Por Carlos Straub
Muchas veces, a estas alturas de la vida en sociedad, y pese a los avances en ese sentido, tener una condición en particular, nos hace ver diferentes o nos estigmatiza.
Muchas veces, a estas alturas de la vida en sociedad, y pese a los avances en ese sentido, tener una condición en particular, nos hace ver diferentes o nos estigmatiza.
Esto bien lo sabe Héctor Merep (50), flamante Presidente del Centro de Estudiantes del Instituto de Formación docente 54 de Zeballos «Olga Cossettini», que además de cursar dos carreras al mismo tiempo, es Autista Nivel Uno.
-¿Cuánto hace que es alumno del Instituto donde ahora es Presidente del Centro de Estudiantes?
-Empecé en 2018, hace siete años y estoy cursando en simultáneo dos carreras: Matemáticas y Biología.
-¿Y en cuál está más adelantado?
-En Matemáticas porque en Biología me faltan dos años aún.
-Llama la atención en su condición que Usted mismo siempre revela: Autista Nivel Uno.
-Puede ser. Primero que la gente está acostumbrada a asociar al autismo con nenes. Y con nenes que están encerrados en sí mismos, con problemas de comunicación… Eso es cognitivo. Lo mío no pasa por ahí.
-¿Y se le llama así como Usted lo dice?
-Ni más ni menos. Las cosas por su nombre: Autista Nivel Uno. Lo mío no tiene que ver con la cognitividad, o sea con la inteligencia, sino con la sociabilidad. Mi diagnóstico es Síndrome de Asperger. Actualmente el DSM 5, que es el libro que engloba todos los niveles que se tenga del neurodesarrollo, incluyó al Síndrome de Asperger como Autismo Nivel Uno o también llamado TEA, Trastorno del Espectro Autista. Significa que necesito menos apoyo que el nivel dos o el nivel tres , no significa que no necesito algún tipo de apoyo, al contrario.
-Básicamente si lo suyo no pasa por lo cognitivo, ¿por dónde pasa?
-Por la sociabilidad. Me cuesta estar por ejemplo en grandes reuniones, las convenciones…
Merep se enteró ya de adulto que tenía esta condición que lo va a acompañar de por vida. Con escuela primaria y secundaria terminada, el desafío fue aún mayor al decidir seguir con los estudios terciarios.
-¿Cómo fue el impacto cuando recibió esta novedad a los 27 años?
-Fue liberador en cierto sentido porque yo veía que no encajaba en el mundo «normal». Por ejemplo de adolescente me costaba mucho ir a los bailes, a los que fui sólo dos veces en mi vida. Me cuesta aún hoy ir.
-¿Y cómo hace cuando hay marchas relacionadas a este ámbito?
-Si hay mucha gente y muchísimo ruido no puedo estar por más que lo regulo con los auriculares. Me siento incómodo porque no entiendo lo que están hablando porque tengo otra particularidad: así haya 30 personas hablando alrededor, escucho todas las voces claras y sé lo que están diciendo. Y no puedo concentrarme en la persona que me quiere hablar y está adelante mío.
-¿Qué le sucede en ese momento?
-En mi mente genero un caos porque estoy escuchando todo alrededor. La gente normal escucha todo pero puede discernir qué oye, hace una «sintonía fina». Por ejemplo mientras estamos hablando acá en el patio yo escucho el colectivo que pasa, la gente en la parada esperando… Mi oído es muy fino.
-¿Hizo o hace terapia?
-Empecé terapia, fui a una psicóloga y una terapeuta porque con mi diagnóstico después de la sorpresa que eso significó en mí, entendí que tenía que ir de por vida. Son terapias sistematizadas que me enseñaron a desenvolverme.
-¿Podemos citar un ejemplo?
-Si. Yo no entiendo los sarcasmos o cuando me hablan y me quieren decir algo no directamente. Una chica me dijo el otro día que tenía una caja de libros para donar muy pesada…Y yo no me di cuenta que me estaba pidiendo ayuda para que vaya a buscarle la caja que ella no podía levantar.
Héctor está casado, no tiene hijos y está convencido que el camino de la inclusión además de ser largo lo obliga a participar, opinar, actuar. Y es por eso que se decidió a postularse con la Agrupación «10 de Diciembre» para ser Presidente del Centro de Estudiantes, donde hizo una campaña dentro del Instituto aclarando siempre su condición.
-¿Qué le deja esta nueva etapa que está transitando?
-Algo positivo. Tengo que recibirme, trabajar de lo que estoy estudiando y dar a la sociedad aportes significativos. Que mi caso sirva para aquellos que pasan por lo mismo. La mirada es desde adentro, porque una cosa es que te la cuenten y otra es vivirlo. Los psicólogos me dicen que lo mío es muy bueno, porque es difícil encontrar a alguien que te la cuente desde adentro ya que no es fácil que la gente se ponga en el lugar del otro.
«Problemas tenemos todos y cuando buscamos superarlos, hay que pensar en el otro teniendo empatía. La diferencia no es mala ni es pecado, es eso: diferencia. Porque todos somos diferentes. Y yo en mi presente soy diferente y también soy feliz», finalizó diciendo Merep a Mi Ciudad en una cálida tarde de primavera.