El futuro en juego



Editorial » 04/10/2025

El Presidente de la Nación, insensible ante los reclamos de los trabajadores del Hospital Garrahan, dio la orden de descontar los días de huelga a sus empleados, que llevaban 72 horas reclamando una mejora de sus salarios.

El Presidente de la Nación, insensible ante los reclamos de los trabajadores del Hospital Garrahan, dio la orden de descontar los días de huelga a sus empleados, que llevaban 72 horas reclamando una mejora de sus salarios. Y fue más allá, cuando su Ministro de Trabajo le preguntó si podía negociar con los sindicalistas. «Ni siquiera atiendas el teléfono. Ni una palabra hasta que desocupen el hospital y levanten la huelga. Después vemos si hablamos… La huelga es un derecho, pero día que no se trabaja, día que no se paga».
La noticia no es de hoy, es del 15 de agosto de 2005, el ministro era Carlos Tomada, y el Presidente de la Nación era Néstor Kirchner.
El episodio, que revela la triste realidad de que 20 años más tarde los problemas del país siguen siendo los mismos, también sirve para demostrar la hipocresía del kirchnerismo, subido a la «Causa Garrahan» y a muchas otras solamente por su afán de tumbar al Gobierno, del mismo modo que ahora claman por los jubilados a los que en su momento les negaron el 82 por ciento móvil.
La victoria en la provincia de Buenos Aires envalentonó a los que hace apenas un año y medio entregaron un país destruido y saqueado, reapareciendo por todos lados dirigentes, ex funcionarios y seudo comunicadores hablando de renuncias, asambleas legislativas, adelanto de la entrega del poder y todas esas cosas que tanto les gustan a los socios del «Club del Helicóptero».
Mientras la jefa de la banda, presa por haberse robado millones de dólares, baila y monta su patético show desde el balcón, el gobernador que nos metió en un juicio por más de 16.000 millones de dólares se pasea por los medios -algunos de los que hace unos años quisieron cerrar- disfrazado de «moderado» e indisimulablemente lanzado a una candidatura presidencial, aunque sin privarse de castigarnos a los bonaerenses con un nuevo impuesto a sólo horas de su triunfo.
Frente a esta persistente organización conspiradora, perfectamente entrenada para impedir gobernar a todo aquel que no sea peronista, el Gobierno quedó golpeado, en gran parte debido a su soberbia y su falta de experiencia en la construcción política, rompiendo todo puente de entendimiento con opositores que en realidad querían ayudarlo, y hasta estigmatizándolos e insultándolos en un incomprensible afán auto destructivo que en definitiva nos puede arrastrar a todos hacia un nuevo fracaso.
No se gobierna descalificando a los adversarios ni augurando que desaparezcan dentro de un cajón. Se gobierna trabajando con seriedad, explicando por qué no puede gastarse más de lo que ingresa, informando con transparencia cada paso. Y con honestidad, aclarando de un modo inequívoco cualquier sospecha de corrupción,
Lo que está en juego es nuestro futuro. Y ya no queremos más ladrones manejándolo.


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