ENTREVISTA

Dante Sbarbati



Entrevistas » 01/04/2015

Dante Sbarbati nació el 26 de diciembre de 1944, en el Cruce de Ranelagh. Está casado con Susana Carranza y tiene cuatro hijos: Dante, Diego, Andrea y Santiago, y un nieto. Además de estar al frente de la tradicional Optica Varela de nuestra ciudad desde 1982, durante décadas, se desempeñó como Pastor de la Iglesia Evangélica Bautista, desde donde desplegó una amplia acción comunitaria y ayudó a mucha gente a encontrar su rumbo en la vida, más allá de la religión. Ahora, además de atender otros negocios, trabaja como martillero, habiendo delegado el manejo de la Optica a su hijo Santiago. «Me gusta armar equipos, formar a la gente. No atarme a algo, sino dejar lista a la gente para que lo continúe», asegura.
Aunque dice que ya no actúa como Pastor, sigue acompañando a aquellos que lo necesitan, orando por ellos y también, incentivándolos hacia la búsqueda del conocimiento, que reiteradamente remarca como requisito fundamental para cambiar a nuestra sociedad. Con él dialogamos en una calurosa tarde del ya terminado verano.

 

-Háblenos de su infancia…


-Mi papá vino de Italia en 1923, porque allá había hambre, y entró a trabajar en la quinta de Cetra, en la Curva de Berraymundo. El fue horticultor toda su vida. Mamá era aman de casa, una mujer de campo. Tanto mi papá como mi mamá eran de la Iglesia Evangélica, muy creyentes. El era hijo de un seminarista. Después fuimos a una quinta de Berazategui. Mi papá comía del surco. Erramos una familia humilde pero digna. El andaba por los surcos y yo lo miraba por la ventana. Recuerdo que una vez vino el cartero y le entregó una carta. La carta decía que había muerto su padre. Pero él no podía volver a Italia. Lo mismo pasó cuando murió su madre. Yo tenía 6 o 7 años y le dije, «cuando sea grande, yo te voy a llevar». A los once años empecé a trabajar.

-¿En la quinta?

No. Entré a una ferretería en la Estación de Ranelagh. El dueño estaba buscando a un chico para trabajar y me tomó. Yo sabia que para salir adelante, había que estudiar. No hay posibilidades de crecer en la vida si no se estudia, no solo para conseguir un título, sino por el conocimiento, que es lo más importante. La Primaria la hice en Ranelagh y la Secundaria en el Mosconi de Quilmes. Dejé, pero después retomé los estudios, cuando en 1982 surgió la posibilidad de comprar la Optica Varela. Me recibí de óptico y fui creciendo, abriendo alguna sucursal…

-¿Por qué había dejado la Secundaria?

-Porque nuestra prioridad era que mi hermana se recibiera de maestra, y nos pusimos todos a colaborar para eso

-¿Cómo fue su juventud?

-Mi juventud pasó en Ranelagh… Yo andaba mucho en bicicleta. Me paraba frente a un chalet y pensaba que si alguien había podido tener eso, yo también iba a poder. Lo mío fue trabajar, sin olvidarme de crecer en el conocimiento. Yo tenía un primo, Mario Ferré, que es quien hizo la música del Topo Gigio, que me decía «invertí en cultura» Y lo hice, todo lo que pude, conmigo y con mis hijos, a los que mandé al mejor colegio que pude.

-¿Usted trabajó en AGFA cuando aún era FIFA?

Sí. Trabajé en FIFA, porque me llamó el Dr,. Vandenbroele. Yo no era nadie, armé una empresa de transportes con mi vehículo, un par de camionetas viejas… Y compré esta óptica sin saber lo que era un anteojo, Y me fue muy bien. Pero tuve que estudiar…

-El viaje a Italia se concretó mucho después…

-En 1982, yo tenía un rastrojero y lo vendí y le dije a mi papá «vamos a Italia», y lo llevé, 57 años después, como se lo había prometido cuando era chico. Ahí vimos a sus hermanos y sobrinos, fuimos al pueblito donde nació… Ibamos caminando por la placita del pueblo y apareció un hombre que había sido su compañero en la Primaria. Nos llevó a comer a su casa y había una viejita que se asomaba por una ventana. Le pregunté a mi papá quien era y me dijo que había sido una novia que tuvo antes de viajar a Argentina… Estuvimos un poco más de un mes. Y no quiso volver más.

-¿Cómo fue su labor como Pastor?

-Como vengo de abajo, mi objetivo era que la gente pudiera crecer, resolver conflictos. E hice una carrera, de consejero familiar, que empecé acá y terminé en Miami. En 1988 me llevaron a hacer una gira a Estados Unidos para que contara mi experiencia. Ahí me pasó algo que cada uno podrá interpretar a su manera… No soy un místico, sino un hombre de negocios. Estábamos en Pennysilvania, en una casa, con gente que no conocía, y al lado tenía un traductor. Un hombre bajito dijo que sentía que tenía que decirme algo. Yo no soy mucho de creer en esas cosas que «Dios me dijo»… pero le dije que sí, que me lo diga. Y me dijo: «Usted cuando vuelva a Argentina, Dios tiene un lugar preparado para Usted, un lugar muy grande, para que abra una Iglesia». En esa época teníamos una pequeña Iglesia en el Cruce de Ranelagh, con una escuela, jardín y primaria, con tres pastores, una iglesia tranquila, sin problemas… Y también me dijo que en ese lugar, en esa Iglesia, iban a pasar varias cosas. Le dije muchas gracias, que si lo que dice era así se iba a dar, y si no, no… Y me preguntaron si podían orar por mí. Les dije que sí. Al año siguiente, viene un hombre que integraba la sociedad del Cine Gran Rex, José Bermejo, a la óptica, a decirme que el cine no iba más, que querían alquilar la sala… Le dije que yo estaba al día, pero que me interesaba… Me dijo que no había problema… Justo yo tenía que irme a un congreso de iglesias en Mar del Plata, y cuando llegué allá hablé con el Pastor de la Iglesia que organizaba, le conté lo que había pasado… Me mostró su proyecto. Volví y me alquilaron la sala. Hicimos un plan de pago por las instalaciones y me dieron una cuota de alquiler muy baja y congelada. Se hizo un trabajo donde mi prioridad era la educación… Abrirles la cabeza, que sean pensantes y que después decidan lo que quieran con su vida. Abrimos la Iglesia, y ahí fue mucha gente de la calle que hoy son profesionales, gente que no tenía la primaria y la terminó. Y sí, pasaron algunas cosas .Una vez una mujer estaba internada con leucemia en Quilmes y ya no había nada que hacer. Y yo era pastor y oraba… Oraba con mi Jefe, que está arriba. Fui a la casa 40 días seguidos… Ella se curó. Sin explicación. Yo soy un hombre de hacer cálculos, al que no van a sacar de mis cabales emocionalmente hacia cualquier lado, pero estas cosas no tienen explicación. Como tampoco la tiene lo de 1988 en Pennysilvania. Y hubo muchos casos más.

-¿Hubo alguien que lo marcó en su vida?


-Desde chico me gustó hablar con las personas mayores. Y aprendí mucho de ellas. Cuando trabajé a los 11 años, le pedí al dueño de la ferretería que me descontara un camioncito que tenía en el negocio del primer sueldo, y, me dijo, «no gastés tu sueldo. Ahorrá, ayudá en tu casa»… Siempre intenté aprender de la gente grande.

-Sabemos que ustedes influyeron favorablemente en el destino de mucha gente. Recuérdemos alguna anécdota al respecto…

-Una vez en Neuquén me vino a hablar una mujer muy humilde, y me dijo que su hijo había viajado a La Plata a estudiar medicina, que no tenía recursos, si podíamos ayudarlo… Fuimos con mi señora a buscarlo, lo encontramos, lo trajimos acá, lo apoyamos en toda su carrera, se recibió, y fue como médico a la Guerra de las Malvinas. Armó una asociación médica evangélica en Neuquén y después se fue a Guinea Ecuatorial como misionero medico, donde inauguró una canilla, lo que allá es un acontecimiento, y abrió un Hospital. Trabajó en la ONU, hoy está radicado en Lisboa, y tiene su propia clínica. Hay muchas historias así, de gente que salió de acá y hoy está trabajando en el exterior.
Una vez había comprado una propiedad enfrente de la óptica, con un crédito del Banco Santander, y me había atrasado tres cuotas. Al mismo tiempo se había preparado un encuentro muy grande con el Pastor Annacondia, y me habían designado para organizarlo. Pedí el predio donde ahora está el Hospital El Cruce, y me lo dieron, pero tenía un problema. O me dedicaba al encuentro o a mi trabajo: como iba a pagar las cuotas atrasadas, si seguía descuidando la óptica, la presión familiar, mis cuatro hijos… Y me fui a caminar solo. Me puse a orar, de la forma en que lo hago, casi como una conversación con Dios. Y de repente me vino una voz, «vos ocupate de lo mío que yo me ocupo de lo tuyo», Me quedé helado… Empecé a preparar el predio para el encuentro, y a la semana me llamaron por teléfono, querían alquilarme esa propiedad.. Y el que quería alquilar era el mismo Banco Santander, que se quedó ahí siete meses. Con ese alquiler pude pagar las cuotas, mientras yo estaba en plena campaña, nueve horas por día, durante un mes, y hasta pidiendo que ahí algún día se pudiera levantar el Hospital… Hay que creer o reventar.

-Increíble…

-Yo creo en el ordenamiento divino. Las cosas funcionan de una manera, y no hay que cambiarlas. Si un hermano mayor es el que tiene que criar al menor, hay algo que no funciona. Si el padre está ausente no funciona la familia. Dios dio un esquema, para la familia y para la sociedad, para que las cosas funcionen. Por otro lado, la gente que viene a una Iglesia no tiene que irse contenta por haber oído un buen sermón. Sino con una solución. Una vez una mujer me dijo «Usted me pide que lea la Biblia, pero yo tengo al bebé acá, sin leche en la mamadera». A la gente hay que resolverle sus asuntos.

-¿Está contento con su vida?

-Muy contento. Tengo 70 años, una familia hermosa, mis hijos bien… En 2012 me detectaron un cáncer, me interné, estuve 56 días en terapia, 14 con respirador y una semana en coma. Llamaron a mi familia diciéndole que no tenía más posibilidades de vida, que ya estaba todo dicho. El Pastor Palaus armó una cadena de oración por toda Latinoamérica… Cuando me sacaron de terapia todo el personal me aplaudía, nadie lo podía creer. Y acá estoy, no sé por cuanto tiempo. Pero cuando abrí los ojos en Terapia, sentí otra vocecita,,, «Tenés muchas cosas. ¿para qué?» Y desde ahí empecé a ordenar mis cosas, a distribuirlas… Y no vuelvo más a ser Pastor.

-¿Qué le diría a Dios si lo tuviera enfrente?

-Gracias.

-¿Cree que el destino está marcado o lo hacemos nosotros?

-Creo lo que dice la Biblia, que Dios prepara de antemano los caminos que uno va a andar. El tema es una cuestión de fe, que significa certeza en lo que espero y convicción en lo que no veo. El que muere sin fe emprende un viaje sin nafta en el tanque… Lamento estar en un tiempo donde se levantaron iglesias que parecen más un negocio que una iglesia… No quiero fanatismos, yo participo en ceremonias de otras religiones, tuve una gran relación con el Padre Santolín, fui al Vaticano siete veces y tengo un gran respeto por todas las iglesias cristianas serias. Si alguien me convence de algo mejor, no soy fanático, estoy abierto.


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