Mientras la comuna inspecciona reiteradamente a los boliches habilitados, proliferan en la ciudad casaquintas y residencias donde se hacen "fiestas privadas" con sexo y alcohol sin restricciones algunas para los menores, que ingresan libremente a ellas. Informe Especial.
Al comienzo de esta investigación, Mi Ciudad dio con uno de los organizadores de esta nueva modalidad de encuentros. Ante la entrevista, el hombre en cuestión planteó: “toda fiesta es privada, porque si alguien le festeja el cumpleaños a un hijo, sea en una casa o en un salón, deja entrar al que quiere, no es un evento para la comunidad”.
El fenómeno no tiene nada de misterioso ni de oculto, aunque para la mayor parte de nosotros no están a la vista, y que, incluso, no llamen la atención de las autoridades debido a lo que en ellas ocurre.
Estos encuentros van desde la recreación del ambiente de un local bailable, con música y tragos, pero en una casa o en un espacio cerrado propicio, hasta encuentros sexuales de los más desenfrenados.
Todos están disponibles a un click de distancia, y sólo es necesario buscar las propuestas en la red para acceder a la que cada uno quiera. Sin embargo, al ubicarse en esa zona gris en que no son contempladas por la legislación, estas “fiestas” pueden traer consecuencias indeseadas para sus participantes.
¿Quiénes y con quiénes?
fiestas privadas.
Según los organizadores de este tipo de “reuniones”, siempre hay un mecanismo que garantiza la seguridad. Así lo plantean, y postulan que cualquier exceso corre por cuenta de los asistentes, que bien podrían tener idéntica conducta desenfrenada en un bailable tradicional.
Sin embargo, la realidad es -o al menos debería ser en la legislación- diferente. Un local establecido en el marco legal que estable la normativa del distrito permite saber dónde están nuestros hijos, quiénes son los responsables de lo que les pudiera ocurrir mientras están allí, y en definitiva será quien llegado el caso deberá brindar las respuestas necesarias.
Todo es por demás
Jóvenes y adolescentes que asisten a fiestas privadas en nuestra ciudad confiesan haber visto desde alcohol en sus más amplias variedades, hasta drogas en este tipo de encuentros. La mayoría de ellos asegura, sin embargo, que esto no plantea una diferencia con algunos boliches habilitados.
“Droga hay donde quieras, y no tiene nada que ver con los organizadores de una fiesta privada o los dueños de un boliche, sino con cualquiera que la tenga y puedas comprársela”, dejó en claro Mariano R. (23).
Para Daniela S. (26), la diferencia entre regulados y no regulados beneficia a estos últimos. “Bebidas hay en todos lados, drogas también, y hasta es posible que si querés tengas sexo en algunos lugares. La cuestión está en que una fiesta privada tiene entrada más accesible, tragos más baratos, y una onda que podés conocer mejor antes de ir”.
No todos consideran lo mismo. Una joven de 18 que no quiso revelar su identidad aseguró que en una fiesta privada realizada en la zona céntrica de la ciudad en el último tramo de 2013 se sintió acosada sexualmente por algunos de los organizadores, que incluso llegaron a hacerle propuestas rayanas con la prostitución. “Pude entrar sin ningún problema, teniendo en ese momento todavía 17, es decir, era menor y no tuvieron problema. Y después quisieron proponerme formar parte de distintas fiestas pero como para acompañar a ciertas personas que pudieran ir, que supongo que serían gente importante o políticos”, reveló nuestra entrevistada.
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