Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
Con la economía desbandada y «sin plan», importando combustible, con un impresionante índice de pobreza y una inflación imparable, lo único que explica que las calles «no estallen» es que el signo gobernante es peronista.
Va a haber que buscar muchísimo en toda nuestra historia democrática para encontrar un Gobierno peor que el de Alberto y Cristina Fernández.
Con la economía desbandada y «sin plan», algo de lo que paradójicamente el Presidente se jacta, importando combustible, con un impresionante índice de pobreza y una inflación imparable, lo único que explica que las calles «no estallen» es que el signo gobernante es peronista. Por muchísimo menos que esto, a De la Rúa se lo volteó, con saqueos y movilizaciones cuyos orígenes están cada vez más claros.
Como lo hizo cada vez que se encontraba en una situación de pérdida de la adhesión popular, el peronismo comienza a ensayar una nueva mutación para convertirse en oposición de sí mismo y transformarse camaleónicamente en una alternativa distinta para las próximas Elecciones. En eso está claramente enfocada la Vicepresidente de la Nación, haciendo declaraciones como si fuera una comentarista política y no la creadora de este engendro que nos desgobierna y del que es parte fundamental. Las «críticas» y «consejos» de Cristina a Alberto suenan risueñas cuando uno observa que ella y toda su gente se cuida muy bien de no renunciar a las cajas del Estado que manejan desde el primer día de su retorno al poder. Si tan diferente es, si tan poca injerencia tiene, si tan en desacuerdo está con su compañero de fórmula, que sus muchachos de La Cámpora renuncien a manejar el PAMI y la ANSES.
El verdadero problema de Cristina pasa por otro lado. La Corte le rechazó todos sus recursos y ya no podrá evitar ser sometida a juicio en la causa «Vialidad», por el direccionamiento de la obra pública a Lázaro Báez, el ex empleado bancario devenido en millonario por obra y gracia del Néstornauta. Si pierde el poder, puede llegar a perder su impunidad, que conserva gracias al ahora «opositor» Miguel Angel Pichetto, que impidió su desafuero en el Senado y que por estos días recorre el conurbano juntándose con lo peor de la vieja política.
Y como si fuera poco, a este Gobierno amigo de las dictaduras le apareció un avión venezolano-iraní con una tripulación vinculada a grupos guerrilleros. Tripulantes que para el jefe del aparato de Inteligencia del Estado, Agustín Rossi, eran «instructores de vuelo». Lo dijo, claro, el mismo hombre al que, cuando fue Ministro de Defensa, se le perdió un misil que nunca apareció. Todo esto, con un gobierno conformado por la misma gente que firmó un escandaloso pacto con Irán y que se dedicó a ensuciar la memoria del Fiscal asesinado por investigar ese pacto.
Pero los logros del «Gobierno de científicos» no se detienen. Casi en silencio, se conoció que los alumnos de escuelas primarias bonaerenses sufrieron un fuerte retroceso en lengua y matemáticas en los últimos dos años. El gobernador Kicillof demostró su «preocupación» por el dato al decir que los estudiantes «tienen que hablar como quieran» y defender ese mamarracho distorsivo que es el llamado «lenguaje inclusivo». ¿Qué otra cosa podía esperarse de alguien que dice «haiga» y habla de «docentes y docentas»?
Es la Argentina que nos han dejado, la consecuencia lógica de una decadencia sostenida en el tiempo, de pérdida no solo del idioma, sino también de los valores, el mérito y la dignidad. La Argentina gobernada por un rejunte de incapaces, inmorales y corruptos, donde una vez más se intenta engañar a la gente usando el viejo truco del «policía malo y el policía bueno». La Argentina en la que todo vale para seguir viviendo a costa de los que trabajamos y a pesar de todo, seguimos creyendo que otro futuro es posible.