusivas a Mi Ciudad- No puede ser que vuelvan a autorizarlas. Lo lógico sería que fuéramos todos a las PASO y definamos un solo candidato a Intendente por el oficialismo. Les ofrezco eso: que vayamos todos a las PASO con los mismos candidatos a Presidente y Gobernador, a ver quién gana”.
Pero ese deseo tal vez nunca se concrete. Pereyra debió lidiar contra la lista colectora de “Nuevo Encuentro” en 2011 y 2013, y todo hace pensar que no será diferente este año. Habrá que ver si el viejo caudillo soportará este nuevo desplante presidencial o si, como se especuló hace no mucho tiempo, elige dar un portazo y pasarse al massismo, desde donde se asegura que ya lo tentaron con un puesto provincial.
Peronistas… somos todos
Mostrando su conocida cintura política, en las últimas semanas Pereyra se mostró con varios pre candidatos en diferentes actos, enviando mensajes confusos hacia el exterior, pero claros para el interior del kirchnerismo. Así fue que participó entusiastamente en la histórica quinta de Perón, en San Vicente, del lanzamiento de la agrupación “La Ramón Carrillo”, que impulsa la candidatura de Scioli a la Presidencia, junto al ministro provincial Alejandro Collia, y también de un encuentro con militantes de “La Cámpora” en Avellaneda, compartiendo escenario con Emanuel González, máximo referente de la agrupación en la Tercera Sección Electoral, quien destacó la “trayectoria y gran experiencia política” del Intendente.
Además, Pereyra recibió en Florencio Varela al presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez, y al Ministro Agustín Rossi, con quienes compartió sendos encuentros “de la militancia”, de los que también participaron los legisladores ad eternum Carlos Kunkel y Graciela Giannettasio.
Y en este rincón, la oposición. ¿Oposición?
El colectivo denominado “oposición” es cada día menos colectivo y más atomizado. Sobre todo en lo que respecta al Frente Renovador, cuyos concejales –salvo Dardo Ottonello- votaron junto con los ediles oficialistas el aumento de las tasas para este año, y la aprobación del presupuesto 2015. El argumento dado por Gualberto Ríos, Daniel Zisuela, Juan Olmedo y Romina Vega fue que “no se puede negarle al Intendente el instrumento para gobernar”. Habida cuenta de la cantidad de bancas del Frente para la Victoria en el recinto, si las matemáticas no fallan, los votos “renovadores” no hacían ninguna falta para que Pereyra tuviera todos los instrumentos y hasta una orquesta entera para gobernar, por eso no se termina de entender tamaño acto de sumisión.
Ottonello, que ve más cerca que nunca la posibilidad de alcanzar el sillón de Intendente, votó en contra en los dos proyectos.
Pero el persistente abogado tampoco tiene ante sí un camino repleto de rosas, sino más bien un sendero sinuoso y lleno de escollos. Zisuela tiene un gran argumento para pelearle el lugar de “hombre de Massa” en el distrito: la billetera del gremio gastronómico y el apoyo incondicional de Luis Barrionuevo, el mismo que inmortalizó aquello de que “tenemos que dejar de robar por dos años”. Ríos también aspira a la Intendencia, y organizó un acto en el mes que culminó, y si hablamos de Olmedo… Nadie sabe cual será el “equipo” con el que el hombre fuerte de la UOCRA local jugará el campeonato este año. Por si hubiera alguna duda, sus ya habituales pintadas en los paredones varelenses esta vez no hacen referencia a su adhesión a ningún candidato provincial ni nacional.
Los fantasmas de Pereyra
Tres son entonces los principales fantasmas que desvelan al Intendente Pereyra. El fantasma de la colectora de “Nuevo Encuentro”, que lleva la cara de Salatino. El fantasma de Ottonello, tal vez jugando su última chance de ir por el premio mayor, y el fantasma de Zisuela, con el apoyo de un gremio muy fuerte en la zona. Los tres, fueron sus ex funcionarios o ex concejales. Tal vez para reafirmar eso de que “no hay peor cuña que la del mismo palo”.
Como en 2013, cuando públicamente se decía una cosa, pero las encuestas verdaderas –entre ellas, la de Mi Ciudad- le auguraban la derrota que en definitiva llegó, Pereyra está preocupado. Y aunque no lo admita, siente que esta vez sí, puede perder ese puesto que abraza desde hace casi 23 años. Muchos de los que lo escuchamos hablar en su habitual discurso ante la prensa zonal, en diciembre último, logramos percibir una especie de acto fallido, cuando dijo que en 2015 tal vez haya no solo nuevo Presidente y gobernador, sino también un nuevo Intendente. Nunca antes había admitido públicamente la más mínima posibilidad de que ello fuera factible.
Quizás el muy grave trance de salud que debió pasar hace muy poco tiempo lo haya hecho tomar conciencia de que todo tiene un final.
Pero a la hora de contar los votos, será el pueblo el que diga si quiere o no seguir prolongando su extenso mandato.