Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
Su imagen todavía está fresca en la mente de los que, en la década del 70, concurríamos a ver a ese «primer» Defensa y Justicia. Rápido, habilidoso y goleador, fue un «wing» que marcó una época en aquellos tiempos de camisetas azules, cuando multitudes seguían la campaña del equipo por las canchas de la zona. También jugó en las inferiores de Los Andes y Quilmes, y en Atlético Pinto de Madrid, y Pilar de la Horadada, de Murcia, donde colgó los botines a los 43 años. Nacido en Florencio Varela el 27 de noviembre de 1952, hace ya más de dos décadas que Luis Briega Ferrero se radicó en el país de sus padres: España. De visita en nuestro pueblo durante el mes que terminó, Mi Ciudad entrevistó a quien fue uno de los pioneros de la etapa inaugural del fútbol de Defensa en la AFA. Casado con Ana, padre de Damián, Evangelina, Almudena y Laura, y con tres nietos, Luis entremezcla modismos ibéricos entre sus palabras, -que reproducimos textualmente en este reportaje-, recuerda con cálida nostalgia su niñez y juventud en estas tierras y disfruta cada momento en su querido suelo natal, donde no deja de recibir el saludo y el afecto de familiares y amigos a cada paso.
-¿Dónde vivías en tu niñez?
-En Vélez Sársfield 250. La calle en la que vivíamos era toda de inmigrantes.
-¿Cómo eran tus padres?
-Mi madre era muy trabajadora, de estas que sacan la casa pa´lante… Mi padre también fue muy trabajador. Ellos habían venido de España, huyendo de la Guerra Civil se fueron a Francia, y de Francia a la Argentina. Trajeron con ellos a mi hermana, que pesaba 800 gramos, porque era seismesina, y la tenían en una cajita con algodones. Éramos tres hermanos, uno murió. Mi padre era carpintero. Al principio trabajaba con su hermano, luego se separaron y cada uno tuvo su propio negocio. Antes había tres carpinterías por manzana, ahora no se ve ninguna… Le seguí los pasos pero no congeniábamos para trabajar juntos.
-¿Fue una infancia feliz?
-De mi infancia son todos buenos recuerdos, la más feliz que se pueda tener,
-¿Quiénes eran tus amigos?
-Mi amigo de toda la vida es Alberto Giaccone, que fue quien soldó las porterías de Defensa, que todavía están allí. Otros amigos, Oscar Rojo, los San Vicente… Nos reuníamos todos desde muy pequeños en la esquina de Pedro Bourel y Vélez Sársfield. Jugábamos al fútbol en la calle todo el día, no había otro pasatiempo. Hasta que ya nos hicimos más grandes y también empezaron a interesarnos las chicas. Cerca de ahí estaba el corralón de Babuin y Loisotto y un campito donde también jugábamos.
-¿Ya te destacabas como jugador?
-Destaqué en los potreros. Visto hoy, creo que era más un jugador de potrero que otra cosa.
-¿Dónde hiciste la Primaria?
-En la Escuela Nº 1 . Mis compañeros eran el Gordo Koziel, Josesi Alegri… Y tuve como maestro a Hugo Morbelli, que hizo una suplencia en el colegio. Era el único maestro, muy joven, de unos 20 años, las demás eran todas mujeres. Fue muy bueno, muy comprensivo. Tengo muy buenos recuerdos de él. Y tengo una anécdota.
-Contala…
-Como era un tío muy bien puesto, muy alto, guapote, las maestras se volvían locas con él, y nosotros lo sabíamos porque las escuchábamos hablar. Entonces, una vez los muchachos de sexto, entre los que había algunos repetidores que eran bastante grandes, se habían puesto de acuerdo para darle una paliza a la salida. Pero parece que los amigos de Hugo se enteraron, así que a la salida también estaban todos ellos, y al final no pasó nada.
-¿Cuándo fue la primera vez que cobraste por un trabajo?
-Con mi tío, que era mecánico. Yo tendría unos 12 años. Pero a mí la mecánica no me gustaba. Ayudé mucho a Alberto con la herrería. Después, trabajé en una carpintería y entré en la Peugeot casi hasta que cerró. Lo último que estaba haciendo eran pozos ciegos. Luego tuve la oportunidad de irme a España y me fui.
-¿Cómo fue eso?
-Yo tenía 29 años. En los 80… Me fui con quien era mi mujer y mis dos hijos. Mis padres se habían ido unos años antes, ellos tenían un kiosco de prensa, luego se fue mi hermana, y querían dejar el kiosco porque se estaban haciendo mayores. Vendí mi casa y eso me alcanzó para los cuatro billetes y nada más. Las cosas estaban así. Cuando llegué me puse a trabajar en eso y al tiempo entré en un taller de aluminio en Pinto, Madrid. Cuando me separé, fui a Murcia. Sin trabajo, pero pronto lo encontré: entré a un almacén de verduras, por poco tiempo. Y luego a la carpintería en la que empecé como peón y terminé como encargado, por más de 20 años, que fueron buenos, hasta que empezó la crisis que hizo cerrar varias fabricas, entre ellas, la que yo trabajaba. Luego puse un kiosco en mi casa, y ahora vivo con mi pensión.
-Hablemos de tu paso por el fútbol…
-Jugué en las inferiores de Los Andes y Quilmes y cuando yo estaba jugando cerca de Junín apareció Defensa, y preferí jugar acá.
-¿Qué recordás de los comienzos en la AFA?
- De la Fuente fue el que nos dijo, a Alberto Giaccone y a mí, que estaban por entrar a la AFA. Nos sonó a cuento chino en ese momento, pero dijimos que sí, y empezamos a ir a las reuniones., que eran con cuatro o cinco personas más. Se buscaba quién le diera la personería jurídica, se tocó al Nahuel y al Varela Junior, que no quisieron, y Defensa dijo que sí. Creo que Tomaghello tuvo mucha visión, además de haber sido una excelente persona. En ese momento Defensa estaba muy decaído y aquí el fútbol hacía falta. Olmos me pasaba a buscar cuando salía de la Peugeot, y yo iba con él a todos lados. Juntos fuimos a Reginald Lee, Coca Cola, y ahí él consiguió el primer alambrado para el club. Yo lo acompañaba, pero el que hablaba era él.
-Olmos era el dueño de La Tranquera…
-Sí. En La Tranquera se hicieron algunos asados a beneficio de Defensa. Antes de debutar se jugó un campeonato para seleccionar jugadores. El pueblo se volcó a apoyar. Algunos tuvieron la idea y otros colaboraron, pero a Defensa lo hizo el Pueblo. Cuando fuimos a hablar con Grondona, no éramos más de seis personas. Estaban Marconi, Olmos, Calegari, Tomaghello, yo, y alguien que se me olvida. Grondona se rió un poco con el nombre del club… Y yo me vine con la sensación de que no se iba a conseguir. Cuando nos dijeron que nos iban a dar la afiliación nos fuimos todos para el estadio, donde se hizo una gran fiesta. Yo era hincha de River, pero cuando apareció Defensa, pasó a ser mi club. Y va a ser el club de mi vida para siempre.
-¿Cómo fue el debut?
-Empezamos a entrenar a las órdenes de García, una gran persona… Teníamos equipo para haber hecho mucho más, pero nos pudo la presión… Terminábamos de entrenar y nos poníamos a tomar mate. El era más amigo que entrenador y nosotros más compañeros que jugadores… Alguien dijo que quemando la hierba del estadio, todo saldría mucho mejor. Bueno, el día de la inauguración, salimos todos negros… El campo era un desastre. Empezamos muy bien el campeonato, ganamos los tres primeros partidos, y con el cuarto tengo una espina clavada aún hoy: fue en Villa San Carlos, estábamos ganando 2 a 1, tuvimos un penal, el arquero se volcó todo a un palo, creí que iba a tirarse al otro, así que se la pateé ahí y me la paró con el pie. Perdimos 3 a 2 y eso nos hundió de una forma inexplicable. .. No levantamos cabeza y terminamos en los últimos puestos.
-¿Cómo lo ves hoy, tantos años después?
-Es un orgullo lo que se logró, y que hasta Mascherano haya hablado de Defensa es una maravilla. El año pasado pude ver las instalaciones, y el césped. Yo vengo de España donde los campos de juego son buenos, y ví pocos tan buenos como el de Defensa. Creo que la directiva de ahora lleva todo muy bien, salvo cuando se manifestaron por un partido político, y Defensa no está para hacer política, sino que es un club de fútbol. A Defensa lo hizo el Pueblo, esto se hizo entre todos y mucha gente se ha puesto medallas que no le corresponden.
-¿Te gusta como juega el equipo?
-Creo que va paso a paso, tiene un equipo joven, con un muy buen entrenador, y que va a estar muchos años en Primera.
-¿Lo ves desde España?
-No lo veo pero escucho todos los comentarios, solo puedo ver algunas jugadas y los goles.
-¿Cómo encontraste a Florencio Varela?
-Noté más cosas malas que buenas, pero a mí Florencio Varela me gusta, y lo quiero, Pero treinta y pico años después hay cosas que están igual, y eso es malo., como las colas de los bancos. Si algo sigue igual, no se progresa, y eso no es bueno.
-¿Qué otras cosas malas viste?
-Que no haya campitos de fútbol, los potreros, también es malo. Nuestra infancia fue muy feliz basada en el fútbol, en esos campitos donde jugábamos se juntaba mucha gente alrededor. En Florencio Varela siempre se respiró fútbol.
-¿Qué negocios o lugares recordás del ayer?
-Los Angelitos, La Patriótica, donde una vez mi padre vino a arreglar un escenario y yo fui a ayudarlo… Y la sede vieja de Defensa, con el billar y la canchita de papi fútbol al fondo y la de bochas a la izquierda.
-¿Adónde ibas a bailar en tu juventud?
-No iba a salones bailables, íbamos a bailes en las casas, los llamados»asaltos»…
-¿Qué extrañás de Florencio Varela?
-De Florencio Varela se extraña lo mismo que de Argentina. Lo más llamativo de todo, el trato con los vecinos. Cuando era pequeño, se armaba un asado en pocos momentos y pienso que ahora sigue siendo igual… Allá es diferente. Y también extraño la carne, que es algo que allí no encuentras. Existe pero no es como esta.
-¿Qué es lo mejor de Florencio Varela?
-Sobre todo, la gente. Y que aunque es grande, sigue siendo un pueblo.
-¿Quién te enseñó algo en la vida?
-Sacando a mis padres, mucha gente. Nando Parenti, y Avalos, dos excelentes entrenadores y personas, y mi tío Eloy, el padre de mi tíoo Vicente, que tenía un espíritu increíble y cantaba y bailaba en las Fiestas. También Ignacio Unamuno, que es el típico y auténtico vasco, mi amigo Alberto Giaccone , cuya mujer se murió hace algunos años y que sigue yendo todos los días al cementerio, que es un ejemplo de lo que puede ser capaz una pareja.
-¿Y tus padres?
-Mi madre se ha dedicado siempre a trabajar, ha sido una luchadora, una trabajadora, y mi padre me enseñó el oficio. Y los dos me enseñaron los valores. En nuestra familia, la palabra es un documento. Si doy mi palabra, la voy a cumplir, y así es en toda mi familia.
-¿Qué le dirías a Dios?
-Yo con Dios no hablo demasiado…
-¿No sos creyente?
-Creo pero a mi forma. Le pediría que alguna vez Defensa sea Campeón y yo lo pueda ver. Lo demás ya lo tengo.
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