De héroes a descartables



Nota de tapa » 02/01/2021

Un alcohol en gel y una crema para manos que vencía antes de fin de año para cada uno, junto a unas docenas de sandwichitos. Ese fue el “reconocimiento” oficial para los más de 130 trabajadores del Hospital Modular Nº 11 de Florencio Varela, a los que el gobierno nacional dejó en la calle como cruel regalo de fin de año.
Hoy, cuando paradójicamente la ola de contagios parece estar subiendo, el Hospital Modular es una cáscara prácticamente vacía. Gran parte de su aparatología fue retirada del lugar, los servicios se cerraron de un día para el otro y sus últimos pacientes, aún sin el alta, fueron trasladados a otros sanatorios. La promesa de que la obra “quedaría para la comunidad” se evaporó como parte de un relato que cada día tiene menor sustento.
Muchos de sus trabajadores se expresaron en las redes sociales y también, a través de marchas, en las últimas semanas. Una de ellas, se desarrolló frente al Hospital El Cruce, aunque fueron varias las “recomendaciones” dadas desde “arriba” para que enfermeros, médicos y otros profesionales de la Salud no “visibilizaran” el conflicto.
Esta vez, no hubo “abrazo solidario”, y sí un silencio vergonzoso por parte de las autoridades ante este atropello que afecta a toda nuestra comunidad. Ni siquiera el “concejal testimonial” Arnaldo Medina, ayer tan preocupado por fogonear las protestas contra los anteriores funcionarios y hoy ocupando un alto cargo en la cartera sanitaria nacional, dijo algo sobre el asunto.
Claro que el de Varela no es el único “Modular” que sufrirá este destino: igual decisión se tomó, al menos, con respecto a los de Lomas, Almirante Brown y Lanús.

 

“Un Hospital que durará décadas”

El 19 de mayo de 2020 todo era alegría en la visita a nuestra ciudad del Ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis. Su misión era dar por finalizada la obra del Hospital especialmente creado por la emergencia del COVID. Ese día, al lado del Intendente Watson, el funcionario aseguró: “estos son hospitales que después de la Pandemia van a seguir prestando servicios por décadas”. Además, Katopodis destacó que cada uno de estos centros asistenciales tenía una “ubicación estratégica” porque fueron instalados en barrios “que los van a necesitar”.
La agencia oficial Telam también dio la noticia con grandes pompas: “El gobierno nacional anunció la finalización de la obra civil en los 12 hospitales modulares de emergencia, construidos en «tiempo récord» para ampliar la capacidad de atención de la red sanitaria pública, con el fin de afrontar con mayor capacidad de atención la pandemia del coronavirus. “Donde antes había tierra, logramos construir 12 hospitales modulares de emergencia de calidad. Ya está lista la obra civil, ahora nos queda equiparlos», sostuvo el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, al hacer el anuncio tras supervisar las nuevas unidades. Katopodis aclaró que «están pensados para la emergencia de hoy, pero van a quedar para que todas y todos podamos usarlos más allá de la pandemia”, decía el parte informativo.
El Modular en realidad comenzó a funcionar 40 días más tarde, por la carencia de un grupo electrógeno.

 

De héroes a descartables

Lucía Barrionuevo es enfermera y una de las directas damnificadas. Así lo cuenta a Mi Ciudad: “Fuimos contratados por Nación, a través del Hospital El Cruce, con un contrato de monotributo, por la Pandemia. Se nos hizo un contrato por tres meses y se nos prometió el pase a planta permanente a todo el personal. A fines de agosto fue el pico de infectados en el conurbano, y el Hospital Modular 11 fue uno de los que más pacientes tuvo, alrededor de 500, y en terapia intensiva cerca de 200. Los fallecidos fueron 81. En septiembre nos ofrecieron extender el contrato por tres meses más, hasta el 31 de diciembre, y nos dijeron que como ya no era posible el pase a planta permanente teníamos que tramitar unas becas. Finalmente, en noviembre nos enteramos de que iban a cerrar los cuatro hospitales modulares de la zona y que no se sabía qué iba a pasar con nuestros trabajos”.

A su lado, Marcelo Kelm, quien también venía prestando sus servicios de kinesiólogo en el hospital, agrega: “el Intendente dijo que el Modular iba a quedar para la comunidad. Cuando dicen que en ningún momento se ofreció el pase permanente a Provincia no es así, a todos nos hicieron preparar los papeles que fueron presentados en el UPA, y después tuvimos que volver a hacerlos para presentarlos en el Hospital Mi Pueblo por una beca. Muchos compañeros tienen como única fuente laboral el Hospital Modular, muchos rechazaron propuestas para venir a trabajar al Hospital Modular o renunciaron a su trabajo porque había una propuesta que dijeron que iba a perdurar en el tiempo”.
-¿Cuánta gente quedará en la calle?
-Marcelo: contando los cuatro modulares de la zona quedan sin trabajo más de 500 personas, y a eso hay que sumarle otras cien de las empresas tercerizadas de seguridad e higiene. Es increíble que el Gobierno Nacional haya sacado un decreto por el cual se prohíben los despidos hasta el 31 de enero para el sector privado, pero el Estado está despidiendo a todos los trabajadores de la Salud el 31 de diciembre. Y esto sin contar los modulares de Merlo, Hurlingham y toda la provincia.
-Pasaron de ser héroes a material descartable…
-Lucía: tal cual. Es una vergüenza. Nos sentimos así, no solo por la inestabilidad laboral sino por lo emocional. Nos tocó perder pacientes pese a darlo todo adentro de terapia y ver que no alcanzó, hubo compañeros que se contagiaron, que se metieron en alquileres para evitar contagiar a sus familias… La verdad que duele. Esto no es en contra de nadie Queremos que se pongan en nuestro lugar y que hagan algo.
-Marcelo: el Hospital Modular triplica la capacidad de terapia intensiva del Hospital Mi Pueblo. Con casi 600.000 habitantes, tener ocho camas significa tener una cama cada 80.000 personas. El Hospital Modular estaba triplicando eso y con un muy buen equipamiento, con una orientación médica de calidad. Están rompiendo un esquema que funcionaba muy bien. Es una manipulación, están jugando con el trabajo de nuestras familias.

 

“Nos ofrecieron un hueso como si fuéramos perros”

La inexplicable resolución ni siquiera se manejó con el mínimo tacto. Luego de varios días de rumores e incertidumbre, las coordinadoras de Enfermería del Hospital El Cruce que estaban a cargo del área del Modular organizaron un “agasajo” al personal, en el que se repartieron bolsitas con el alcohol en gel, la crema y un pin que decía “gracias por todo lo que hicieron”. Acompañando el combo, les confirmaron que el centro asistencial iba a cerrar. Y hasta deslizaron unas vagas promesas para cubrir futuras campañas de vacunación o casos similares buscando desarticular los reclamos. “Nos dijeron que no hiciéramos lío, que no dejemos espinas en el camino, que bajemos las ansiedades, y nos ofrecieron cosas como si fuéramos perros y nos tiraran un hueso”, relata una de las profesionales afectadas a Mi Ciudad, y agrega “después de seis meses de trabajo, esto que nos hacen es una cargada”.

“Salud es Ministerio… Salud es Ministerio” cantaban los militantes en los inicios del gobierno de Alberto Fernández, ante un exultante Ginés González García.
Poco más de un año más tarde, los conmovedores aplausos a los que le pusieron el cuerpo a la pandemia quedaron en el olvido. Y con Ministerio o sin Ministerio, los trabajadores de la Salud siguen siendo material descartable para los que detentan el poder.


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