EDITORIAL

Los setenta ya pasaron



Editorial » 01/01/2018

«Fuera Macri». El mensaje que podía leerse en muchos de los colectivos que movilizaron gente a la Plaza del Congreso, y en varias de las pancartas que se vieron en la marcha contra la reforma previsional, no dejó dudas. Al kirchnerismo duro y a la ultraizquierda lo que les importa no es una ley que modifique la forma de aumentar las asignaciones de los adultos mayores, sino voltear al Gobierno.
Los que vetaron el 82 por ciento móvil, se gastaron la plata de la ANSES en genialidades para perseguir a críticos y opositores como el programa «678» y quebraron el sistema previsional con su demagogia irresponsable, ahora se disfrazan de «defensores de los jubilados», cuando en realidad quieren recuperar el poder perdido en las urnas mediante la fuerza y evitar la cárcel, que les va llegando de a uno, como consecuencia de sus múltiples desfalcos.
Militantes kirchneristas, del Partido Obrero y otras expresiones que en las Elecciones no suman adhesiones ni para presidir una sociedad de fomento, que habitualmente inundan las redes sociales con mensajes golpistas, pasaron esta vez un límite, y transformaron el espacio público en un campo de batalla, en el que la policía fue la víctima impasible, y varios edificios históricos, objeto de su demencial destrucción.
Ver a un ex candidato a diputado nacional apuntando un arma casera hacia los agentes que resistían, desarmados por una jueza de dudoso criterio, un ataque que por milagro no terminó con un muerto, simboliza cuál es el país que quieren estos «representantes del Pueblo», que habitualmente cortan calles y cometen desmanes de todo tipo en nombre de una representatividad que nunca tuvieron ni tendrán, habida cuenta del repudio mayoritario que cosechan en cada Elección.
Por si hiciera falta algo más para comprobar el plan destituyente, un intendente kirchnerista irrumpió violentamente en la sesión que se llevaba a cabo en la legislatura bonaerense. Nunca se vio algo similar. La barbarie afuera, buscando evitar el trabajo de los diputados, adentro. La insistencia de algunos para levantar la sesión y quebrar uno de los bastiones del sistema democrático: el funcionamiento de su poder legislativo.
La revelación de decenas de negociados ejecutados durante la «década ganada», junto a la luz que se va echando sobre el vergonzoso pacto con Irán para encubrir el mayor atentado de la historia argentina, que le costó la vida al Fiscal Nisman, tienen nerviosos a muchos que ven extinguirse los últimos jirones de un poder que creían eterno y que buscan retener a toda costa, aún fuera de la ley.
Pero la gente votó otra cosa, hace apenas tres meses. Y los que perdieron deberán respetarlo. Macri no es De la Rúa, así como Máximo Kirchner y los muchachos de La Cámpora no son Fidel Castro y sus camaradas bajando de la Sierra Maestra.
Los 70 ya pasaron. Y la sangre derramada tendría que ser suficiente motivo como para entenderlo para siempre.


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