Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
Habla 31 años después y dice: “me fui porque no quería ser un idiota útil ni instrumento de la ambición de nadie”.
A los casi 64 años, que cumplirá el 10 de este mes, José Luis Barboza vive sobre la calle Monteverde, en una humilde casa de un barrio obrero, en el límite de Florencio Varela con Almirante Brown, un complejo habitacional en cuya organización él tuvo mucho que ver, aún con la oposición del Intendente Julio Pereyra. Fue uno de los primeros concejales en la vuelta de la Democracia, en 1983, y junto al Dr. Félix Catalá, su par de bancada justicialista, trabajó en un Plan de regularización de tierras fiscales que permitió que varios predios fueran utilizados para hacer escuelas, jardines y centros de salud. Cuando la guerra entre «Chicho» Basile y Julio Carpinetti derivó en la destitución de éste último, en 1986, asumió como Intendente, cargo que ejerció durante un año. Desde entonces, nada se supo de él y no volvió a vérselo en reuniones políticas y mucho menos como aspirante a algún cargo.
Tres décadas más tarde, Barboza se ve más distendido. Sigue viviendo de su trabajo, y cada día sale a las cinco de la mañana hasta Ezeiza, para hacer tareas de electromecánica en la casa de un Ingeniero. El sencillo interior de su vivienda contrasta con la lujosa vida que llevan muchos funcionarios y ex funcionarios varelenses. Vive con seis de sus diez hijos, y desde hace 25 años está junto a Patricia Gamarra, la atenta mujer que nos recibe con café, té y algunas cosas dulces cuando lo visitamos para hacerle la primera entrevista desde que dejó la Intendencia.
-¿Era peronista de familia?
-Sí. Mi vieja era muy peronista. Y yo tenía una militancia muy activa en la juventud. Era radioaficionado y miembro del Radio Club de Florencio Varela, fabricaba televisores, pero mi debilidad era la política, el campo social. Yo tenía unas treinta y cinco unidades básicas en diversos barrios, como Villa del Plata, Mayol, Villa Mónica… Teníamos compañeros como Del Nista, Cacho Vaccaro, el Negro Barraza, De Rosa… A De Rosa, que era el padre de Jorge, le decíamos «el Tío», gente que nos nutrió, gente muy honesta… De Rosa tenía una sola garrafa en su casa y una vez vinieron los chicos de un club porque se habían quedado sin tomar la leche, así que sacó la garrafa y la llevó al club para que tengan su bebida caliente en ese invierno… Hacíamos todo por convicción, no por plata.
-¿Cómo se armó la lista?
-En aquel momento, era el Consejo de Partido el que decidía qué militante era el más adecuado para cada función. Y le daba el plan de trabajo para cada barrio, el proyecto a cumplir. El gran error de Chicho Basile fue haber traído gente de afuera…
-¿Cuál era la gente de afuera?
-Carpinetti. El no era de Florencio Varela. Era un desconocido. Pero Chicho lo impuso igual.
-¿Chicho decidía?
-Sí. Era el líder y se imponía de todas maneras.
-Para que Carpinetti sea Intendente lo hicieron renunciar a León González…
-Sí. En aquel momento el hombre electo como presidente del Partido fue don Esteban Koszo, un inmigrante húngaro comunista, que se hizo peronista. El que perdió la interna fue Luis Genoud. Creo que él era el hombre indicado, el que tenía que haber sido el Intendente, la persona que hubiera impulsado a Varela hacia otro nivel. Un hombre con capacidad, honestidad y valores. Carpinetti no le dio el empuje que Varela necesitaba. Y eso que hasta estuvo en el Fondo del Conurbano. Mussi, en Berazategui, sí supo hacer bien las cosas. Por eso la diferencia entre las dos ciudades. Y así estamos… Hasta yo me hago cargo, aunque solo estuve un año. Y me fui porque no quería ser un idiota útil, o un instrumento de la ambición ajena.
-¿Por qué cree que Chicho lo eligió a Carpinetti?
-Yo creo que ya lo conocía, por algo lo trajo. Más allá de que habíamos ganado la interna, tendríamos que haberle dado participación a los que perdieron.
-Recuérdenos cómo fue la destitución de Carpinetti que lo llevó a usted a la Intendencia… Lo primero que pasó fue que Carpinetti lo echó a Basile de la Secretaría de Gobierno…
-Carpinetti nunca cumplió el proyecto que se le dio desde el Partido. Asumió un 10 de diciembre y al mes traicionó al sector que lo había llevado a ser intendente de un pueblo que no conocía. Hizo una conferencia en Capital y dijo que todos éramos unos delincuentes. A Carpinetti se lo sacó porque hubo un desfalco con las escuelas. En el boletín oficial figuraban reparaciones en colegios y cuando uno iba a verlas, no estaban. Y el que lo salvó de ir preso fue el compañero Cafiero.
-¿Antonio Cafiero?
-Sí. El vino a Varela y habló con nosotros antes de la sesión en la que se destituyó a Carpinetti. Le dijimos que no íbamos a perder nuestras convicciones porque él estuviera presente. Le dijimos «nosotros somos peronistas y a usted lo apreciamos, pero acá hubo un robo a la comunidad, queremos que la justicia se expida». Y me tocó asumir a mí, que era la carne del sándwich…
-Fue la sesión del escándalo, cuando la concejal Margarita López le tiró una taza por la cabeza al concejal Cacho Ruiz…
-Sí… Fue una sesión tumultuosa. Y yo me tuve que ir de Varela porque me querían hacer boleta. Cuando se suspende a Carpinetti, aún mucho antes yo me fui, porque la manada de lobos estaba detrás mío. Y pasé cosas que no puedo contar. Volví el día de la sesión.
-¿Lo amenazaron?
-No sólo eso… Me mantuve en contacto por teléfono con los demás concejales. Ellos tenían temor de que yo no me animara a venir. Pero les dije que iba a estar. Y asumí.
-¿Dónde estuvo en ese tiempo?
-En San Miguel.
-Escondido…
-Sí. Porque sabía que me buscaban…
-Era una época difícil. Había bombas, tiroteos… ¿Lo apretaron?
-Hubo algunas apretadas… Y Carpinetti tuvo la habilidad de pactar con la derecha y con la izquierda. No te olvides que por acá se paseó Massera, y otras figuras nefastas. Y yo no los traía. Los traía el Intendente… Yo estaba en contra de todo eso. Y sabía quiénes me buscaban.
-¿Cuándo usted asumió, Chicho volvió a ser Secretario de Gobierno?
-Sí. Cambié a algunos funcionarios, a otros no. Hicimos varias cosas, como avanzar en un plan de regularización dominial para que mucha gente tenga sus títulos de propiedad y paguen sus impuestos como se debe, o poner en regla a empresas que no pagaban impuestos desde hacía más de 30 años.
-¿Cuál era el rol de Basile en su intendencia? ¿El era el que mandaba?
-El tenía un liderazgo muy cuestionado. Y no coincidíamos en la metodología de hacer las cosas. Eso me llevó a tomar conciencia de que yo no estaba bien acompañado. Hubo una elección que perdimos… Que nos robaron.
-Sí. Recuerdo, una elección para concejales, con «Acción Varelense»…
-Con nosotros estaba el Dr. Eneas Riu. Fuimos contra Carpinetti y perdimos pero por la proporción yo tenía que entrar en el cuarto lugar de la lista, aunque renuncié. Yo no estaba de acuerdo con Carpinetti ni con algunos que estaban con él. Y no me interesaba el dinero. Siempre creí que el Intendente tenía que serlo ad honorem, y no vivir de la política. Cuando era concejal trabajaba en el laboratorio Lederle y lo que yo cobraba lo donaba a algunas instituciones.
-¿Por qué renunció a la Intendencia, entonces?
-Porque no me sentí acompañado por los propios. Si bien estaban, estaban con otros fines. Y creo que no estábamos preparados para ejercer el poder, porque salvo José Cristoferoni, no habíamos tenido experiencia.
-¿Le quedó grande el cargo de Intendente?
-El hecho es que no me sentí acompañado porque no eran muy honestos que digamos… Yo no estaba detrás del dinero.
-¿Qué era Julio Pereyra cuando usted era Intendente?
-Era un militante, como Gualberto Ríos, a cuyos padres conocí y quise mucho, porque eran muy honestos. Yo lo conocí a Pereyra como un trabajador eficaz, un empleado de telefonía muy bueno en su área. Otra cosa es la situación actual. Yo lo acompañé en su primera etapa y después me alejé, porque no me sentía representado.
-¿Se alejó de la política?
-No. Sigo haciendo trabajos sociales, colaborando con sociedades de fomento y clubes deportivos. Y hasta con una murga, Carolmanía, de La Carolina. Nunca renuncié a la lucha ni a la militancia, pero sí a los honores.
-Renunció a las candidaturas…
-Sí. Si quería hubiera estado hasta el día de hoy, pero no me interesó estar. Sí quise seguir militando en los barrios.
-¿Cómo lo ve a Pereyra hoy?
-Es un ciclo concluido, que debió terminar antes. Pero algunos compañeros viven en un microclima… Que… Bueno… Yo lo vi, viví ese microclima, miré para todos lados, miré quién estaba a mi alrededor, ví quien era quién, y dije «yo con esto no puedo seguir, yo no quiero ser lo mismo que ellos, yo no estoy para esto». No era mi meta enriquecerme ilegalmente. Nunca viví ni quise vivir de la política. Para mí era un honor tener un cargo y trabajar para la gente. Esos valores no los perdí Y me costó mucho. Ni trabajo me dieron. Nunca pedí nada a nadie, y me defendí como pude, trabajando, manteniendo a la familia, cumpliendo mi rol en la comunidad, ayudando a mucha gente y con un perfil bajo.
-¿Qué siente al ver que algunos que hace treinta años estuvieron al lado suyo hoy tienen tan buen pasar económico?
-Ellos siempre buscaron estar bien y enriquecerse,. Yo no. Yo siempre busqué trabajar, ayudar, y hacer una militancia activa.
-¿En qué sector está en la actualidad?
-Hoy estamos dentro de Cambiemos.
-¿Sería la famosa «pata peronista» dentro de Cambiemos?
-Sí. La gente busca un cambio. Varela está abandonado, hay gente que no tiene agua ni cloacas, se hacen los asfaltos y no se hacen los desagües pluviales…. Hay que ver cómo se puede salir adelante e ir hacia un cambio. Varela merece vivir mejor y tener una infraestructura adecuada. No puede ser que con un presupuesto de la magnitud que se maneja, ese dinero no esté bien empleado. Y más allá de todo, vamos a respaldar a Pablo Alaniz en todos los barrios donde aún no fue aceptado.