El tiro en el pie



Editorial » 01/03/2025

El «Criptogate» sólo puede entenderse de dos maneras: o el Presidente sabía lo que estaba difundiendo, lo que sería gravísimo, o no lo sabía, lo que sería igual de preocupante.

El «Criptogate» sólo puede entenderse de dos maneras: o el Presidente sabía lo que estaba difundiendo, lo que sería gravísimo, o no lo sabía, lo que sería igual de preocupante. De todos modos, el hecho no hizo sino ratificar algo que se ve desde hace rato: Milei tiene incontinencia verbal y también, incontinencia digital. Sus frecuentes expresiones e insultos contra periodistas, artistas y todos lo que no estén alineados a su pensamiento irritan y pueden equipararse a lo que en el mundillo del tenis se conoce como «errores no forzados». De lo que no se lo puede acusar, por ahora, es de corrupto.
Aunque será la justicia la que investigará su responsabilidad en este tema, no queda duda de que el caso constituyó un «tiro en el pie» para su gestión. Ante una economía con fuertes signos de recuperación, con la inflación bajando y la calle recuperada y libre de piquetes extorsionadores y con la reintegración del país al mundo libre, cada error de Milei le sirve a una oposición que está dividida, perdida y desesperada para tomar envión e intentar lo mismo que el peronismo hizo históricamente cada vez que no le tocó gobernar: tumbar al Gobierno.
Ya lo acusaron de querer «vaciar de fondos» o «privatizar» las universidades, de buscar «cerrar» los hospitales, y hasta se pintaron con la bandera multicolor para colarse en una marcha LGTBQ por sus dichos –en gran parte desafortunados, en parte ciertos- en Davos, pero las universidades y los hospitales continúan funcionando normalmente, y las minorías sexuales siguen viviendo con tanta libertad como lo venían haciendo. Aunque no deja de resultar curioso que tantas feministas marchen contra el discurso de Milei pidiendo «que se vaya», y ninguna haya marchado contra Alberto, procesado por romperle la cara a su mujer. La famosa doble vara, que también se ensayaba con musiquita y todo en la época de Macri, cuando hasta en las previas de las obras de teatro se lo puteaba a modo de chanza no tan inocente. Casualmente, otro gobierno no peronista. Al que también quisieron hacer caer. Y el primero de un signo distinto en terminar su mandato. Una suerte que no tuvieron Illia, De la Rúa ni Alfonsín. Si sabrán los peronistas de esas épocas…
Escuchar a los defensores de la banda de delincuentes que nos gobernó por casi 20 años hablar de «la estafa de las criptomonedas» resulta tragicómico. El perjuicio que la doblemente condenada y su séquito le causaron al país -y uno de cuyos artífices, el inoperante crónico gobernador Kicillof, todavía pretende ser el próximo Presidente-, es inconmensurable y lo seguiremos pagando por muchos años.
Se votó a Milei para terminar con la corrupción, el descontrol, la inflación y la inseguridad, entre otros temas. No para que cada día el presidente emprenda una nueva batalla dialéctica a través de X. Y se lo votó también esperando que no cometa los mismos errores de Macri, que permitió que la banda volviera al poder y nos dejara como nos dejó, con nidos de corrupción en cada estamento público y rumbo a una hiperiflación.
En estas condiciones, darse todas las semanas un nuevo tiro en el pie entraña el enorme riesgo de dejar de caminar firmemente por el camino que eligieron la mayoría de los argentinos. Y ya no podemos darnos ese lujo ni hay más tiempo que lo permita. No queremos más delincuentes en el Gobierno. Tomen nota, y actúen en consecuencia.


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