Por Leonardo Abrahan
Sentado, abrazando las rodillas, golpeado, extenuado, con las manos encalladas, los pies embarrados, pero con una calma y satisfacción interior inmensa. Allí sentado en la cima de América, con el silencio en las alturas, con la sonrisa en el rostro y la emoción desbordante transformada en lágrimas sobre las mejillas, mirando allá abajo, pero bien abajo, desde la base de esta montaña del fútbol. Superando todos los obstáculos, aferrados a un estilo, sin cortar caminos, haciendo bien las cosas, ordenados, paso a paso, enfrentando tempestades, una pared empinada, pero con el punto fijo en lo más alto, sin claudicar, ni cambiar lo que nos fue empujando hacia arriba, siguiendo con una fórmula, fuimos cambiando los guías en el trayecto pero sin apartarnos de la huella. Para llegar tan alto no solo alcanza con tener las herramientas, hace falta una idea, una planificación, talento, esfuerzo, corazón y compromiso. Y la confianza de saber que tarde o temprano el objetivo se iba a alcanzar.
Que lindo Defensa, todos los años un nuevo capítulo en esta corta pero dorada historia que solo tiene 43 años, desde que empezó a participar en los campeonatos de AFA. Todas las categorías, ascensos sucesivos, descenso, volver y crecer, llegar a la máxima categoría en 2014, mantenerse sin entregar la identidad. Ingresar en Copas Internacionales, conquistar un Sub Campeonato largo, aclaro largo, peleando hasta la última fecha contra un grande como Racing. Clasificar por primera vez a la Copa Libertadores, quedar en la última jugada, fuera de los octavos de la máxima competencia de América; no hay mal que por bien no venga, aquel tercer lugar significó ingresar a las llaves de la Copa Sudamericana, Defensa fue haciendo su trabajo hasta llegar a la final única ante Lanús y la gloria emergió desde lo más profundo del conurbano. Campeón Sudamericano, un título inmenso, la gloria para acariciar a un pueblo, golpeado por la pandemia, por lo económico, pero con el orgullo de gritar cortando el cielo que ese es «su» equipo, lo que lo representa, el que lo acompaña, el que le dibuja una sonrisa en tiempos difíciles. Aquel logro abría la puerta de una final ante el ganador de la Libertadores, el poderoso Palmeiras, dos partidos, primero en Varela y después en Brasil.
En el Tito Tomaghello fue derrota 1 a 2 pero con gusto agridulce, el rendimiento de los dirigidos por Sebastián Beccacece, había sido mejor, pero el conjunto paulista fue contundente. Había esperanzas, porque Defensa, siempre te da esperanzas, porque sabe de proezas y hazañas, porque no importa en que lugar tiene que ir a presentar su fútbol y defender los colores. Así fue a Brasilia en otra fecha marcada a fuego para los varelenses: 14 de abril de 2021.
Una final con vida propia, aparición del VAR para el penal que le daba la ventaja a Palmeiras, empate del gran goleador Braian Romero, 1 a 1, empate que no le servía a los Halcones, los minutos se desvanecían, la final agonizaba, la Copa parecía quedarse en tierras brasileñas hasta que en el último minuto el querido Marcelo «Cholo» Benítez , pateó desde lo más profundo de Varela, desde que se ataba los cordones para ir a entrenar al predio La Capilla, con la humildad en su rostro y sus sueños de primera, y la bala blanca salió disparada a quemarropa para atravesar al gran arquero Weverton y desatar una locura de conseguir una victoria épica, pero que todavía no alcanzaba. Quedaba el alargue…
Treinta minutos de angustia, de nervios, Defensa jugaba con once y Palmeiras con diez por la expulsión del uruguayo Viña; sonreían los halcones, pero el viento cambió, y trajo la tormenta repentina: en una jugada aislada, Rony queda solo, Unsain lo lleva puesto, penal y angustia en el alargue; pero el arquero capitán enmendó su error, voló y se hizo inmenso, atajó el penal y los corazones varelenses volvieron a latir. El resultado se mantuvo para ir a los penales.
Aquel enorme arquero de Palmeiras Weverton, gran responsable del triunfo en Florencio Varela, fue también el responsable del grito interminable que todavía rebota en la sangre verde amarilla; tomó el penal, le pegó bien debajo a la pelota y la tiró bien arriba, arriba, allá donde se encuentra Defensa y Justicia, bien arriba en la cima de América, para una satisfacción y alegría interminable y merecida. Sentados, tomándonos las rodillas, golpeados, embarrados, dolientes, cansados pero con una satisfacción que no entra en todo nuestro pecho. Gracias Comisión Directiva, Cuerpo Técnico, jugadores… Aquí los hinchas disfrutando este instante de estar en las alturas del continente futbolístico, un premio que ayer no estaba en los sueños y que hoy nos abraza en esta realidad y justamente merecido.
Amigo varelense, gritalo tranquilo: Defensa y Justicia, en la cima de América.