Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
Que el 2020 fue un año de crisis y malas noticias no es ninguna novedad. Sin embargo, para Rocío del Carmen Hasperué, también significó la posibilidad de reinventarse. “Necesitaba el desorden para recomenzar desde cero”, dice esta varelense de 32 años, radicada en Los Angeles, Estados Unidos, a Mi Ciudad. Y agrega: “me encanta la incertidumbre, porque es el mejor estado para crear”.
“Aunque en estos años tenía un trabajo full time y económicamente estaba muy bien, no tenía la inspiración que necesitaba y estaba dejando atrás muchas cosas. Por eso digo que este sacudón me vino muy bien”, afirma con convicción.
Instalada en aquel país desde hace siete años, Rocío, ex alumna del Instituto Nuestra Señora del Sagrado Corazón de F. Varela, en esta ciudad integró, como cantante y guitarrista, la banda “Dammit Janet” junto a Germán Bussolo, Diego Mussi, Luciano Isidori y Maximiliano Angrisani. El grupo se presentó en varios bares zonales, entre ellos el recordado “Lo de Laura”, en la calle Rivadavia de nuestra ciudad, y también intervino en algunos festivales de Zona Oeste. Luego de esta experiencia, Rocío encaró su propio proyecto: “The attack od the cupcake doll”, para el cual contó con la ayuda de Adrián Fiorizo. La música que interpretaba era alternativa, aunque también tenía “contenidos de post funk y noice”, según nos cuenta. Fue en aquel momento cuando Rocío decidió dar un giro a su vida. “Hicimos un LP y me lo traje para acá. Yo estaba estudiando Traductorado en la Facultad y tomaba clases de Historia del Arte, pero no iba ni para atrás ni para adelante. Entendí que no era lo mío. Me tomé un semestre y me vine a Seattle. Llegué en un buen momento, y se me abrieron muchas puertas. Conocí músicos y productores, había una gran apertura, mucha movida musical. Ahora eso cambió y las grandes empresas coparon todo”, asegura.
Sus primeros tiempos en Estados Unidos incluyeron su unión a una nueva banda: Gruft, con la que hicieron varias presentaciones, algunas en Washington, y tuvieron una gran repercusión en radios locales –como la popular Kexp- y hasta canadienses. Uno de esos recitales tuvo un marco singular: The Crocodile, la famosa sala de conciertos de Seattle en la que actuaron, entre otros grandes, Nirvana y Alice in Chains. Cuando en 2017, este grupo se disolvió, Rocío siguió escribiendo música. Como legado, Gruft dejó un disco, “Dude poissoning”, que puede encontrarse en Spotify.
El año último, volvió a Florencio Varela a visitar a su familia, quedándose varada por la Pandemia desde marzo hasta septiembre. “Aproveché para estudiar teatro y seguí escribiendo”, relata, y amplía: “y decidí instalarme en Los Angeles”.
En aquella hermosa ciudad de la Costa Oeste de Estados Unidos, Rocío está trabajando en un proyecto musical que denomina “Las Méndez” –utilizando su segundo apellido- . “Estoy escribiendo un guión y me metí en el mundo del Indie –nos dice- Acá en Los Angeles lo cinematográfico se desmembró bastante y se está creando mucho en forma independiente. Pegué unos laburitos en sets, fui conociendo gente y lo último que hice fue actuar en un corto”.
Abierta a los cambios que la vida le presente, talentosa y sanguínea, y dueña de un ángel especial, Rocío se confiesa apasionada por las ciencias ocultas, ampliando sus actividades a la lectura del tarot y al Reiki y hasta asegura que puede “leer el aura” a quienes estén predispuestos a ello. Seguramente su futuro estará lleno de buenos augurios. Ella es la principal garante de que así sea.