Por Cristian Amaya
Las fuerzas de seguridad son parte de nuestra vida cotidiana. Hoy más que nunca se puede apreciar el incremento de personal policial patrullando las calles de Varela. Más allá del uniforme que porten o no, su trabajo se basa en hacer cumplir las normas básicas de convivencia y servir a la comunidad.
Aunque parezca obvio que como agentes de la ley, es imperativo que también deban cumplirla, existen agentes que hacen todo lo contrario: abuso de autoridad, violaciones de los derechos humanos, uso de la fuerza sin justificación, discriminación y un largo sin fin de etcéteras. Esto se define bajo el concepto de violencia institucional y esta pequeña guía va a profundizar en sus formas y en cómo defenderse ante ella.
Primero que nada, es necesario saber que los encargados de hacer cumplir la ley deben recurrir a métodos no violentos, salvo que sean ineficaces. El empleo abusivo de la fuerza es un delito y no puede ser justificado por ningún motivo. Hay muchos casos que quedan aislados ya que las víctimas tienen miedo a no ser escuchadas o a posibles represalias.
No sólo podemos hablar de lesiones físicas, la violencia psicológica también está presente en el accionar cotidiano de algunos integrantes de la Policía Bonaerense. Suelen recurrir a la estigmatización, a las acusaciones de posesión de estupefacientes o insultos doblegando e intimidando a la víctima y poniéndose a ellos mismos cómo representantes de todo lo bueno, haciendo de cada procedimiento «legal» una pesadilla para quien se cruce con ellos.
Tenemos un caso que hace meses estuvo rondando por las redes sociales. «Tito» es un menor de edad que vivió en carne propia de parte de integrantes de la Policía Local (vulgarmente conocidos como los «pitufos») un intento de arresto injustificado. En su testimonio manifestó: «estábamos con un amigo tranquilos en la Casa de La Cultura, cuando dos oficiales nos empezaron a insultar, yo me acerqué a pedirles que nos dejen tranquilos porque no estábamos haciendo nada y casi nos llevan, siempre faltándonos el respeto». Un video que se difundió masivamente en Facebook muestra claramente el momento en el que intentaron meterlo al patrullero, mientras la gente salió en defensa del menor. Finalmente los uniformados se retiraron del lugar.
Hay otros casos así, se necesitaría más de una página para relatarlos y por miedo es claro que no todos se animan a hablar. El prejuicio es otro de los grandes motivos. Hay ciertos rasgos físicos, costumbres, lenguajes y vestimentas al estilo deportivo que están asociadas a la delincuencia en la mente de un neo fascista. Son las victimas preferidas en lo que respecta a la violencia institucional. Frases como «la gorra te caga a palos igual aunque no tengas nada», «yo fui a denunciar y me dijeron que es por vestirme así» o «siempre es así, no podes hacer nada, te tenés que quedar con la bronca» son escuchadas en las calles de San Jorge, Bosques Norte, Villa Angelica, Zeballos y otros barrios varelenses día a día. Sus identidades no son necesarias, es la voz de muchísimos chicos y chicas. Y no sólo de esta localidad, esto sucede en gran parte del conurbano bonaerense.
No podemos hablar de este tema sin mencionar el «gatillo fácil», término que recientemente volvió a reaparecer en los medios. Si bien hay algunas situaciones en las que se dan a conocer, hay casos de «enfrentamiento seguido de muerte» que sólo cuentan con la versión de las fuerzas de seguridad.
El maltrato no sólo sucede en las calles. En las comisarías hay decenas de personas que cada mes son golpeadas, vejadas y tratadas peor que animales. Por su condición de detenidos lamentablemente deben llamarse al silencio. Aunque el encierro obedezca a una condena, el personal no puede agravarlo con usos abusivos de la fuerza.
Sin embargo, no todos los policías están del lado equivocado de la ley. Y hay instituciones que se encargan de tratar con estos asuntos.
La Fiscalía y Defensoría de Florencio Varela se ubica en Av. Teniente Gral. Perón 454. Ese es el lugar indicado para radicar una denuncia de este tipo. Es importante relatar el hecho tal cual sucedió y si es posible identificar a los efectivos involucrados en el mismo. Siempre hay que prestar atención a las patentes de los móviles y aportar datos concretos. El horario de atención es de 7a 14, es recomendable ir temprano.
El proceso sigue en la Delegación de Asuntos Internos, que se encuentra en La Plata, Calle 51 al 779, entre 7 y 8. La línea telefónica 0800-999-8358 funciona las 24 horas, sin embargo es necesario ir a la «Ciudad de las Diagonales» para validar la denuncia hecha en Fiscalía. En ese lugar lo van a asesorar y le van a dar la información necesaria para hacer un seguimiento del caso.
Es de suma importancia hacer los trámites cuanto antes, ya que hay que constatar qué clase de lesiones se produjeron si es que las hubo y cuanto más pasa el tiempo, más difícil es comprobarlo. Las pericias médicas son la última parte de las denuncias y desde la misma oficina de A.I. se indica a donde deben ir a realizarse, también en la misma ciudad.
El personal encargado de estas denuncias siempre va a tener un trato respetuoso y libre de prejuicios, por lo que cualquier víctima de esta injusticia puede ir a dar a conocer su experiencia, no importa su edad o costumbres.
Una sociedad informada puede empezar a construir una mejor policía y este es el momento de empezar a hacerlo.
Autor: Cristian Amaya.
El autor de este informe, Cristian Amaya, tiene 20 años, es estudiante de periodismo en la UAI y fue víctima de un episodio de violencia institucional el martes 4 de julio último. Ese día, alrededor de las dos y media de la madrugada, Cristian estaba junto a dos amigos tocando la guitarra en un campo que está al lado del Polideportivo Municipal de Avenida Thevenet, cuando aparecieron cuatro patrulleros y de ellos se bajaron varios policías que empezaron a increparlos, preguntándoles «dónde estaba la marihuana», obligándolos a tirarse al piso, cargándolos y pisándole la cabeza a uno de ellos por haberlos mirado. También los registraron, sin encontrarles nada extraño. En ese momento Cristian les preguntó por qué hacían eso, diciéndoles que él era periodista, a lo cual le respondieron con más furia, pegándole patadas, inclusive en la cabeza, preguntándole «¿Qué? ¿Me vas a hacer un informe?», y agregando una mujer policía: «Si sale del campito va a hacer el informe». Luego los dejaron ir de a uno.
La denuncia está radicada en la Fiscalía Nro. 2 de F. Varela y en la Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
Están al tanto del caso el Ministerio de Seguridad de la Nación y la Jefatura de la Policía bonaerense.
El Comisario Walter de la Fuente , subjefe de la Policía Bonaerense se comunicó para solidarizarse, ofrecer protección a Cristian y asegurar que el hecho será investigado.
Aunque la agresión no tuvo lugar en momentos de estar cumpliendo tareas periodísticas, se incrementó al enterarse los uniformados de la calidad de tal de Cristian, por lo cual el hecho también fue informado al Foro de Periodismo Argentino (FOPEA).