ENTREVISTA

Aníbal Girón



Entrevistas » 01/12/2012

Aníbal Girón está al frente de una de las inmobiliarias más conocidas de la ciudad, pero durante su vida tuvo todo tipo de trabajos. Repartió leche a domicilio, manejó un taxi, fue animador y representante artístico, tuvo una carnicería y una tienda de artículos regionales, hizo una suplencia –a su amigo Cacho Sosa- en el Telégrafo, fue dueño del histórico periódico “El Varelense”, con el “Negro” Rosselli, y hasta fue uno de los organizadores de la inolvidable “Fiesta de la Flor”. Casado con Nélida Susana Vecchio –”la única novia que tuve, hasta hoy”, nos dice-, con quienes son padres de Susana y Néstor, y tienen tres nietos, siempre fue un hombre positivo y emprendedor. Entre sus recuerdos, menciona a los “bailes de las lucecitas”, que Luisito Márquez organizaba en el Varela Junior. Colaborador de siempre de Defensa y Justicia, fue “la voz del estadio”, y no olvida a Tito Tomaghello, ni a Alberto Giaccone, el encargado de soldar los arcos de la cancha de los “halcones”. Con él, dialogamos en su oficina de la Avenida Presidente Perón.

 

-Cuéntenos sobre su niñez…


-Nací en un pueblito de 2000 habitantes, Ascensión, en plena zona ganadera y agrícola, el 26 de setiembre de 1937. Mi papá era panadero, maestro de pala. Mi mamá hacía tortas, tejía… Eramos tres hermanos: Catti, Pochita y yo. Años después mi madre iba a tener otra hija, así que tuve otra hermana, María del Carmen. A los 13 años, mis padres se separaron y vinimos a Varela con mi mamá. A los 14, empecé a repartir leche en el centro de Varela con un carro y un caballo. Mi patrón era Pancho Gómez. Y mis clientes eran la señora de Genoud, los Gagliolo, la verdulería de Risso, los Romero, Moreno… Andaba con un tarro de cinco litros y una medida de un litro. Ellos dejaban la cacerolita afuera de la casa y uno ponía ahí la leche. Mi zona era en la Estación. Había un ligustro que iba desde la Casa Scrocchi hasta la verdulería de Risso, que estaba donde ahora está Victorica. Risso después puso una pizzería, con un pizzero que trajo de La Boca, y que tuvo que cerrar porque no daba abasto de tanto trabajo. Ahí yo ayudé como mozo para los carnavales. El Colorado Ganem, que era acomodador en el Cine Gran Rex, fue quien me enseñó que la bandeja se llevaba con la mano izquierda.


-Y tuvo muchos trabajos más…


-Sí. A los 16 entré como cadete en La Piemontesa, una tienda que vendía ropa de trabajo y estaba en Monteagudo, frente al bazar de Tomaghello y al lado de la pizzería de Charlón. El logo de esta marca era conocido, un perro tironeando la ropa, y por eso a mí me decían “Cinco Costuras”. Después me pusieron como encargado en una sucursal en el Cruce. Cuando hice el servicio militar en Río Santiago, como tocaba el bandoneón con Pascual Fava, me adjudicaron un clarinete y lo pasé muy bien. Entré a trabajar de noche en La Bernalesa, y a los cuatro meses, un vecino también llamado Fava, me ofreció comprar una carnicería que estaba en Monteagudo al 1100 y que su dueño, un tal Giménez, vendía. Le pedí unos pesos a Manolo Fernández, y al otro día empecé como carnicero sin saber nada del tema. También puse puestos en la Feria de Varela, en Berazategui y Solano. Y fui el primero en llevar la carne cortada a la Feria. Era el último en llegar y el primero en irme… En una semana santa, me puse a vender pescado, y compré un equipo de parlantes para hacer la propaganda.


-Así nació el tema de la publicidad…


-Sí. Un comerciante me ofreció hacer propaganda de máquinas de tejer y así empecé, con “Susy Publiicidad”. Tenía la carnicería y hacía propaganda con el coche y los parlantes. Más tarde compré un colectivo a “Campitos”, con el que se llevaba a la gente hasta Alpargatas, y después manejé un taxi. En esa época había dos: el mío y el de Chani. Pero volviendo al tema, ya con “Actual Publicidad”, en 1968, con Enrique De la Fuente y Romeo Rosselli, empezamos a hacer desfiles de carrozas, bailes en el Varela Junior con Los Náufragos, Sandro, D´Arienzo…festivales folklóricos, concursos de cantantes pueblo por pueblo, con una orquestita y secretarias, al estilo Roberto Galán… Hasta hicimos un maratón bailable, con Antonio Carrizo, que duró tres días, en el tinglado de los Bomberos, al que cerramos con un nylon. Y también representé artistas cono Pepito Pérez, el Grupo Uno, y los Cantores del Obraje, uno de cuyos integrantes sigue cantando en Los Fronterizos.


-Háblenos sobre aquellas inolvidables “Fiestas de la Flor”…


-Se había hecho una exposición de flores en el predio donde ahora están los bomberos. La organizó la cooperadora del Hospital Boccuzzi, en la que estaban Genoud padre, Ramírez, que tenía la casa Vanguard… Actuó Fidel Pintos y yo hice la locución. Al otro año, hablamos con los japoneses, Genoud nos recibió en su casa con una pierna enyesada, porque se había accidentado con la bicicleta… Ibamos a hacer la Fiesta en el Instituto Biológico y como no se consiguió, hablamos con Elvira Bodega y nos propuso hacerla en el Santa Lucía. El colegio solo tenía un tinglado, con piso de tierra, pero hablamos con Tino Rodríguez y lo armamos. Fueron ocho meses de trabajo. Se invitó a todas las escuelas a exponer gratuitamente. Había stands de agencias de autos y comercios… Y hasta un stand de Mi Ciudad, que siempre nos apoyó, con Coco y Cacho Suárez. Nunca hubo apoyo oficial, ni un peso. La Fiesta era del pueblo. Tambien nos ayudó mucho Enrique San Pedro, gracias a quien pudimos promocionarla por televisión. Rosselli se encargaba de la prensa, De la Fuente de la parte contable, y yo de buscar auspicios en la calle. Algunos nos creyeron y algunos no… Pero se hizo. En la inauguración hubo más de 15.000 personas. Cuando el Santa Lucía se remodeló, la fiesta pasó al Club Nahuel, donde Pancho Aquino era presidente y Claudio Iula, secretario.


-¿Cómo se hizo martillero?


-A través de Vergili y Corti. Ellos me impulsaron, cuando vendíamos lotes en “Techo Rojo” y les agradezco toda la vida por eso. Yo había puesto “El Cardón”, en Monteagudo y después me mudé a este local de Av. Perón, donde abrí la inmobiliaria. Don José Moreno venía con algún amigo rodeándolo con el brazo, los hacía entrar y les decía: “este es mi primo, te va a atender muy bien”… Y así me traía clientes. También le estoy muy agradecido a él. Don José y el Negro Rosselli fueron dos personas que me marcaron mucho.


-¿Cómo era el “Negro”?


-Parecía introvertido, pero a veces no hablaba porque estaba pensando. No daba un paso sin estar seguro.


-¿Quiénes son sus amigos?


-Muchos ya no están, como el Negro… Pero quiero nombrar a las familias Bodega, Flesler, Lemme, Tomaghello, Cadabón, Vecchio, Rizzo, Guglielmi, Regazzzoni, Calvi, Moreno, Ruggiero, Babuin, Bayerca, Miguel Andrada, Carlos Capece, Ciarlitto, Iula, Mariano Ferreres, Aníbal Pared… Y a los amigos del fútbol, Horacio Rosselli, Ricardo y Oscar Rogosz, Chalo Sitner, Montori, Refay, Bianchi, García, Cardoso, Giaccone, Melgar, Bacca, Guarisola, Aguirre, Amore, Bertoli, Fernandez, Yfran, Parenti, Gaby San Pedro, Cacho Gil, José Tibero, y de la mesa del desayuno, Carlos Valenga, Eduardo Moreno, Pedro Echagüe, Carlos Cintioni, Omar Rodríguez, Cristian Cáceres y muchos más…

 

-¿Está contento con la vida?


-Mucho. La vida me dio a mi madre, a mi esposa, a mis hijos, mi nuera, mi yerno y mis nietos…

 

-¿Qué le diría a Dios?


-A Dios le agradezco todo lo que me dio. Me pasaron cosas pero se superaron.


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