Se calcula que entre 1994 y 1999 se extrajeron sin ningún tipo de control más de dos millones de metros cúbicos de tierra en la tosquera de Villa Hudson.
Se calcula que entre 1994 y 1999 se extrajeron sin ningún tipo de control más de dos millones de metros cúbicos de tierra en la tosquera de Villa Hudson. Scarpato, la firma que explotó el lugar, pagó una cifra irrisoria a la Comuna por un negocio de varios millones de dólares. El resultado es conocido: la empresa se retiró dejando un gigantesco daño ecológico: un agujero de alrededor de 10 hectáreas y unos 40 metros de profundidad, que muy posiblemente haya dañado las napas de agua del distrito. En estos años, más de 20 personas murieron ahogadas en el lugar. Todo esto aconteció mientras los funcionarios municipales, algunos de los cuales ya murieron, hacían la vista gorda a lo que pasaba. Pero otros, como el actual diputado nacional y entonces intendente Julio Pereyra, su hermano Hugo, por esos días Secretario de Obras y Servicios Públicos, y aún hoy cobrando un sueldo en el Municipio, y Carlos Kunkel, quien se desempeñaba como secretario de Legal y Técnica en la Comuna, deberán rendir cuentas sobre el tema muy pronto.
Nayla Ramírez tiene 38 años y está cursando el tercer año de la carrera de Licenciatura en Trabajo Social en la UNAJ. Hace diez años, el 15 de noviembre de 2015, le tocó vivir el peor momento que le puede tocar experimentar a un ser humano: la muerte de su hijo Lautaro, de 12 años, ahogado en la tosquera de Villa Hudson. Lejos de rendirse, nunca bajó los brazos y hoy, con la ayuda del abogado José Luis Calegari, logró que la justicia reabra el juicio penal que la fiscal Dongiovanni había archivado pretendiendo que su reclamo quedara en la nada, como aconteció con otros casos que rozaban a los dueños del poder político local.
La causa también dio origen a una demanda civil, pero Nayla está más interesada en que los responsables de la muerte de su hijo vayan a la cárcel.
Aquel día, Nayla había venido de Quilmes a visitar a su hermana por un cumpleaños. «Lauti salió a jugar con los chicos como cualquier pibe que sale a la vereda a jugar con sus amigos. Iban a jugar a la pelota, nosotros no teníamos conocimiento de la tosquera, aunque mi hermana vive a aproximadamente 10 cuadras. Habíamos visto alguna que otra folletería, que se pegaba en alguna salita, pero uno no tomaba la dimensión de lo que era… Cuando vimos que Lauti no estaba, empezamos a preguntar y una de las nenas comentó que su hermano había ido a la tosquera. Tuvimos que buscar a unos chicos para que nos lleven al lugar porque no sabíamos dónde quedaba. Estuvimos buscándolo todo ese día. Llegó la noche, el municipio no tenía forma para seguir buscando, no había luminarias, todavía se buscaba por tierra. Al otro día, arrancó la búsqueda a la mañana. Después se esperó a los buzos tácticos, para entrar a la tosquera. Hasta que apareció un chico que había estado paseando con un caballo el día anterior y comentó que había visto un grupo de chicos ahí y que después vio a los mismos chicos llorando diciendo «cómo le vamos a contar a la madre», desesperados. Gracias a ese nene pudimos encontrar el cuerpo de Lauti… Lo sacaron de seis metros de profundidad», le dice a Mi Ciudad.
«Asumir lo que pasó me costó, hice un proceso para poder entender que los chicos no eran los responsables, que había otra responsabilidad que venía desde más arriba y no era la de ellos, sino desde otros lugares que son los que generaron esta trampa», agrega.
El juicio que la polémica fiscal Dongiovanni mandó al archivo y ahora fue reactivado, es contra la empresa Scarpato, el Municipio, la Provincia de Buenos Aires y los funcionarios ya mencionados. Nayla es clara sobre su pensamiento sobre la ex fiscal: «cerró la causa alegando que mi chico se había metido en un predio privado, que se había dirigido al sector más alto del lugar y se había arrojado. Le faltó decir que fue a suicidarse para poder archivarla. Pero él tenía 12 años, un montón de vida por delante y una familia que lo contenía».