Ni tan derechos, ni tan humanos



Editorial » 05/02/2025

A casi dos meses de la arbitraria detención del gendarme argentino Nahuel Gallo por la Dictadura de Venezuela, ninguna de las entidades supuestamente «defensoras de los derechos humanos» de nuestro país expresó su preocupación...

A casi dos meses de la arbitraria detención del gendarme argentino Nahuel Gallo por la Dictadura de Venezuela, ninguna de las entidades supuestamente «defensoras de los derechos humanos» de nuestro país expresó su preocupación por nuestro compatriota, sobre cuyo paradero no hay certeza alguna. Como tampoco lo hicieron respecto a quienes están sitiados, rodeados, amenazados y sin energía eléctrica ni medicamentos dentro de la embajada argentina en el mismo país.
La doble vara de estos organismos quedó de manifiesto una vez más. No sólo no les indigna que un régimen fascista proscriba opositores, se robe las Elecciones, mantenga escuadras paramilitares y desaparezca, encarcele y asesine a quienes se oponen a su proyecto, sino que hasta se dan el lujo de apoyarlo abiertamente. Como prueba, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, en medio del repudio mundial al dictador Maduro, salieron a sobarle el lomo con un comunicado en el que le enviaron un «fuerte abrazo militante» en su nueva e ilegítima etapa de gobierno y que «tenga la fortaleza y la sabiduría suficientes y necesarias para continuar la Revolución Bolivariana». Toda una declaración de principios para quienes durante 40 años nos hablaron de los espantos, desapariciones y torturas de nuestra Dictadura. Pero una actitud esperable, si uno recuerda el apoyo expresado reiteradamente por la ya fallecida Hebe de Bonafini a agrupaciones terroristas como la ETA en España o su festejo por los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Y claro, por su permanente reivindicación de los terroristas del ERP y Montoneros, que nunca «lucharon contra la dictadura», como nos quisieron hacer creer contando la historia cambiada, sino contra una democracia –comandada por la «compañera» Isabel Perón- a la que quisieron reemplazar por un «estado socialista» a imagen y semejanza de los que hoy rigen en Venezuela, Cuba o Nicaragua y de lo que por suerte nos salvamos.
Pero parece que hay dictaduras buenas y dictaduras malas.
¿Los docentes de CTERA pasarán lista para preguntar dónde está Nahuel Gallo, o repartirán cuadernillos adoctrinadores entre chicos de primaria para contarles cómo un Estado puede hacer desaparecer a alguien impunemente, como lo hicieron otras veces?.
Para los adalides de los derechos humanos, la Izquierda y gran parte del peronismo-kirchnerismo, hay vidas que valen y otras que no valen tanto. Sobre todo, aquellas de los que portan un uniforme. Tal vez algún experto en psicología podría hurgar en la psiquis de tantos progres vernáculos, y explicar cómo pueden ser a la vez, tan reacios a militares, gendarmes y policías, si sus ideologías idolatran justamente a uniformados tan distintos en sus ideas pero tan extremistas en sus métodos como el General Perón o Fidel Castro.
Varas distintas o simplemente, incoherencias inexplicables de los que no son ni tan derechos, ni tan humanos. Como las de los que van a las marchas LGTBQ con remeras y banderas del «Che» Guevara, conocido odiador –y asesino- de homosexuales en la revolución cubana.


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