Por Luján Kunzi
Desde muy joven Rafael Koziol crió abejas. Aprendió el oficio de apicultor de su familia, continuando esta actividad que beneficia al medio ambiente. Esta labor que premia la constancia lo llevó a ganar un premio en el Primer Concurso Provincial de Miel. Más allá de los obstáculos que le puso la pandemia, este apicultor local busca salir adelante no solo en forma individual: es junto a su padre socio fundador de una cooperativa en actividad desde 2002 y con matrícula oficial desde 2006, nacida para crear un espacio de vinculación y colaboración al que los productores pequeños y medianos de la región tuvieran acceso.
Aquellos conocimientos traídos de Europa, hicieron que su padre en 1964 llegara a Florencio Varela y se convirtiera en uno de los primeros apicultores del distrito, siendo para Rafael una cuestión hereditaria. Para él este trabajo significa mucho más, porque –explica -se genera una simbiosis con el medio ambiente muy particular, siendo una de las actividades más benéficas, que le retribuye mucho a la conservación y preservación del mismo. «La apicultura no produce residuos, no se trabaja con componentes tóxicos, el producto no sufre transformaciones por métodos industriales. Como es extraído del panal llega al consumidor, es un emprendimiento comercial que, además es grato y satisfactorio para el alma», comento con entusiasmo a Mi Ciudad.
Su trabajo fue reconocido varias veces y este año ganó el tercer puesto en el primer Concurso Provincial de Miel 2021, organizado por el Ministerio de Desarrollo Agrario. «Nos pone muy contentos. Todos estos reconocimientos nos dan un empujón, nos incentivan para seguir trabajando en el mismo sentido y siempre tratando de mejorar», comentó. Junto a otros miembros de la cooperativa Surgba, desde 2013 a 2015 ganaron el primer premio en la Fiesta Provincial de la Miel en San Vicente, en 2019, se llevaron el segundo puesto en la «Fiesta de la Miel de Florencio Varela» y luego obtuvieron el primero, segundo y tercer premio en el Primer Congreso Apícola del Periurbano, que se desarrolló en Moreno.
Rafael habla con orgullo de la cooperativa conformada, desde 2002, por pequeños y medianos apicultores formando así un grupo asociativo para producir y comercializar. «La cooperativa tuvo lugar luego de la crisis del 2001, antes de eso cada uno tenía su emprendimiento familiar, pero después todo se vino abajo, comprendimos duramente que es muy difícil salir adelante en la soledad», señala Rafael.
El mayor reto con el que tienen que lidiar es el tema de los monocultivos y el uso intensivo de agro tóxicos; además de las cuestiones climáticas, que muchas veces no favorecen al mantenimiento de las colmenas. «Nuestro reto hoy en día es mantener viva la colmena más que nuestra actividad comercial», dijo y aseguró: «La situación hoy es grave, la extensión no planificada de la frontera agropecuaria, conlleva a un uso no regulado ni controlado de agro tóxicos, los monocultivos destruyen la flora natural en los ecosistemas y se vuelven muy peligrosos para la subsistencia de las abejas. Además, el crecimiento indiscriminado de emprendimientos inmobiliarios que ocupan zonas rurales reduciendo los espacios para ubicar las colonias, todo esto sumado a la modificación del clima a nivel global, se constituyen en las razones principales por las que las poblaciones de abejas están en franca desaparición, en el umbral de la extinción, y no exagero, créanme».
Esto representa un desafío a nivel mundial, por lo que los apicultores deben darse a la tarea de buscar campos que no implementen esas sustancias o sistemas para la producción de frutas y verduras. «Tenemos que fijarnos muy bien dónde vamos a colocar los apiarios, porque quizás en un campo cercano se les ocurre plantar soja y nosotros tenemos que movernos de ahí, porque sabemos que vamos a padecer tanto la fumigación, como que la abeja no va a tener otro recurso de donde sacar materia prima para la elaboración de miel».
La pandemia complicó mucho la situación de los apicultores. Solo cuando se declaró a la actividad agropecuaria como esencial los productores pudieron tener mayor libertad para moverse; aunque debieron reducir la producción y comercialización de los productos. «Fue una suma de factores, por un lado las medidas y por el otro la falta de ingreso de la gente, y la mala condición climática con una prolongada sequía, y tuvimos que reducir el ritmo de la producción», comento.
Más allá de las dificultades que deba sortear, a futuro espera seguir creciendo en el distrito, además de poder inaugurar su sala de extracción. «La idea de esta sala es que sea para la región, para beneficio de los apicultores locales», dijo Rafael y agregó: «Queremos que sea un espacio comunitario, para que cualquiera que tenga una colmena pueda acercarse y hacer su extracción, contando con todas las garantías para proteger su producto».
Por otro lado, esperan volver a participar en las ferias locales. «En razón de la pandemia y alguna otra cuestión que no llegamos a comprender, algunos canales de comercialización se cortaron, no estamos teniendo ninguna participación en lo que es distribución de alimentos y demás dentro del partido, teniendo en cuenta que siempre fuimos una cooperativa muy activa dentro del distrito», señalo y añadió: «Trabajamos desde 2008 con el municipio, también con la Universidad Nacional Arturo Jauretche, participamos siempre que nuestras ocupaciones nos lo permiten en actividades propuestas por INTA. Esperamos que en la medida de observarse modificaciones en la situación epidemiológica podamos retomar todas estas actividades, tanto en el aspecto de la comercialización como en la difusión de la actividad».