El Coronavirus trajo a Florencio Varela, al igual que a la mayor parte del Mundo, no sólo una emergencia sanitaria, sino también una crisis económica.
Sin poder abrir sus negocios, cientos de comerciantes varelenses se encuentran en una situación de incertidumbre respecto a su futuro. Pese a los anuncios y las promesas que no terminan de materializarse en realidades, las PYMES locales no sienten el acompañamiento necesario por parte de las autoridades ante esta situación.
Los compromisos que deben afrontarse pese a tener las persianas bajas no son pocos: los alquileres, el pago de los sueldos a los empleados, el pago de las tasas municipales, el pago de los servicios –EDESUR y METROGAS continúan enviando sus facturas con precios erróneamente «estimativos», ya que si los comercios están cerrados difícilmente seguirán gastando lo mismo, y TELEFONICA aprovechó para aplicar un fuerte aumento a sus abonados-, y el pago a los Sindicatos –que parecen no haber registrado lo que está pasando- entre otras obligaciones, tienen en vilo a los comerciantes que ni siquiera saben cuándo van a poder volver a trabajar con normalidad.
A todo esto se suma la conocida burocracia que nos agobia desde siempre, ahora multiplicada por los que nunca pierden la oportunidad de sacar tajada de todo: es imposible ser atendido telefónicamente en alguna empresa de servicios para hacer un reclamo, por lo que las deudas, aún usurarias, se seguirán sumando.
La sensación generalizada es que las ayudas del Estado nunca son para los grandes motores de la economía local, que son los comerciantes.