Viaje al fin de la noche



Edición Impresa » 01/10/2023

Salimos del cinema con Shirley. Es una noche fría a pesar de que ya llegó la primavera. La humedad parece llovizna y el viento se suele levantar como un huracán.

Salimos del cinema con Shirley. Es una noche fría a pesar de que ya llegó la primavera. La humedad parece llovizna y el viento se suele levantar como un huracán. Acabamos de ver una película de terror como hacía mucho no veíamos. Se titula Háblame. La hicieron unos gemelos australianos que también hacen videos en youtube.
La película arranca con un grupo de gente en una fiesta. Un chico busca a su hermano desesperadamente, que está como poseído adentro de una habitación. Entonces el desesperado rompe la puerta, lo saca. El pibe está en cuero, todo rasguñado. Mientras caminan todo el mundo comienza a filmar con las cámaras de sus celulares. Entonces el hermano poseído agarra un cuchillo y se lo clava al que lo había rescatado. Y el otro cae. Y como si fuera poco el poseído se clava un cuchillazo en la cara. Y ahí empieza la película. A este pibe que lo apuñaló el loquito que se mató lo buscan los chicos de la película cuando se las empiezan a ver negras. Y este les dice: jódanse, a mí ya me pasó. Ahora les toca lidiar a ustedes.
La protagonista es una mano. Una mano que ha pasado a través del tiempo. Unos chicos la tienen. Y organizan juntadas para cagarse de risa de los ataques de quienes se atreven a atarse. La mano espera en la mesa. La persona atada la agarra, le pide a la mano que le hable. Y que entre. Y empieza el show con los espíritus que andan dando vueltas. La necesidad de indagar en lo ajeno, la insensibilidad frente a tanta invasión. Como los programas de chimentos, que tanto éxito siguen teniendo, esa es la película de terror. Los informativos de la noche. El celular que quema las neuronas de nuestros niños. La vida sentados frente a una pantalla enorme y no poder entender que te enseñan a desear…la película me pareció impactante, no se lo que vi.
Ahora no hay límites, solo luces que brillan y capturan quienes somos en una dimensión en la que todo se mide por el asombro. Todos los días le damos la mano a alguien. Háblame, te dejo entrar. Y este pasa o no. Si lo frenamos a tiempo. Nosotros elegimos, creemos que elegimos, como eligen los muchachones de la academia sueca, todas las santas primeras semanas de cada Oktubre, el único premio que nadie recuerda jamás: presidente de la república argentina. Y así. Todo lo que empieza como comedia termina como tragedia. O con la vieja pregunta de si nuestra mano es o no es una mano.


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