ENTREVISTA

Manuel Echavarría



Entrevistas » 01/05/2015

Manuel Echavarría nació en Villa Susana, el 22 de diciembre de 1941. «Cuando en Florencio Varela éramos muchos menos de los que somos ahora», nos dice. En ese mismo barrio pasó gran parte de su vida, y también, tuvo a cargo con su hermana, un recordado almacén, en la esquina de Mac Morine y San Luis.

Casado con Alicia Alvarez, y padre de Jorge, Walter y Viviana, tiene seis nietos a los que dedica gran parte de su tiempo, sobre todo desde que decidió poner fin a su actividad laboral. Fue un activo dirigente del Club Varela Junior, cuando junto a Juan Tellechea, Jorge Dreyer y un puñado de valientes levantaron a la institución en una de sus etapas más difíciles, y también ocupó un cargo dirigencial en la Cámara Argentina de Videojuegos. En nuestra ciudad encabezó varios emprendimientos, dejando en todas partes su sello de honestidad y trabajo, y sembrando amistad a su paso. En nuestra charla se lo nota contento, pero un dejo de nostalgia se le dibuja en su rostro por un instante, al recordar que el mayor de sus hijos, Jorge, está radicado desde hace años en Estados Unidos, aunque rápidamente recupera la sonrisa, consciente de que allá él encontró su destino. Amigo y lector de Mi Ciudad desde siempre, también apoyó repetidas veces distintos torneos organizados por nuestro medio. Y por supuesto, pese a su característico bajo perfil, no podía negarse a darnos esta entrevista.

-¿Qué recuerda de sus padres?

-Mi papá fue un hombre de trabajo, camionero, que no disfrutó de la vida. Mi mamá, una mujer muy buena, de las de antes, ama de casa, que se pasaba casi todo el día en la cocina…

-¿Qué enseñanza le dejaron?

- Me enseñaron a ser bien visto por la gente, a no tener problemas con nadie. Y creo que lo puse en práctica.

-Cuéntenos sobre su infancia.

-Nosotros nacimos en el lugar donde hasta el 16 de enero de 1983 funcionó el almacén. Cuando terminé la primaria, empezamos con una despensita que nos puso mi papá. Y fueron 29 años y medio con ese negocio. Fui a la Escuela de Hermanas hasta segundo grado, de tercero a quinto fui a la Escuela Nº 1, y terminé en la Nocturna de la 1, donde tuve de maestro a Angel Basta.

-¿Quiénes eran sus compañeros?

-Mis compañeros de escuela eran Franz Clays, que es un belga con el que pronto me voy a reencontrar, Néstor Cetra, Galli, un primo mío que se llamaba Cardozo, Charadí…

-¿A qué jugaba?

-Jugaba al fútbol. Después empecé a jugar a la pelota a paleta, y ya de grande al tenis, al squash y los últimos años, al golf.

-¿Con quiénes jugaba al fútbol?

-Con los chicos del barrio, Julio Alas, Alberto Mónica, Carlos Rosetti, Pochito Martínez, Juan Abretch, Eduardo Schiavini… Alas era el que más se destacaba.

-Le habrá pegado algunas patadas…

-Y, sí, le pegué bastante.

-¿Cómo fue la época de los bailes?

-Íbamos a bailar a Los Locos que se Divierten, que ahora es el Club Nahuel. Y al Varela Junior, donde se hicieron en 1959 los famosos «bailes de las lucecitas», que se transmitían por radio. Ahí me reencontré con Alicia, que era compañera de primaria de mi hermana Anita, y nos pusimos de novios.

-¿La conocía de antes?

-Yo la conocía de cuando éramos chicos. En uno de esos bailes la volví a ver, cuando teníamos 18 años. Y ahí me gustó. Éramos muy jóvenes…

-¿Tuvo que pedir su mano?

-Sí. Todo de rigor, como era antes. Pero se demoró porque yo no sabía si iba a hacer el servicio militar o me iba a salvar… Entonces ella me dijo que esperara, que si lo hacía, hablábamos a la vuelta… Cuando me salvé, fui a dar la noticia a mi casa, y de ahí fui directo a la casa de ella. Y ese fin de semana fue la presentación oficial.

-¿Habló con su futuro suegro?

-Sí. Entré, me presentó a su padre, le dije que estaba interesado en ella, que sabía qué tipo de familia eran… y que quería que me conocieran. Así empezamos. Estuvimos de novios un poco más de dos años… En esa época yo estaba con el almacén. Cuando me casé empecé como complemento con el tema de los metegoles y los billares. En 1981, empezamos con la novedad del pool. Había comprado algunos pero eran caros, importados, yo quería una cantidad y pensé que si desarmábamos uno, seguro alguno de los muy buenos carpinteros que habían en Florencio Varela iba a poder armarlos. Pero todos tenían mucho trabajo y no podían tomar el compromiso. No conseguía a nadie. Y un día, en el almacén, apareció Hugo Melgar, y me dijo que él podía hacerlos. Empezó a fabricarlos, tuvimos más de 500… Eran muchísimos… Los llevábamos a los clubes, a los bares… Yo le decía que por cada diez que me hacía, se quedara con uno y lo instalara. Y así fue creciendo. Y más tarde, armamos Mebilltronic, una empresa de videojuegos.

-Usted siempre se destacó por hacer crecer a la gente que tuvo al lado…

-Sí. El orgullo que me queda es haber terminado mi actividad comercial sin problemas. Nunca recibí un telegrama, ni una carta documento, nunca tuve inconvenientes con el personal, a muchos los sigo viendo, me vienen a visitar… Todos progresaron, pudieron hacerse sus casas… Y nadie me falló, a Dios gracias. Y soy muy feliz. Un día decidí retirarme porque consideré que mis hijos ya estaban bien encaminados, habían empezado a hacer otras cosas… Creo que era el momento. Hay que ser ambicioso en la vida, pero tampoco desmedido. Y lo que yo hacía, ya lo podían hacer otros, con más ganas que yo. Una vez me enfermé, y le pedí a mis hijos que si me pasaba algo, tuvieran bien al personal, porque todo lo que yo había logrado era gracias a ellos. Y era verdad. Hoy soy feliz, que es lo más importante. Cada mañana digo gracias Señor por un día más… No busco temas que me puedan complicar. Hay cosas para las que ya no tengo ganas. Hoy me levanté a las 9 de la mañana… Y para mí, alguien que se levanta a las 9 de la mañana ¡es un vago! Me dedico a mis nietos, a ver a Defensa y a Racing…

-Hablando de eso… ¿Por quién hincha cuando juega Racing contra Defensa?

-Para Defensa, de corazón. Porque es de acá, nuestro, y por todo lo que logró, gracias a sus dirigentes.

-En su momento usted también lanzó las «Moneiditas», esa especie de cajita-monedero para poner monedas y cospeles. Es más, yo todavía tengo y uso una…

-Ese fue uno de nuestros fracasos, porque nos falló la distribución. También fracasó el paintball, que habíamos armado en el Cruce Varela.

-Es algo para decirle a los emprendedores… No todo va a salir bien…

-Es así, y hay que estar preparado para eso. Tampoco nos salió lo del Bingo, una sociedad que habíamos formado y que era el Bingo de antes, el de los cartoncitos, y todos los meses daba pérdida. Ese negocio me salió mal, y lo peor es que hice asociarse a algún amigo… Pero bueno, en general los proyectos que encaramos fueron positivos.

-¿Quién fue su «personaje inolvidable»?

-Como ídolo, Guillermo Vilas. Alguien que fue un espejo donde mirarse porque lo que logró fue por su sacrificio y su trabajo, porque técnicamente había muchos mejores que él. Vilas cambió el tenis en el país. Y en lo personal, de mucha gente saqué algo positivo. Traté de rescatar lo mejor de cada persona que conocí. Muchos de ellos ya no están.

-¿Está contento con la vida?

-Contento con la vida y con Florencio Varela, que me dio todo.

-Díganos algo sobre Alicia, su esposa…

-Mi señora… Es una compañera de toda la vida que no quiero ni pensar qué haría si me llega a faltar. Por suerte parece que somos los hombres los que nos vamos primero. El 95 por ciento de la educación de mis hijos se debe a ella, en esa época yo casi ni paraba en casa por mi trabajo.

-¿Qué le diría a Dios si lo tuviera enfrente?

-Gracias por todo lo que me dio y me está dando día a día. Voy todos los fines de semana a misa, no falto. Tengo que hacerlo, por todo lo que me dio. No me puedo quejar, ni decir nada. Tengo todo lo que un ser humano quiere tener. Mis hijos, mis amigos, mi familia… Todo bien. Y espero seguir así.


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