El aprendiz de brujo



Editorial » 30/12/2024

Escuchar al gobernador de la provincia de Buenos Aires decir que quiere hacerse cargo de Aerolíneas Argentinas es tan ridículo como peligroso.

Escuchar al gobernador de la provincia de Buenos Aires decir que quiere hacerse cargo de Aerolíneas Argentinas es tan ridículo como peligroso. Después de todo, no hay que olvidarse nunca que fue el mismo personaje el que, hablando de «recuperar la soberanía» en 2012, junto a su jefa -y hoy enemiga íntima- la condenada Cristina Kirchner y junto al ex convicto Julio De Vido, decidió nacionalizar YPF, pagarle millones de dólares a la empresa expropiada y exponer al país a un juicio multimillonario que tarde o temprano terminará con otro gigantesco desembolso del Estado Nacional –no de su bolsillo, claro- por la simple razón de que, en todo el mundo normal, cuando los contratos se rompen, hay que pagar. La soberanía, en tanto, se mantuvo en el lugar de siempre. Igual que cuando, en épocas de Menem, la misma Cristina aplaudía fervorosamente la privatización de la compañía.
La realidad es que este «genio de la Economía» que ni siquiera sabe articular correctamente los verbos, lejos de pretender agregarle más peso a las cuentas públicas, debería estar pagando por las consecuencias que a todos nos causó su desventurado paso por el Gobierno Nacional, y bien podría empezar a prestar atención a la provincia que gobierna y principalmente al conurbano, donde todos los días muere algún ciudadano víctima de un hecho de inseguridad. Un conurbano que es el fiel reflejo de las políticas que el peronismo viene implementando en la provincia que gobernó con solo dos interrupciones desde 1983 hasta hoy. Un lugar abandonado a su suerte y sin ley ni justicia, donde la gente que sale a trabajar a la mañana no sabe si va a volver a su casa a la noche, en el que el ilustre gobernador liberó delincuentes y, a los que quedaron presos, les permitió usar celulares. Un conglomerado urbanístico donde la gente vive hacinada en asentamientos y villas, sin asfaltos, sin cloacas, y en gran parte, sin agua potable. Eso sí, con «el Estado presente». Presente en cada intendente y concejal corrupto que se enriqueció viviendo del Estado durante décadas, en el festival de las obras públicas sobrefacturadas y mal hechas, en el reino del nepotismo y del reparto de cargos a la militancia y a las amantes de turno.
Por eso, que Kicillof ahora quiera hacerse cargo de una empresa aérea que pierde millones de dólares por año, más allá de insólito, es preocupante.
En la película «Fantasía», el Ratón Mickey cree estar capacitado para «encantar» a unas escobas para que hagan el trabajo por él, y al comienzo lo logra, pero todo termina en un desastre inmanejable. La moraleja queda clara: el «aprendiz de brujo» se da cuenta finalmente, que el sombrero de jefe no es para cualquiera.
Pero en este caso, el aprendiz de brujo no escarmienta. Y quiere sumar más daño al que desde hace tiempo viene causando.
Ya lo decía Perón: «prefiero los malvados a los imbéciles, porque aquellos al menos dejan algún respiro».


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