El viernes 29 de junio de 1966, el entonces Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Alberto Canestri, puso en funciones al nuevo Jefe Comunal de Florencio Varela, Teniente Coronel Enrique Mario Grazzini.
Eran tiempos de un gobierno de facto en la República Argentina, y el militar venía a reemplazar a su camarada de armas, el Comisionado Municipal Tte. Coronel Humberto José Pannattoni, que a su vez, había sido enviado como Interventor a esta ciudad, desplazando al Intendente Ernesto Scrocchi después del derrocamiento del Presidente Illia.
En su primer discurso, Grazzini dijo: «no tengo compromisos con ninguna persona ni ningún grupo. Asumo este cargo con absoluta tranquilidad de conciencia».
Un par de años después, el funcionario iba a ser protagonista de una historia singular, al retar a duelo a un grupo de vecinos que habían cometido el «pecado» de cuestionar su gestión de gobierno.
El manifiesto
Todo empezó con la publicación, en las páginas de Mi Ciudad del 23 de enero de 1969, de un artículo titulado «Piden el reemplazo del señor Intendente». En él, un grupo de caracterizados ciudadanos, encabezados por el Dr. Antonio P. Bengochea y el Sr. Roberto Llames Massini, hacían pública su carta enviada a las autoridades provinciales solicitando que Grazzini «y un núcleo de personas que actúan bajo su dependencia» sean reemplazados.
En un extenso comunicado, los citados enuncian algunas de las razones de su solicitud. A saber: Burocracia Municipal, con marcado acento en la «injustificadamente alta «cantidad de funcionarios y agentes y de los móviles para su traslado, Voracidad Fiscal, «notándose un afán desmedido de incrementar los recursos comunales», la Falta de Obras y Servicios: «las calles de la ciudad ofrecen un estado deplorable y hay tramos en los que virtualmente no se puede transitar, y se han reducido los servicios del Hospital Municipal, creando graves problemas a quienes necesitan asistencia», Inconducta de agentes comunales: «Han tenido amplia difusión las actuaciones de distintos funcionarios comunales que denotan falta de ética o de conducta... Constituye una verdadera afrenta a la población que continúen en servicio funcionarios o agentes cuya responsabilidad está ya determinada. Agravia la dignidad vecinal el hecho de que el Intendente Municipal Coronel Grazzini, siendo totalmente responsable de tan grave desquicio administrativo, permanezca en su cargo en violación de todas las normas de orden ético-funcional...».
La corrupción
Cabe aclarar que, uno de los episodios de los que se hablaba en aquellos días, sobre todo desde nuestro periódico, era el del descubrimiento de serias irregularidades en el Hospital Municipal Dr. N. Boccuzzi.
Ante el escándalo, el administrador del centro asistencial terminó por reconocer que había dejado de entregar, desde noviembre a enero, los ingresos diarios recibidos en el nosocomio. La suma sustraída alcanzaba los 1.147.000 pesos, y el funcionario corrupto se fugó, dejando dos cartas donde confesaba lo ocurrido y anunciaba su decisión de «suicidarse», cosa que no concretó.
Lo bueno fue que la familia del hombre, avergonzada, -una calle local lleva aún hoy el nombre de un ilustre antepasado- entregó a la Comuna un monto de dinero igual al que su «oveja negra» se había llevado, con lo cual el asunto se dió por finalizado.
La respuesta
Tarde pero seguro, Grazzini envió su contestación a quienes querían su reemplazo, para ser publicada en Mi Ciudad.
En la portada de la edición del jueves 27 de marzo de ese mismo año, un escrito del Jefe Comunal fechado el 10 de febrero acusaba a la publicación de «calumniosa y mal intencionada», y sólo algunos centímetros más abajo, aparecía otra carta con su firma fechada el 20 de marzo, retirando los conceptos vertidos.
Al parecer, entre la primera y la segunda misiva enviadas al diario, hubo alguna reacción que disuadió al militar de emplear los ofensivos términos que había elegido inicialmente.
Pero Mi Ciudad, fiel a su conducta de siempre, publicó todo lo recibido, y la extensísima réplica de Grazzini, en la cual, punto por punto, intentaba de-sacreditar lo expuesto por Bengochea y Llames Massini oportunamente.
En un párrafo destacable, el Intendente de facto señala allí que «las fuerzas vivas propiamente dichas del Partido en ningún momento se han expresado en forma desfavorable con respecto a la gestión administrativa de este Departamento Ejecutivo. Por el contrario, a diario y a raíz de los artículos mencionados, motivo de este informe, se hacen presentes en esta Municipalidad para estimular la labor que se cumple... Además, como una apreciación personal, hágole saber al Sr. Director que tengo el convencimiento de que el Dr. Bengochea por intermedio de sus amistades o creando nuevos grupos, continuará perturbando la acción del gobierno comunal...».
Se va la segunda
El sábado 12 de abril, Bengochea, Llames Massini, y los vecinos Alberto Aguirre, Tobías Beráscola y Antonio González, le replicaron a Grazzini en Mi Ciudad.
«Rechazamos con justa y legítima indignación la imputación que Grazzini nos hace de que queremos perturbar y mantener privilegios de que antes gozábamos... Quienes hemos asumido esta responsabilidad siempre hemos vivido dignamente de lo nuestro, ahora como antes. Nunca hemos recibido beneficios del Municipio, por el contrario, le hemos brindado nuestra contribución generosa... Rechazamos el agravio de quien no tiene ninguna autoridad moral para inferirlo...»
Cuestión de Honor
A raíz de la nota, el Jefe Comunal, sintiéndose «herido en su honor», retó a duelo a los cinco firmantes del documento que lo cuestionaba, enviándoles sus padrinos para que procedieran a elegir las armas con las que habrían de batirse a muerte.
Estos padrinos resultaron ser el Brigadier Mayor (R) Jorge A. Craig, y el Coronel (R) Roberto Bernal, quienes de acuerdo a la tarea que se les había asignado, se dirigieron a los domicilios de Bengochea, Llames Massini y los demás cuestionadores de la gestión de Grazzini, para hacerles conocer la insólita pretensión de su mandante.
En una carta que los padrinos enviaron al Jefe Comunal, puede leerse lo siguiente: «... en cumplimiento de la misión que Ud. nos encomendara, nos apersonamos en la fecha a los señores Antonio González, Roberto Llames Massini, Alberto Aguirre y el Dr. Antonio Bengochea con el propósito de pedirles una retractación de los términos empleados en la solicitada inserta en el periódico Mi Ciudad. Dejamos constancia de no haber podido entrevistar al señor Tobías Beráscola por encontrarse en el interior del país. Impuestos los entrevistados del objeto de nuestra visita, y no mediando explicaciones a nuestro juicio satisfactorias, e invitados por nosotros a nombrar representantes para resolver este incidente en la forma de práctica, se negaron a hacerlo por los motivos expuestos en el Acta...».
El Acta
Justamente, en un acta del 17 de abril de 1969 que documenta el cumplimiento de la misión conferida, Craig y Bernal afirman que los «ofensores» de Grazzini no habían querido retractarse de lo dicho el 12 de abril en Mi Ciudad, «por haber empleado iguales términos que el Intendente Municipal de F. Varela en el mismo periódico, el 27 de marzo ppdo.».
Además, los «padrinos» aclaran que «invitados González, Llames Massini, Aguirre y Bengochea a nombrar sus representantes para resolver este mandato en la forma de práctica, se negaron a hacerlo, alegando motivos de convicción religiosa, agregando los tres primeros que lo hacían además por no colocarse al margen de las leyes del país».
El acta tiene un final que merece reproducirse: «Los suscriptos consideran ante la negativa de retractarse y a nombrar representantes por parte de los entrevistados, que su misión queda concluída, y que el proceder del señor Intendente Municipal de Florencio Varela, Coronel (RE) Enrique M. Grazzini, se ha ajustado en su método a las normas que rigen en cuestiones caballerescas, y que ha dejado a salvo su buen nombre y honor».
La buena nueva encabezó la edición Nº 402 de Mi Ciudad: «No hubo ni habrá duelo», puede leerse en su portada, mientras que sus páginas interiores revelan los entretelones del episodio.
Sin embargo, la paz parecía no querer llegar nunca: dos números más tarde, el Dr. Bengochea, tras explicar por qué no aceptó rectificarse ni batirse a duelo, anunció, también desde nuestro medio, que «se reservaba el derecho de querellar a Grazzini».
Pero no le alcanzaría el tiempo para hacerlo. Grazzini renunció pocos meses después. Y en febrero de 1970, el Capitán de Fragata Benito Ezcurra fue nombrado nuevo Jefe Comunal.