Ajedrez



Editorial » 01/05/2021

«El sistema de salud se relajó», dijo el Presidente Fernández, causando la imaginable indignación de médicos y enfermeros. Sus desafortunadas declaraciones fueron rechazadas por varias asociaciones médicas y hasta originaron una cadena de videos en la que médicos de todo el país se grabaron trabajando y mostrando irónicamente su «relajo». No fue un buen discurso el de ese día, ya que el mandatario también dijo, con supina ignorancia, que los chicos discapacitados «no entienden» la pandemia, cosechando el repudio de la Asociación Síndrome de Down. Pero todo vale a la hora de delegar responsabilidades en otros. Cuando no es la oposición, son los medios. Y ahora, hasta los médicos.
«No sé como me contagié», dijo además Alberto, luego de participar en innumerables reuniones y dar abrazos sin barbijos ni distancia, poco antes de anunciar las nuevas restricciones para la circulación, que impiden trabajar libremente a muchos comerciantes, pero permiten que las numerosas ferias ilegales del conurbano sigan funcionando con total libertad y sin ningún tipo de cuidado. Y que no dejan que un ciudadano común pueda despedir a un familiar muerto, pero toleran que, en el velorio de un ministro, de nuevo, se vea al Presidente a los abrazos en medio de un gentío. Lo que está prohibido para todos, no lo está para los amigos del poder. Del mismo modo, algunos docentes que quieren las aulas cerradas –varios de ellos, vacunados.-, marcharon en estos días amontonados en marchas y cortes de calles en la ciudad de Buenos Aires. Por lo visto, allí no sienten «riesgo de contagio».
Y hablando de la ciudad de Buenos Aires, la guerra desatada contra ella y sus autoridades por el gobierno nacional parece no tener límites. Cada vez cobra más sentido aquella «indignación» de Cristina porque en CABA «hasta los helechos tienen agua», lo que no le impidió vivir en un lujoso piso de Recoleta, claro.
Al intento de asfixia económico con el recorte de fondos a su «distrito enemigo», le siguió la sucesión de insólitas declaraciones responsabilizando a los porteños de la propagación del COVID. El año pasado, mientras en ningún barrio del GBA se respetaba la cuarentena, le echaban la culpa a los «runners» capitalinos, y ahora, el propio Kicillof declaró, muy suelto de cuerpo, que los ciudadanos de CABA van a atenderse a los hospitales bonaerenses, lo que no sólo es una falsedad, sino que es exactamente al revés. Pero aunque así no fuera, ¿en qué parte de la Constitución habrá encontrado el inefable gobernador la fundamentación para hacer esta diferencia de status entre argentinos según vivan en un territorio o en otro del país?
Los únicos «relajados» son los que tienen sus ingresos asegurados, aún sin trabajar. Y los que blindaron su salud por ser funcionarios o integrantes de la secta oficialista.
Mientras tanto, la gran mayoría de los argentinos estamos buscando sobrevivir, atónitos ante los despropósitos de una clase dirigente –de uno y otro lado de la grieta- que solo juega su perverso juego de ajedrez, sin importarles cuantos peones van cayendo en el camino.


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