Con el “Negro” Juarez en New York

New York nunca fue es la misma después del 11-S. Recorrer los distintos sitios donde se recuerda la jornada más trágica de la historia de los Estados Unidos conmueve. Allí, donde estaban las torres, están ahora dos recipientes gigantes en los que el agua no para de fluír. Alrededor, un impactante silencio recorre la piel de los cientos de personas que se asoman a ese vacío para hacer memoria. Grandes y chicos meditan, igual de conmovidos. Una nena coloca una flor y una gorra en los huecos de las letras que forman uno de los nombres de las víctimas. Hacía más de 15 años que no visitaba “la capital del Mundo”. Y esta vez es diferente. Inevitablemente diferente. Revivir el atentado a las torres gemelas nos hace sentirnos ciudadanos del mundo, ese mundo amenazado por tanto odio, tanta guerra, tanta falta de diálogo.

Pero la vida tiene luces y sombras. Y el mundo sigue adelante. A unas cuantas cuadras del Ground Zero, Time Square parece un hormiguero desordenado, donde miles de personas de toda clase van y vienen a un ritmo frenético. Broadway está a un paso, brindando arte y diversión a millones de turistas cada año. A unas siete cuadras de allí, justo frente al mítico Madison Square Garden, donde pelearon compatriotas como Ringo Bonavena, Carlos Monzón o “Maravilla” Martínez, me reencuentro con un varelense que halló en este país su nuevo destino. El querido “Negro” Walter Juárez llega desde New Jersey, donde vive, listo para el reportaje que acordamos horas antes telefónicamente. Pero antes, cumplo con lo que me solicitó y le entrego una caja de alfajores “Capitán del Espacio” y un ejemplar de la revista “Billiken”, además de la última edición de Mi Ciudad. Un tesoro que agradece emocionado y guarda en su mochila antes de empezar esta conversación.

-¿Cuánto hace que te radicaste en Estados Unidos?
-16 años…

-¿Por qué viniste?
-Yo viajé primero a fines de los 90, porque tenía unos familiares en Miami. Llegué a la casa de mi primo, me quedé un tiempo, recorrí un poco, volví a Argentina, me casé con la que ahora es mi esposa, Verónica Sekulich, vinimos de luna de miel a Nueva York, y después nos establecimos en Miami. Fue todo muy rápido. Yo había conseguido trabajo acá y no quería perderlo.

-¿Hablabas Inglés?
-Lo que uno sabe del colegio cuando uno llega acá no le alcanza… Aprendí todo de cero.

-¿A qué te dedicabas en F. Varela?
-Yo daba clases de paddle en Ibiza y trabajaba con mi papá en una fábrica de lápices. También trabajé en Belgrano, en un negocio de ropa.

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