El 18 de enero, a los 90 años, falleció Héctor Rafael «Cacho» Suárez, hermano del fundador de Mi Ciudad, Ramón César Suárez, y subdirector de este periódico en la década del 70.
El 18 de enero, a los 90 años, falleció Héctor Rafael «Cacho» Suárez, hermano del fundador de Mi Ciudad, Ramón César Suárez, y subdirector de este periódico en la década del 70. Había nacido el 24 de junio de 1931 en Burzaco, y llegó a Florencio Varela junto a su familia cuando era un jovencito. Aquí, se casó con Alcira De Carlo, con quien formó un feliz hogar al que sumó a Marcelo, su adorado hijo.
Estimado vecino, trabajó más de 40 años para la CEP, CADE o SEGBA, según los distintos nombres que tuvo la compañía de electricidad durante ese lapso, y también estuvo a cargo de una agencia de turismo y una inmobiliaria.
Periodista y escritor, publicó varios libros, entre ellos «Rebeldía» y «La Hiedra», que le valieron el reconocimiento de la comunidad literaria zonal. También, ganó un Premio «San Juan Bautista» y participó con sus escritos en más de 200 antologías.
Era entrañable y solidario, optimista e inquieto, características sin dudas heredadas de su padre, y estaba siempre presto a colaborar con quien lo requiriera.
En sus últimos años, ya viudo, encontró «el amor después del amor» junto a su compañera Mabel Abreu, con quien construyó una relación que será eterna.
Su muerte enluta a la familia de Mi Ciudad, que fue receptora de innumerables mensajes de condolencias por su adiós.
En marzo de 2009 le hicimos un reportaje en el que nos contó parte de su vida, y creemos que reproducirlo hoy es la mejor forma de recordarlo:
«-¿Qué recuerda de su niñez?
-Tuve una infancia muy feliz junto a mis viejos y mis hermanos, Coco y Oscar. Siempre nos llevamos muy bien. Mi papá, Ramón, trabajaba para la CEP, que era la compañía de electricidad provincial de la CADE. Era guarda reclamos y estaba encargado de la Cámara. Atendía el servicio del público, andaba en un carrito tirado por un caballo, y después en bicicleta, por Burzaco, Longchamps, Glew, Guernica, Adrogué, Mármol, Turdera, Calzada y Claypole. Mi mamá, Ana, estaba en la casa, pero atendía a la gente que venía a hacer sus reclamos, así que podría decirse que trabajó para la CEP por muchos años, pero sin cobrar sueldo. En casa teníamos la caballeriza con dos caballos. Cerca de ahí estaba el bar «República Gaucha», con una cancha de paleta donde jugaban grandes pelotaris como Delgui, Auche, el Zorro, Etchepar… y nosotros íbamos a jugar ahí y a ver los partidos.
-¿Hizo otros deportes?
-Sí. Además de paletear, jugué al fútbol, al básquet, hice ciclismo… Y había un negrito que fue campeón del torneo «Guantes de Oro» y se llamaba Boy Cocoa, que nos enseñaba a boxear, algo de defensa personal… Todavía hago la gimnasia que él me enseñó. Lo único que no hice hasta que ya fui grande es natación, porque allá no teníamos ni un charco.
-¿Cuándo llegó a F. Varela?
-En 1947, porque al viejo lo trasladaron acá cerca, donde estaba la Cámara, en la calle Vélez Sarsfield. Los primeros muchachos de los que nos hicimos amigos fueron Coco y Pepe Balado, Tito y Chacho Garlatti, también Aurelio Tambosco, que terminó siendo mi concuñado, Niche De Rosa, Rayito Negrete, Bebi Cameriere, Horacio Guarasci, Nelly Ferreira… Las primeras chicas que conocí fueron Nelly Gutani y Sarita Jarvis.
-¿Iba a Defensa y Justicia o al Varela Junior?
-A Defensa… Ahí mi hermano Coco dirigía un equipo de baby fútbol, con Cabanas y Tipol. Era una actividad que movía mucha gente. Hasta que por una cuestión de celos, tuvimos que irnos. Teníamos un equipo de fútbol con Balado, Carnevale, Tito Garlatti, se llamaba Estudiantes de Varela. En Varela Junior lo mejor sin dudas era el viejo Guarasci. Don Antonio animaba las fiestas, era un pingo… Tenía el espíritu de un pibe de 18 años.
-Volviendo al ciclismo, Usted siguió pedaleando hasta hace no mucho tiempo…
-Sí. Antes salíamos con los Giache, Cura y Muleiro, a acompañarlos, no a correr. Y hasta hace unos quince años corríamos con unos muchachos y con Don Blanco, e hicimos una peña.
-¿A dónde iba a bailar cuando era joven?
-A todos lados. A Zeballos, Varela Junior, Villa Giambruno, López Romero… Ahí se hacían unos bailes bárbaros. Entre los que mejor bailaban estaban los De Rosa, Huber Devincenzi, la chica de Estévez, la de Ganem, Pochola Solís, Clide Sosa, las Zucarino, Holanda Weigandt… Y había muchas chicas lindas. La más bonita era de una generación diferente a la nuestra, por eso la mirábamos hacia arriba, y era la Colorada Ganem. Era una verdadera muñeca. Y Alcira… mi mujer. Era hermosa. La conocí el día que cumplía los 17 años…
-¿Cómo fue eso?
-Habíamos ido a bailar con Néstor Ghio a la López Romero, y la conocimos a ella y a su hermana Delia. A Alcira la había llevado la madre porque era el cumpleaños, ya que no era de salir mucho… Bailamos toda la noche. Néstor se puso de novio, y se casó, con Delia. Salíamos los cuatro, y con Alcira estuvimos siete años de novios y nos casamos.
-¿Cuál fue el primer trabajo por el que ganó dinero?
-De chico. Salía con el viejo y lo ayudaba a hacer canaletas. Y después, con un muchacho, Dranovsky, lo acompañaba a hacer cosas de electricidad, me ganaba unos mangos y de paso aprendía el oficio, y también le cortaba el pasto… Cuando tenía unos 15 años, y mi papá hacía campeonatos de fútbol, rellenaba cubanitos con dulce de leche y mandaba unos pibes a venderlos.
-Tuvo actividad gremial…
-Sí. En el Sindicato de Luz y Fuerza, y en la Asociación de Personal Superior de SEGBA. Además fui presidente de la Agrupación Peronista de los Trabajadores de Empresas Eléctricas… Y con mi hermano Coco y otros muchachos fundamos el primer Centro de la Juventud Peronista que hubo en todo el país, antes de que subiera Perón. Funcionaba en la calle Mitre, de Adrogué, en una agrupación que presidía un tal Villán Lucas, que era empleado ferroviario. Coco era un genio, podía haber ocupado cualquier cargo. Lo que sabía de historia y política era increíble. Cuando ganó Villa Abrille tenía 18 años y habló en la Estación antes que asumiera Perón y dijo muchas de las cosas que después dijo Perón. Si hubiera hablado después alguno hubiera dicho que lo copió… Había leído mucho y le tapaba la boca a cualquiera.
-Digamos que fue siempre «peronista de Perón»…
-Sí. Lo que hay ahora no tiene nada que ver con el peronismo. Antes se defendía al trabajador. Se vivía diferente. La gente andaba empilchada, de saco y corbata… Te podías dar los gustos, comer afuera… Yo a los 16 años trabajaba seis horas por día en la CADE y ganaba 180 pesos. Una familia vivía bien con 150… Así que imaginate. A los tres meses me subieron a 360 pesos… Eso era aumentarle el poder adquisitivo a la gente.
-¿Cuándo empezó a escribir poesía?
-Cuando murió mi mamá quise escribirle algo pero no pude. Pero tiempo después, para un Día de la Madre, sí. Más tarde nació el primer libro, «Rebeldía». Basado en las injusticias que veía, basado en muchas broncas. El segundo libro fue «Los cuentos del tío Cacho» y el tercero «La Hiedra». Pienso que se puede escribir poesía bien o mal, pero si no sale del alma, del corazón, no sirve. En F. Varela hay gente que escribe muy bien, como Abel Gutiérrez, Coco Balado, Antonio Sequeira, Dora Leonardini, Mercedes Moreno, Cacho Sosa, Ricardo Carbajal, José Silva, Lilia Brun, Yolanda Serrano, la inolvidable Elba Roldán... cada uno a su forma y con su estilo, algunos con metáforas, otros con un modo más simple, también Restituto López, que con sus 93 años sigue viniendo al Tarumá…
-Díganos algo del Tarumá Literario…
-Es un espacio muy agradable, donde vamos a leer y escuchar poesías. Un lugar donde no hay egoísmos… Y nadie se cree Borges. Lo coordina Zulma Olivetta, que también escribe muy bien, y hasta hace poco estaba Roberto Cesán, otra persona muy culta y capaz.
-¿Quiénes son sus amigos de hoy?
-Los de siempre. Cacho Sosa, José Cristoferoni, Abel Gutiérrez, Víctor Renzini, Juan Betancourt, Sequeira, Tito Garlatti, Balado, Juan y Pedro Consilvio, Noemí, la esposa de Choli Tórboli, Néstor Ghio, Mario y Nelly Varesko, Ernesto y Gabriel Bussolo, Any Baert y Juan Carlos Ruiz, Daniel Evangelista y Julia Ruiz Boyer, María Elena Rimoldi, siempre dispuesta a auxiliar a sus vecinos, y al margen de ellos, Nelly Borelina, Juan María Melzi y Juanita Denon a través del Centro Cultural Sarmiento, donde muchas veces hice de maestro de ceremonias … Nombrar es difícil porque uno se olvida de unos cuantos.
-¿Quién es su «personaje inolvidable»?
-Mi viejo. Y mi hermano Coco… Y también mi hermano Oscar, al que yo empecé a llevar a los bailes. Mi viejo era muy compañero, nos hablaba de todo, nos aconsejaba y nos dio ejemplo de honestidad y trabajo. Era piola, nos enseñó como conducirnos en la vida, y siempre reunió alrededor suyo a muchas amistades.
-¿Qué le va a decir a Dios cuando lo tenga enfrente?
-Lo voy a saludar… Y le voy a decir gracias. Ahí nos vamos a encontrar con todos los que se fueron.
-¿Y si tuviera que pedirle algo ahora?
-Que le vaya bien a mi hijo y a mis sobrinos. Poder seguir encontrándonos con mi familia por varios años, sin dar pena. Y no pretendo nada más. No se necesita agarrar el cielo con las manos…».