ENTREVISTA

Héctor Romanelli



Entrevistas » 01/07/2015

Héctor Abel Romanelli nació en Merlo, provincia de Buenos Aires, el 21
de junio de 1935. A los 25 años de edad, sufrió un grave accidente al
caer de una moto Gilera, y estuvo 17 días inconsciente, pero salió
adelante.

Casado hace cincuenta años con Ana María Tassi, es padre del
científico e investigador del CONICET Gustavo Romanelli, y tiene tres
nietos. Uno de ellos a punto de recibirse de contador, y las más
chicas, en edad escolar, a quienes disfruta a diario cuando vienen a
visitarlo, traídas por Claudia, su nuera, a la que considera «una hija
más». Fanático de Independiente y de los tangos de Aníbal Troilo,
trabajó durante más de treinta años en el Banco Provincia, veinticinco
de ellos en la sede Avellaneda, y el resto en Casa Central, labor a
través de la cual se ganó un merecido prestigio y que le valió ser
Tesorero de Defensa y Justicia, la Sociedad de Bomberos Voluntarios y
la Cooperadora del Hogar de Ancianos de Florencio Varela. En Bomberos estuvo
con vecinos como Alfredito Scrocchi, Eguren, Polo Calvi, Amaranto y
Juan María Melzi. Cuando era pibe, conoció al gran goleador Arsenio
Erico, que vivía enfrente de su casa y el que, algunas veces, hasta le
pateaba algunos tiros que intentaba atajar cuando solo tenía siete
años de edad. Recuerda con gran cariño al Padre Juan Santolín «que me
mostraba los planos del Colegio Industrial antes de construirlo» y nos
habla con similar afecto del actual cura párroco, el Padre Marcelo,
que además es su vecino. Con él, dialogamos en su casa de la calle 25
de Mayo, de nuestra ciudad.

 

-¿A qué jugaba cuando era chico?

- Al fútbol y al básquet. En fútbol jugaba para el Club Juventud Unida
de Lincoln, de «cinco», y como era flaco me decían «Palito», por
Palito Garay, un jugador de Racing.

-¿Cómo fue que vino a Florencio Varela?

-Mi padre trabajaba en el Telégrafo Provincial. Cuando yo tenía 7 años
lo trasladaron a Lincoln. Ahí fuí a vivir hasta los 18 años. Terminé
el secundario allá. Y tuve de compañero a «Goyo», el Dr. Goyena, que
también había hecho conmigo la Primaria. El padre había sido comisario
de Florencio Varela, y él le avisó a mi papá que se había hecho una vacante
en el Telégrafo de acá. Entonces nos mudamos a Florencio Varela, en 1954. Mi
padre había venido a reemplazar a Maroni. El Telégrafo funcionaba en
la calle Dr, Sallarés: en la esquina estaba el almacén de Angarola,
siguiendo había un sastre, Marino, y donde ahora hay departamentos,
estaba el Telégrafo. Yo había empezado abogacía, pero se me presentó
lo del Banco Provincia y me dediqué al trabajo.

-¿Quiénes fueron los primeros vecinos que conoció?

- Una de las primeras personas que conocimos fue Cacho Sosa, que
trabajaba en el Telégrafo. Otros, Carlitos Caparé, Aquilano, Carlitos
Calvi,Villar, que era bioquímico, los Pagani…

-¿Cuándo llegó se incorporó a algún club?

-Sí. Muñiz, el esposo de la Negrita Gabia, me llevó a jugar al básquet
a Defensa. En el club jugaban también Tito Tomaghello, Goyena, Aurelio
Tambosco, Sala, Lule Ghio, Correa… Nos entrenaba un profesor de
Adrogué.

-¿Dónde estaba Defensa en esa época?

-En Av. San Martín, casi Vélez Sársfield, entre la peluquería de
Cameriere y la casa de la familia Garlatti. Los Garlatti eran muy
amigos míos y también trabajaron en el Banco. Tito falleció, pero
Chacho todavía viene a visitarme y a tomar mate cada vez que está por
Florencio Varela. Tiene un corazón muy grande. Cuando entré al Banco él fue
el encargado de presentarme a los otros empleados, y les decía a
todos: «este es un amigo del alma».

-¿Cómo eran las instalaciones del club?

-El salón de Defensa tenía cancha de bochas, cancha de básquet, un
billar, el buffet que atendía Mango Villota…

-¿Qué negocios había en la ciudad, además de los que ya nombró?

-El corralón de López, la ferretería de Bodega y Pérez, en la calle Sallarés…

-¿Cómo entró al Banco?

-Me fue muy bien en el examen y me dieron a elegir la sucursal entre
Avellaneda, Adrogué y Quilmes. Elegí Avellaneda porque yo soy fanático
del «Rojo», y después me tocó atender en el Banco a jugadores como
Bochini, Bertoni…Como ya me conocían, me dejaban los cheques para
depositar y se iban… Eran gente buenísima. Y me firmaban autógrafos
para mi hijo, que también se hizo hincha del club.

-¿Adónde iba a bailar en su juventud y con quienes?

-Ibamos a Villa Vatteone, al Club Varela, a Defensa, al Nahuel… Con
Goyena, y con un muchacho García, que vivía en la calle 9 de Julio.

-¿Cómo conoció a su esposa?

-La vi por primera vez en una representación de alumnas de baile de la
profesora Charlón. Ella estaba con una tía y yo, con Goyena. Pero esa
vez no hablamos. Al mes nos encontramos en un baile en Defensa…

-¿Le gustó cuando la vió?

-Y, sí. La ví y dije… «Es lindo Florencio Varela»… Le hablé y bueno… Después
nos pusimos de novios y más tarde le pedí la mano a mi suegra.

-Usted conoció al Dr. Sallarés…

-Sí. El Dr. Sallarés me mandó a una clínica de Buenos Aires para
operarme del estómago. Y me operó el hijo de un íntimo amigo de él. El
me había contado cómo se curó su úlcera: resulta que lo habían llevado
preso a la isla Martín García, por cuestiones de Política, y ahí la
comida era tan mala que él se tomaba un litro y medio de leche por
día… Así se curó, con leche de una vaca que él mismo ordeñaba. Era una
persona extraordinaria, si tenía que ir a atender a alguien donde no
había pavimento, iba con su cupé hasta donde podía y desde ahí lo
venían a buscar en sulky para seguir. Y atendía a todos. A los que no
podían pagarle, no les cobraba. Era buenísimo.

-¿Qué le enseñaron sus padres?

-A ser como eran ellos, tener su misma línea, ir del trabajo a casa..
Me enseñaron a cumplir con las obligaciones. A ser correcto, como se
debe, y a no faltar nunca al trabajo siempre que se pueda.

-Díganos la verdad, usted que es de Independiente y de Defensa. ¿Por
quién hincha cuando juegan entre ellos? Hace pocos meses Manuel
Echavarría nos dijo que entre Racing y Defensa se quedaba con los
Halcones…

-Y… Si Manuel dijo que se queda con Defensa, yo también. Porque es
local. Es el club donde me formé y viví… Es el único día del año en
que renuncio a Independiente.

-¿Está contento con la vida?

-Muy contento…

-¿Qué le diría a Dios si lo tuviera enfrente?

-Le pediría que me siga acompañando, que me haga vivir un poco más. No
entiendo a esa gente que dice que está cansada de la vida. A la vida
hay que disfrutarla, feliz y contento. Eso es lo que hay que
enseñarles a los más chicos.


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