El suboficial varelense que es panadero de la Armada



Edición Impresa » 01/09/2020

Florencio Eduardo Romero es un varelense de 48 años, Suboficial Primero, de la especialidad Apoyo General con orientación en Panadería. Destinado actualmente a la Intendencia Naval Buenos Aires, en el Día del Panadero Argentino habló sobre su vida en la Armada durante casi tres décadas.
Florencio ingresó en la Armada Argentina en 1991, a los 19 años.»Yo trabajaba afuera y un compañero de trabajo tenía familiares en la Armada. Un día uno de mis amigos vino y nos dijo ‘¿Qué les parece si entramos a la Armada?’ Entonces ahí comenzó mi travesía y fuimos a buscar información a la Escuela de Suboficiales», recuerda.
»Ni bien entramos nos dieron un folleto de orientación, con carreras de un año o dos; y estaba el Escalafón Panadería, que es el que elegí.»
Cada 4 de agosto, en el Día del Panadero Argentino, Romero orgulloso destaca: «Elegí la especialidad panadero porque me encantaba. De joven veía los canales de cocina y panadería y me gustaba todo eso, siempre quería saber cómo se hacía todo».
Rememorando su pasado como aspirante recuerda: «Nosotros íbamos a las 5 de la madrugada y nos turnábamos para colaborar con la panadería y tener el pan listo todos los días. Después de eso empezábamos con las clases». Romero empezó su camino en la Armada con el Período Selectivo Preliminar. Luego de un mes de intenso aprendizaje y de seguir con sus estudios, llegó el ansiado egreso y su primer destino fue la Escuela Naval Militar.

Como cocinero su primera navegación fue a bordo del buque de desembarco ARA «Cabo San Antonio», con los cadetes de la Escuela Naval que iban a hacer la Jura de la Bandera en Rosario: «Era mi primera experiencia navegando y yo ya estaba mal, aunque el agua era ‘un mar de aceite’, que así se dice cuando el agua está tranquila. Estaba medio mal por la navegación, pero aun así estaba cocinando pizzas, haciendo pan y colaborando en la cocina. Fue una muy buena experiencia». Asimismo, cuenta que estuvo a bordo de otros buques durante su carrera y que recorrió lugares que nunca pensó que iba a conocer: «Fui a la Antártida dos veces y estar ahí es hermoso. Íbamos en noviembre, que es época de deshielos, no hay noches y siempre es de día; si no tenés reloj no te das cuenta y perdés la noción del tiempo».
Este avellanedense de nacimiento y varelense desde su niñez, fue a la Escuela de Educación Primaria Nº43 «Ismael Luis Rosselli» y vivió en Villa Mónica, de nuestra ciudad. Parte de su secundario lo cursó en la Escuela N°3 «Aristóbulo del Valle», para luego terminarlo ya en la Armada, en sus años en la Escuela de Suboficiales.
Actualmente continúa viviendo en F. Varela con su esposa y sus dos hijos; y recuerda con una sonrisa que sus padres, de origen correntino, siempre estuvieron orgullosos de su decisión de hacer carrera en la Armada.
Ya con casi 30 años de servicio reconoce: «Mis expectativas se fueron cumpliendo. Gracias a la Armada, tengo mi casa y a mi familia. La Armada es lo que me gusta y lo que realmente me hace bien, y eso te hace dar lo mejor dentro de tu ámbito laboral».
Entre risas, confiesa: «Mi especialidad es el pollo arrollado, me gusta ir aprendiendo y ver para después implementar nuevas recetas. En cada destino cada cocinero tiene su propia manera de hacer la comida, lo bueno de esta carrera es que uno nunca termina de aprender en su vida», concluye.


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