Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
Durante el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante, el Intendente Andrés Watson descargó toda su artillería verbal contra el gobierno nacional de Mauricio Macri, al que el nuevo jefe comunal culpa prácticamente de todas las penurias que padecemos los varelenses desde hace más de tres décadas.
Resulta llamativo ver cómo alguien que además formó parte durante años de la lamentable gestión de Julio Pereyra carece de la menor autocrítica y se muestra incapaz de reconocer que el único culpable de que nuestra ciudad sea un bolsón de pobreza y abandono es el Peronismo, que la gobierna desde el retorno de la Democracia, en 1983.
Las administraciones de Julio Carpinetti y Julio Pereyra –no incluímos por su breve paso por el cargo a José Luis Barboza y Aída Bustamante, los otros jefes comunales de la post-Dictadura- tuvieron una característica común: hundir a esta ciudad, dejándola enclavada en el siglo pasado, mientras todos los distritos vecinos crecieron exponencialmente.
Los varelenses tenemos cientos de calles de barro desde hace más de tres décadas, cuando Macri todavía hacía los palotes en las empresas de su papá Franco. Y también desde hace más de 30 años, nuestros barrios no tienen cloacas ni agua potable. Pero algunas cosas no son como eran antes. Son mucho peores. Porque hace 35 años en Florencio Varela las calles del centro no estaban destrozadas, ni faltaba agua en las casas, ni la basura se acumulaba a cielo abierto por todas partes, ni había decenas de asentamientos armados para hacer política explotando a los que menos tienen, obligándolos a vivir hacinados y sumergidos en la mugre y la miseria.
Los que hablan –casete mediante- de las «culpas del neoliberalismo» –y que serían incapaces de explicar esa y cualquier otra teoría económica, porque tienen el intelecto de una oruga- se olvidan de ver las consecuencias del populismo acá nomás, en medio de las calles que caminan. Los que fomentaron la fábrica de pobres que les asegura mantenerse en el poder deberían hacerse cargo de su fracaso, que no surgió de una gestión de dos años, sino de más de tres décadas.
Una ciudad a la que se llamaba «la Córdoba chica», a la que la gente venía a pasar sus vacaciones o fines de semana desde la Capital, que tenía arroyos y paisajes, quedó transformada en lo que es hoy gracias al paso por la Intendencia de los anti-liberales «compañeros» Carpinetti y Pereyra. El primero, caído en paracaídas sin siquiera ganar una interna y abrazando el poder luego de traicionar a «Chicho» Basile. El segundo, traicionando a Carpinetti, su mentor. Dos magníficos exponentes de la «Lealtad» que tanto les gusta recordar a los peronistas. De sus «obras» todo está a la vista. Eso sí, algo es indudable: después de un cuarto de siglo como Intendente, Pereyra logró el progreso… Para él y sus familiares, que pasaron de vivir en una casilla a residir en costosas mansiones.
A los responsables del abandono varelense no hay que buscarlos en la Casa Rosada, sino en el edificio de Chacabuco y 25 de Mayo.
No seamos hipócritas. Fue el Peronismo el que lo hizo.