La cuenta regresiva



Editorial » 03/12/2022

Falta poco tiempo para entrar en el último año del peor Gobierno de la historia democrática argentina.

Falta poco tiempo para entrar en el último año del peor Gobierno de la historia democrática argentina.
La «vuelta del kirchnerismo» nos dejará una herencia lamentable. Más de 100 por ciento de inflación anual, 50 por ciento de pobreza, cientos de jóvenes que se fueron del país en busca de un destino digno, miles de muertos por la inseguridad y otros miles por el deplorable manejo de la Pandemia. Todo ello, resultado de un presidente que no sólo asumió su cargo «sin un plan», sino que se jactó de ello. Y de una vice cuya única preocupación fueron sus batallas judiciales, tratando de colonizar la Justicia para ganar su impunidad, y a la que ahora quieren transformar en «la fuerza de la esperanza», como si en lugar de estar en el poder, estuviera en el exilio. La que dijo que debía su patrimonio multimillonario en dólares a que era «una abogada exitosa»… Pero nunca firmó un escrito como letrada en su vida.
Lo de Cristina en las últimas semanas supera todo lo conocido: no sólo armó un acto –arriando a la gente en colectivos, como siempre- para despotricar contra su propio Gobierno, sino que llegó al lugar usando el helicóptero oficial… Al que, obviamente, no tendría acceso si no fuera parte de ese mismo Gobierno. Algo que, además, significó una irregularidad que a nadie parece haber asombrado: usar un bien público para participar de un acto partidario. Como cuando se usaban los aviones para transportar diarios –o quién sabe qué otras cosas-. O cuando en Santa Cruz se encontraron en su poder dos cartas del General San Martín que eran «patrimonio histórico», y no de su propiedad.
Pero todo vale para el Gobierno que anunció que se había «acabado la Argentina de los vivos», y hacía fiestitas mientras la gente se moría encerrada o no podía despedir a sus familiares fallecidos. Hasta la trampa para robarse un lugar en el Consejo de la Magistratura e involucrar al Senado en una contienda inédita.
Y en su fracasada despedida, el Gobierno no deja casillero vacío para seguir demostrando, hasta último momento, su incapacidad, su mediocridad y su inmoralidad manifiestas. Ahí estuvo la ministra de Trabajo, Kelly Olmos, diciendo muy suelta de cuerpo que «el Mundial era más importante que la inflación», la portavoz K Gabriela Cerutti manifestando repugnantemente que las piedras que en la Plaza de Mayo homenajean a los muertos por el COVID «las puso la Derecha», y el gobernador eterno de Formosa, Gildo Insfrán, famoso por sus prácticas violatorias de los más elementales Derechos Humanos durante la Pandemia, manifestando que la ex gobernadora y actual diputada nacional María Eugenia Vidal «tiene un retraso mental», expresiones que no merecieron ni una palabra por parte de los famosos «colectivos feministas» que tanto hablan sobre sororidad pero en realidad son un eslabón más de la secta oficialista.
Falta poco para que se inicie el final de esta etapa nefasta de nuestra historia. La cuenta regresiva está en marcha. Lo que vendrá después nadie lo sabe, pero difícilmente pueda ser peor que esto.


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