Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
Enrique De la Fuente nació el 24 de octubre de 1939, en Capital Federal. Es ingeniero y docente, y también, titular de un comercio local junto a Jorge Barbalán. Tiene una hermana, que se llama Hilda. Cuando tenía un año de edad, su familia se mudó a Florencio Varela, lugar en el que sus padres Benito De la Fuente e Hilda Devincenzi habían nacido. Entre sus divertimentos, se encuentra habitualmente con un grupo de amigos para jugar a las cartas y discutir sobre fútbol. Fue hincha de Boca y ahora es de Defensa, pero tiene una particularidad: es socio vitalicio no sólo del “Halcón”, sino también, de los clubes Nahuel y Varela Junior. Su vida aún presenta más facetas: fue promotor de espectáculos, y uno de los impulsores de las inolvidables “Fiestas de la Flor”, y hasta desempeñó por un tiempo la dirección del recordado periódico local “El Varelense”. Tiene una hija, Raquel, y dos nietos, y está de novio con Hebe, el primer amor de su vida.
-¿De qué trabajaban sus padres?
-Mi padre era empleado del Banco Provincia, y mamá era maestra. Trabajaba en el Patronato de la Infancia, en Claypole. Ellos eran de acá, y se habían ido a Buenos Aires cuando se casaron. Eran personas cariñosas. Mi papá nunca nos pegó, era de hablarnos, de imponer autoridad hablando.
-¿Quién lo cuidaba cuando ellos se iban a trabajar?
-Hasta los seis años vivíamos al lado de la casa de mi abuela, Emilia Devincenzi, que era la que me cuidaba. Era viejita, arrugadita, con problemas para caminar, y muy cariñosa. Nos trataba muy bien no solo a nosotros, sino también a todos mis primos.
-¿También le hacía la comida?
-A veces. Normalmente la comida la hacía mi mamá cuando volvía de la escuela.
-¿Tuvo una buena infancia?
-Sí. Muy linda. Teníamos una casa con perros, gatos, gallinas, árboles frutales… Siempre había alguna cosa con la que entretenerse. Primero vivimos en la calle España 331, frente a lo que hoy es el colegio William Morris, y después de los seis años, en Mitre 44, donde ahora está la Torre Varela III.
-¿Quiénes eran sus amigos de juegos?
-Principalmente mis primos, que vivían a media cuadra, Héctor y Oscar Barosela, y Jorge y Graciela Devincenzi.
-¿A qué escuela fue?
-A la Escuela 1. Mis maestras fueron la señora de Añorga, Evelia Selito, que vivía en Mármol, y en la Secundaria la tuve de nuevo, como profesora..Y en primero inferior tuve como maestra a mi mamá.
-¿Cómo era ser «el hijo de la maestra»?
-Conmigo era igual que con los demás. No hacía diferencias.
-¿Recuerda a sus compañeros?
-Mi primo Héctor, Ghio, Nakandakari, Jorge Supervía, Ana María Villa Abrille, Higa… Fueron mis compañeros hasta tercer grado. Cuando estaba a mitad de año, me enfermé de fiebre reumática. Estuve hasta octubre en cama y perdí el año.
-¿Hubo mucha gente con esa enfermedad?
-No. Con lo que hubo mucha gente fue con la poliomelitis. Cuando terminé, dí un año libre y pasé a quinto. Ahí tuve nuevos compañeros, uno se llamaba Selito pero no tenía nada que ver con la maestra, Del Vito, Macedo, Raquel López, la hija de Abel… Yo me llevaba bien con todos. En esa época no se usaba bardear, ni hacer bullying. Cuando terminé la primaria, como en Varela no había secundaria, fui al Instituto de Lomas de Zamora. Viajaba todos los días en tren. Tengo grandes recuerdos de aquella escuela y de mi grupo de compañeros.
-¿Hacía algún deporte?
-A los quince años me hice socio de Defensa. Ahí aprendí a jugar al baby fútbol, a las bochas, al billar, al ping pong. Jugábamos al baby en la cancha de básquet, con Chacho Garlatti, Carlos Caparé, Boyé Calegari,...
-¿Quién jugaba realmente bien?
-Los que jugaban bien eran mayores que nosotros, como Angel Llanos, Vicente Briega y Alfredo Ferreyra. En esa época Defensa jugaba campeonatos… Y también había un grupo de básquet femenino. Yo no me destacaba mucho en ningún deporte, pero jugaba a todos. El club estaba sobre la Avenida San Martín, enfrente de donde ahora está la Iglesia Universal. Al lado, vivía Atilio Cameriere, que en el mismo lugar tenía la peluquería, y del otro lado, había una pensión.
-¿Vivía mucha gente en esa pensión?
-No creo, porque no era muy grande.
-¿A dónde iba a bailar?
-Los bailes se hacían en el club Nahuel, que al principio se llamaba “Los Locos”, pero como Personas Jurídicas le impugnó el nombre le pusieron “Los Locos que se divierten”… Ese también se lo cuestionaron y quedó “los que se divierten”. Después no sé por qué le pusieron Nahuel. Después empezaron a hacerse bailes en el Varela Junior. Normalmente eran con dos conjuntos en vivo, una Típica y una “Jazz”, con algún número local. Y también íbamos a bailar a Elsieland, en la Avenida Calchaquí.Aunque yo recuerdo más al Nahuel por la pileta que por los bailes…
-Imagino lo que habrá sido cuando la inauguraron…
-Sí. Fue la primera pileta de Varela. Me acuerdo de cuando la abrieron. Yo nadaba bastante bien. Enfrente del club había un baldío muy grande donde jugábamos al fútbol. Los domingos a la noche, nos quedábamos a vaciar la pileta y llenarla de nuevo. El agua nueva era bastante fría…
-¿De qué trabajó?
-A los 18 años entré a ENTEL, la compañía estatal, como telefonista. Empecé en Lomas, después en Ranelagh y Varela. En esa época se empezaron a cerrar las centrales manuales, y terminé en Buenos Aires.
-Y después llegó la época en que a los bailes los organizaba usted… ¿Cómo fue eso?
-En realidad el que inició todo fue Aníbal Girón. Nos invitó a Romeo Rosselli, Tato Vale, los hermanos Mancuso y a mí a empezar con los bailes de Carnaval en el Varela Junior y el corso en la Avenida San Martín… Trajimos a D´Arienzo, a Sandro, a Los Gatos con Lito Nebbia, a Los Iracundos, y también tocaba Ernesto Porto. A De Angelis, lo trajo un muchacho que se llamaba Panigatti.
-Y un día arrancaron con la “Fiesta de la Flor”.
-Sí, en la década del 70.
-Revolucionaron la ciudad con eso…
-Sí. La organizábamos con “Actual Producciones”, con Girón y Rosselli.
-¿Cómo se les ocurrió?
-Como siempre el emprendedor fue Girón. Había visto la Fiesta de la Flor de Escobar y dijo “nosotros tenemos muchos productores en Varela, podemos hacerla acá”… y ahí arrancamos, viendo a todos los productores de flores y jardines, ya los comerciantes que quisieron sumarse.
-¿Se superponían ambas exposiciones?
-No. La de Escobar era el 12 de octubre y la nuestra el 21 de septiembre. Terminaba la nuestra y empezaba la otra. Girón también hacía los 21 de septiembre un desfile de carrozas con los colegios, así que se armó todo junto. Nos ayudó mucho Enrique San Pedro, que consiguió que Ferrocarriles del Estado nos permitiera armar un jardín en la Estación de Constitución, que la Policía Federal nos acompañara para traer una carroza de Casa de Gobierno… Y nos hizo llegar a los canales de televisión. Hasta Rosselli fue a almorzar con Mirtha Legrand.
-¿Cuántas Fiestas de la Flor hicieron?
-Cinco. Del 70 al 74. Y en 1973 y 1974 también hicimos Expo Flor Mar del Plata, desde fines de diciembre hasta marzo.
-También se recibió de ingeniero…
-Aunque no tenía mucho tiempo, estudié Ingeniería en la Universidad de La Plata, y en 1976 me recibí. A partir de ahí, con otro Ingeniero de Varela, Hugo Ducó, y un comerciante de Avellaneda, José Sanchez, armamos una empresa de instalaciones electromecánicas. Empezamos en 1977 y duramos hasta la época de la hiperinflación.
-¿Dónde ejerció la docencia?
-En la EET Nº 2, que le decían “el Chaparral”, la EET Nº 1, en la Secundaria Nº 1 que estaba arriba de la Escuela 11 y ahora está en la calle Quintana y en la EEM 2 de Bosques. Daba Taller de Electricidad y de Informática, y Física. Ahora estoy en la Secretaría de la EET Nº 1, como administrativo, a punto de jubilarme.
-¿A qué profesores recuerda de esa época?
A Atilio Cascardo y a Zanet, que fue el primer Director de la Secundaria Nº 1.
-¿Usted está divorciado?
-Me casé con la profesora Ana Bühler, con quien tuve a mi hija Raquel .Me separé en 1976, y en 1989 me casé con Celia Forni. Quedé viudo en 2001, y años después, la vida me reencontró con mi primera novia -se emociona al nombrarla- Hebe Mazzochi. Es profesora de Letras, la conocí cuando era un joven que viajaba en tren a estudiar a la La Plata. Ella vive en su casa y yo en la mía, pero salimos muy seguido.
-¿Está feliz con su vida?
-No me puedo quejar.. La vida me dio mucho más que lo que le da a mucha gente. En algunas oportunidades puse muchísimo de mí, y en otras no tanto. Tuve lo más importante: esposa, hijos, trabajo, un título universitario, un pasar relativamente bueno, y hasta hace poco tiempo, una muy buena salud…
-¿De quién aprendió algo para siempre?
-De mis padres. Mi padre decía que “para ser honesto, hay que serlo toda la vida”. Y mi madre, cuando murió papá fue la cabeza de mi familia. No solo para mi hermana y para mí. También para mis primos, y mis sobrinos. En mi casa nos encontrábamos todos. Y ella era el apoyo de quien la necesitara.
-¿Cree en Dios?
-Yo diría que no.
-¿En qué cree?
-Dudo, no creo. He visto muchas religiones, sin participar en ellas, leí sus normas y sus reglas y no me parece posible ninguna. Igualmente, podría haber un Dios aunque las religiones no se correspondieran con él, pero la verdad es que por las pruebas que se ven es mucho más probable que no lo haya. Y dentro de poco me voy a enterar… (se ríe)
-Bueno, no tendrá apuro ¿no?
-No. Mientras tenga una salud que me permita desempeñarme bien y no ser una carga para nadie, no tengo ningún apuro.
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