Por Nahir Haber
Una persona que viaja en el colectivo 148 parada, mira hacia la ventana trasera sin motivo. Automáticamente, otra persona a su derecha, también lo hace. Al cabo de unos segundos, todos los pasajeros de ese colectivo (incluso aquellos que viajan sentados) retuercen sus caderas y toman con sus manos el respaldo para mirar hacia el mismo lugar sin motivo alguno, salvo la seguridad y convicción de la primera mirada.
Hay algo que se escapa de las explicaciones autorizadas sobre el comportamiento humano. Los seres humanos tendemos a repetir axiomas de comportamiento de forma inesperada e inconsciente.
Pero me gustaría poner un ejemplo aún más varelense.
Hace un poco más de diez años que corro. Muy temprano a la mañana, muy tarde a la noche, al mediodía, cuando puedo. En rutinas de entrenamiento y lo que pueda. Si hay algo que siempre me llamó la atención fue por qué los varelenses que peregrinan en la plaza, lo hacen en la misma dirección (sentido contrario a las agujas del reloj). La explicación más lógica es seguir el sentido de las pistas de trote, es decir hacia la izquierda. La mayoría de los humanos son diestros y se suele tener la pierna derecha un poco más larga que la izquierda, por eso si caminamos con los ojos cerrados lo normal es que tengamos tendencia a girar hacia la izquierda (no recomiendo hacerlo en sus casas solos). Por otro lado, el corazón se ubica más hacia el lado izquierdo del tórax y el hecho de girar hacia la izquierda mientras se corre, podría estar facilitando la coordinación para obtener una mayor estabilidad.
El «giro a la izquierda» puede observarse en todos lados, desde los planetas alrededor del sol, en los humanos, en arquitectura, en los pájaros, hasta en los Juegos Olímpicos de la antigua Grecia. En Roma, las carreras de carruajes en el Circo se desarrollaban en una pista con forma de óvalo y se corría, ya entonces, en sentido antihorario.
Mauricio, un entrenador, me dijo alguna vez que si hay que dar vueltas, siempre tiene que ser en el sentido de las agujas del reloj (hacia la derecha) porque tenía que equiparar el «efecto energético planetario». Me explicó que todos los planetas giran hacia la izquierda menos Venus y Urano.
Como sea, quise probar si efectivamente Mauricio tenía razón, si correr hacia la derecha me iba a contrarrestar el dolor de algunas lesiones y me podía llegar a dar más energía.
No podía intentar hacer la prueba de correr en contra de una marea de personas un miércoles a la noche en la plaza mal iluminada.
Aproximadamente, a las 11am de un domingo fui a correr a la plaza. Tenía una entrada en calor más algunas pasadas. A esa hora ya habían dos valientes corriendo hacia la izquierda. Comencé el trote hacia la derecha y por lo tanto, me cruzaba dos veces de frente por vuelta con cada uno de los corredores. Durante las primeras cinco vueltas fue incómodo porque ninguno quería ver la cara de correr del otro pero después se naturalizó.
Llegaron otros dos corredores mujeres que elongaban en la esquina. De forma curiosa, comenzaron a correr hacia la derecha. Por primera vez en mi vida habían tres personas corriendo a la derecha y dos a la izquierda. Luego llegó una pareja que empezó a caminar a la izquierda y un hombre que corría a la derecha. Uno de los iniciales corredores se fue. El resultado al final de la jornada fue: hacia la izquierda, un corredor y una pareja que caminaba y hacia la derecha, cuatro corredores.
Para mi la mejor explicación es que es transferimos la toma de decisiones a un grupo o jerarquía para alivianar la mente y compartir la responsabilidad o dársela a otro.
Si hubo cambio energético o algún tipo de modificación sobre el impulso, se lo dejo para que lo prueben en casa.