En la apacible jornada del viernes 10 de mayo en la Escuela 8 del barrio El Tropezón, nada hacia suponer a la profesora de arte, Maria Agustina Costa Ari (32) lo que le iba a suceder y que por fortuna no le costó la vida.
«Estaba en la biblioteca de la Escuela -comienza diciendo Agustina a Mi Ciudad- y de repente un pedazo de mampostería me cayó de lleno en la cabeza. Serían las 11 y media de la mañana y por suerte no había ningún alumno conmigo. Yo estaba haciendo unos bocetos porque íbamos a hacer un mural con los nenes, me levanté a dejar un libro y sentí como un carpetazo en la cabeza… No entendía qué me estaba pasando, me fijé y en la cabeza tenía arena, miré el piso y estaba todo blanco hasta que miré al techo y me di cuenta por fin qué era lo que había pasado. En el cielorraso faltaba un pedazo perfecto de techo. Después vino una auxiliar, me asistió ya que no me había desmayado… Se me puso toda la vista negra, empecé con taquicardia y las manos me temblaban sin parar. Me llevaron a la Dirección donde me hicieron los primeros auxilios, estaba la vicedirectora y me derivaron a la ART …Y desde ese día , estoy con médicos, en tratamiento…Día por medio voy al médico laboral y no sé cuando voy a volver a trabajar», se lamenta la profesora.
Luego de las tomografías y los análisis de rigor ya internada, le diagnosticaron Rectificación Cervical y Síndrome vertiginoso, es decir, tiene los músculos del cuello inflamados, náuseas y pierde el equilibrio ya que no puede estar más de 10 minutos de pié que se tiene que sentar y le cuesta mucho trasladarse, además del permanente temblor en manos y piernas.
«Todas las escuelas tienen falencias edilicias, y esta en particular, - explica Agustina- que cumplió 107 años y hace años que está en situación de abandono y encima con un cartel que dice que la están reconstruyendo. Mi dolor es pensar que lo que me pasó a mi le pudo haber pasado a cualquiera, y si le pasa a un nene lo mata. En esta o en otra escuela de Florencio Varela porque están realmente en condiciones deplorables, la que no tiene problemas en los techos, tiene problemas de agua, o en los pisos, las puertas, no hay vidrios o se inunda, o no hay luz…Yo desde ese día obviamente no volví a ir, pero los directivos me dijeron que fueron los del Consejo Escolar a ver y que están trabajando , cambiaron tubos pero algo muy superficial», y termina haciendo un pedido: «Lo único que quiero y que pido es que las escuelas estén como corresponde, no sólo para que nosotros los docentes trabajemos dignamente sino que los chicos tengan una escuela como se merecen. ¿Sabés que es lo peor? Que nadie se hace responsable. Nadie».