Su partera fue la recordada Doña Tomasa, encargada de traer al mundo a miles de varelenses. “Nací y me crié en Varela y soy muy localista”, afirma con orgullo.
Docente desde siempre, respetada y querida, Marta es madre de Mariana, Natalia, Mercedes y Ana Clara Toscanini, y tiene 10 nietos. “Una de ellos, es una estrellita que está en el Cielo y nos acompaña”, nos dice, no con dolor, sino sabiendo que su presencia es real.
Se describe como “muy familiera” y ama las pizzas compartidas con hijas y nietos, a los que supo inculcarle los valores y afectos que trae desde sus orígenes.
Asidua lectora de Mi Ciudad, nos revela que la sección que hoy la tiene como entrevistada es su favorita, a la vez que nos manifiesta su asombro por haber sido elegida para esta nota.
-¿Qué recordás de tu infancia?
-Eramos tres hermanos, María Rosa, Jorge y yo, y vivíamos con papá, mamá y una tía, María Bonacalza, que había tenido la desgracia de perder a su hija y su marido. Le decíamos Tía Lolo, y para nosotros era como una abuela que nos mimó y nos crió. Era una persona muy dulce y entrañable.
-¿Con quienes jugabas cuando eras chiquita?
-Con los chicos del barrio. Silvia Pagani, Néstor y Raúl Lambardi, Hugo e Inés Ducó, Roberto y Carlitos Calegari, Jorge Villalba... Vivía en la Avenida San Martín, al lado de donde ahora está el Banco Galicia. Florencio Varela era distinto: estábamos amalgamados por los juegos, las charlas, los carnavales, los bailes del club Varela Junior.
-¿Qué actividad hacías en el club?
-Jugábamos al básquet con Ana Pantolini, Silvia Pagani y un grupo grande, y al tenis, con Marta González y Mechi Ramírez. Había una sola cancha y para jugar, tenías que tener mucha paciencia. También íbamos a la pileta, donde Ricardo Causa era el guardavidas.
-¿De qué trabajaban tu padres?
-Papá había llegado a los 14 años de Italia y empezó trabajando en los Hornos de ladrillos, en el fondo de Varela. Después entró a una fábrica de llantas en Lomas de Zamora, hasta que cerró y se jubiló. Como mi tío Felipe Videberregain era matarife, lo llevó a trabajar al Matadero municipal, donde arreglaba cualquier cosa que se rompía. Era un tano “arreglatutti”. A veces lo venían a buscar a las tres de la mañana porque se había roto una máquina, y él iba. Trabajó hasta los 80 años. Mamá era ama de casa, cocinaba mucho: dulces, salsas, tortas, conservas. Y en casa teníamos una tornería, en la que ayudábamos mamá y los tres hermanos, desde que éramos muy chiquitos… Yo tenía unos 7 u 8 años. Cuando papá volvía del trabajo, seguía en la tornería hasta la noche. Esa tornería todavía está ahí.
-¿Sabés manejar el torno?
-Manejo el torno, la agujereadota y la pulidora. Me encanta.
-Hablanos de la Escuela Primaria y Secundaria...
-La hice en la Escuela 11 y en el Sagrado Corazón. En la 11 mis compañeros fueron Hety Barbalán, Tatín López, Amanda Monroig, Alda Pascuet, Silvia Pagani, Estela Reggiardo, Goyena, Temprano. Tuve como maestros a María Rosa Garlatti, al famoso gordo Traversone, que era un personaje, el único docente varón, a la mamá de Claudio Guardo, a Betty Guarasci… En el Sagrado, tuve como maestras a Helena Pardocampo, Elsa Gentinetta, y profesores como Panchito Iribarren, Heidi Galinovich, Oscar Minaberriegarain… En la secundaria hacíamos kermeses dos veces por año, con juegos de todo tipo, para juntar fondos para el viaje a Bariloche. Un gran trabajo, una competencia en la que poníamos mucha dedicación y amor. Eran dos días inolvidables. Tengo muy lindos recuerdos del Sagrado… y la camiseta muy puesta.
-¿A dónde se hacían los bailes juveniles?
-En el Club Varela y en el Montecarlo. Al Varela Junior vinieron Palito Ortega, el Club del Clan, Sandro, Julio Sosa… Y en Montecarlo, sobre la avenida Vázquez, le alquilábamos el salón a Facturita Vignola y hacíamos los bailes estudiantiles, que duraban desde las nueve de la noche hasta las tres de la mañana.
-Te recibiste de maestra en el Sagrado Corazón…
-Sí., en 1966. El título era de Maestra Normal Nacional .Mis compañeras eran Silvia Pagani, Otilia Pereyra, Aldita Pascuet, María Blanca Lorenzo, Josefina Amondarain, Alicia Pérsico, Amanda Monroig, María Napoleone, Mary Sisti, Rita Fava, entre otras. La primera experiencia como maestra fue corta, en el William Morris. Después hice una suplencia en la Escuela 23 de San Emilio y más tarde pasé a la Escuela 24 de Sourigues. Tomaba el tren de las 6 de la mañana porque no había otro, y cuando llegaba a la Estación tenía que caminar dos leguas por el campo hasta el colegio, en medio de la escarcha, con frío y una total oscuridad. Pero nunca sentí miedo. Cuando llegaba me estaban esperando las porteras con mate cocido y pan casero.
-Ese mate cocido de las escuelas siempre tuvo un aroma especial…
-Sí. No te imaginás lo que era…
-Después volviste a Varela…
-Sí. Estuve en la Escuela 10, con Nelly Borelina, Chacha Terzaghi y la Señora Denza como Directoras que fueron excelentes personas, en la Escuela 20 y en la Escuela 25, donde fui Secretaria y me jubilé. Mi directora era Alicia Pérsico y mi vice directora era Silvia Pagani.
-Otra vez Silvia Pagani… Compañera de juegos, de primaria, de secundaria…
-Sí. Parece que la vida nos fue juntando siempre.
-¿Y en el Sagrado Corazón?
-Tuve como directoras a Chichita Belelli, la hermana Graciela, la hermana Leonora, la hermana Eulalia…Ahora estoy en el área de Lengua y Literatura y en el área de Ciencias Naturales, como profesora, después de haber hecho un perfeccionamiento en la UNQUI.
-Se nota que disfrutás con tu trabajo…
-Me encanta hacer lo que hago. Lo disfruto mucho. Los chicos son diferentes a los de antes pero las problemáticas siempre fueron similares, las que corresponden a los pre adolescentes. Para mí nunca fue una dificultad, y solo tengo buenos recuerdos. Tuve mucha suerte con mis alumnos y sus padres.
-¿Quién fue el “personaje inolvidable” de tu vida?
-Alicia Villar, Heidi Galinovich y Oscar Minaberrigarain. Los tres me marcaron a fuego, los quiero y son personas de las que aprendí mucho y con las que sigo en contacto. Alicia venía de una manera distinta cuando tomaba examen. Sus exámenes siempre eran sorpresa. Pero vos la veías entrar y por como estaba vestida, pintada y peinada, sabías que ese día iba a haber prueba escrita.
-Contanos eso...
-Cuando venía distendida, era para dar la clase. Pero si aparecía con el pelo tirante y un solo rodete atrás…. ¡Examen! Y no fallaba. Decía “¡bancos limpios!”, se sentaba, te dictaba los temas… Y sabía todo: quien se copiaba, quien miraba la hoja del compañero… Oscar Minaberrigarain me dejó grabada esa necesidad de acercarse al alumno a través del texto: por la poesía, por el cuento… Y Heidi… Con ella, la geografía era tan fácil… En cada clase te hacía viajar.
-¿Qué aprendiste de tus padres?
-Todo. Mi viejo me enseñó la responsabilidad, el cumplimiento del horario y la puntualidad. De mi madre, recibí la dulzura y la comunicación, el estar siempre. Murió hace 20 años y todavía me faltan los mates que tomábamos a la tarde. Era un placer tomar mate con mamá, con sus dulces y galletitas caseras. Aprendí mucho de ellos y se lo transmití a mis hijas, que también son así.
-Preguntarte si estás contenta con tu vida parece una obviedad…
-Estoy muy agradecida a la vida. Tengo una gran familia, nos llevamos muy bien con mis hermanos y sus familias. Si a uno le pasa algo, estamos todos, nos movemos en bloque, siempre pendientes de los demás.
-¿Qué le dirías a Dios si lo tuvieras enfrente?
-Que lo amo, igual que a la Virgen. Soy muy creyente y los tengo permanentemente conmigo. Todos los domingos voy a misa con mi hermana, a la Iglesia de Zeballos o a la de San Juan Bautista, y es algo que hago con mucho placer y disfruto enormemente. Para mí, es un encuentro emocionante, y cuando puedo, llevo a alguno de mis nietos.
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