Pereyra y la corrupción



Nota de tapa » 01/12/2016

Julio Pereyra está atravesando el peor momento de sus más de 20 años como Intendente. La denuncia por enriquecimiento ilícito que le hizo la diputada Elisa Carrió y la celeridad con la que el Juez Armella se está moviendo en la causa, hacen que la situación del funcionario se vea cada día más comprometida.
A tal punto llega su preocupación que el viejo Barón del Conurbano resolvió desplegar todas sus habilidades para tratar de conservar el poco capital político que le queda. El acuerdo que selló con los renovadores locales y derivó en el desplazamiento de Dardo Ottonello de la presidencia del Concejo es la más clara prueba de ello. A la vez, relanzó su tour de fotos junto a representantes de entidades y deportistas locales, haciendo posar insólitamente a su nueva esposa en varias de las imágenes que se reparten a la prensa, buscando limpiar su imagen, bastante devaluada últimamente. El método no es nuevo: ya lo hacía con su primera cónyuge, Beatriz Mohni, y con la segunda, Natalia Salas, a quien inclusive se intentó «posicionar» para una probable candidatura. Ambas están ahora en el ojo de la Justicia por la gran cantidad de bienes que acumulan y cuyo origen deberán explicar. A Mohni no se le conocía trabajo más que el de ama de casa en sus tiempos de primera dama, mientras que Salas fue empleada comunal y luego se recibió de abogada.
Lo que perturba a Pereyra es que la causa tuvo un detalle importantísimo en el mes que culminó: el armado de un «legajo patrimonial», que sólo puede significar una cosa: se está avanzando en el tema del enriquecimiento ilícito. Todos los movimientos económicos de Pereyra y de su círculo íntimo en los últimos años están ahora en observación. Algo que el hombre nunca se había imaginado cuando confiaba en que el reinado de los K iba a ser eterno.

 

«Llenar un papel no es suficiente»

Pereyra siempre quiso mostrarse como un hombre probo y alejado de toda sospecha. Pero cada vez que se enfrentó a un periodista que en lugar de hacerle de claque le hacía preguntas en serio, se enredó en un trabalenguas lingüístico que mostró su poca preparación y su pobre nivel intelectual.
En diciembre de 1994, a pocas semanas de enfrentar a Julio Carpinetti en la interna del Justicialismo, y hablando sobre un proyecto del Concejo Deliberante para que los funcionarios presentaran su declaración de bienes, el Intendente Pereyra declaró a Mi Ciudad: «Cada uno es responsable de su patrimonio. Llenar un papel más o menos no es suficiente. Hay que poder demostrar con la forma de vida, con el accionar diario, poder justificar ante los hijos de uno, ante los vecinos, que no hay un enriquecimiento con la función pública. Aunque algunos funcionarios de distintos partidos puedan llenar bien los papeles, en la práctica no pueden demostrar de dónde vienen sus fondos… Ojalá nunca me ocurra ser mirado como se mira a algunos ex funcionarios o funcionarios del Municipio, es decir, por sus conquistas económicas.
-¿Hizo su declaración jurada?
-Sí. En la Escribanía General de Gobierno. Yo no tengo nada, no estoy bajo sospecha.

En otra entrevista exclusiva, en julio de 1996, cuando apenas estaba tomando estado público el escándalo de «La Voz del Campo», en el que se esclavizó a 200 trabajadores de Florencio Varela desde el aparato estatal, el Intendente nos dijo: «Cualquier denuncia nos hace aparecer como corruptos, pero la gente no vota a los que andan en cosas raras. Por lo menos esa es la imagen que yo quiero dar, que mis hijos puedan seguir estudiando en Varela sin que nadie los señale y les diga «tu padre es esto o lo otro».

 

«Tengo una quinta hipotecada»

En abril de 2010, Pereyra ya casado con la abogada Natalia Salas –quien se recibió tiempo después de la boda-, volvió a hablar para Mi Ciudad y le preguntamos:
-¿Qué bienes tiene?
-Tengo una quinta en F. Varela y que está hipotecada. Y nada más. Ni auto. Mi señora tiene su camioneta y algunos bienes que eran de ella. A nombre de Julio Pereyra no tengo nada… y a nombre de otra persona, pero que sea mío, tampoco. Usted sabe que yo estuve casado en primeras nupcias y todo quedó para mis hijos y mi ex mujer. No tengo nada en Puerto Madero, ni campos, ni nada de lo que se dice por ahí. Es todo un chusmerío barato que hace mucho daño. Si alguien tiene algo para decir que lo haga claramente y listo. Este es un distrito con dirigentes probos que no han hecho nada anormal.

-¿Su único ingreso es el sueldo de intendente?
-No. Yo asesoro a una empresa mexicana.
-¿Desde hace cuánto?
-Desde hace unos meses. Es un ingreso que está blanqueado, que es afuera del país, que no tiene nada que ver con el municipio, y lo que hago es asesorar a esa empresa en sus inversiones en Latinoamérica, nada más.
-¿Se puede saber cuál es la empresa?
-No. No. Es un tema particular mío. Si no, después me va a preguntar cuánto cobro. El ingreso está en una cuenta bancaria, no tengo nada que ocultar.
-Algunos funcionarios de su gabinete hacen mucha ostentación. ¿Cómo lo vé?
-Que la sociedad los juzgue. En la medida en que yo vea que dentro del espacio municipal actúen con honestidad y eficiencia, yo no puedo juzgarlos por cómo se muestran. Si alguien tiene algo para decirme puede hacerlo anónimamente a mi mail, o por sobre cerrado a mi secretaria. De todos modos, yo a mis funcionarios les digo siempre aquello de que «no sólo hay que serlo, sino parecerlo».

 

«Gano 50.000 pesos y no me alcanza»

En Mi Ciudad de abril de 2016, Pereyra le dijo a Mi Ciudad algunas cosas que fueron reproducidas por la prensa oral, escrita y televisiva y por todas las redes sociales del país:
-¿Dónde vive, Intendente?
-Vivo en el barrio Los Ombúes. Yo antes alquilaba un departamento en la calle Contreras, cuando me empecé a separar de mi esposa Natalia. Y ahora alquilo una quinta que tengo intenciones de comprar en algún momento. Estoy haciéndole unas cosas que cuando quiera comprarla me darán una ganancia que haga que el valor se mantenga.
-¿Qué cosas le está haciendo a la casa?
-Hice un cerramiento de aluminio y climaticé la pileta para poder nadar, por mis problemas bronquiales.
-Hace pocos días hubo una polémica nacional por los sueldos de los intendentes. ¿De qué vive usted? ¿Sólo de su sueldo?
-Yo tuve la posibilidad de asesorar en otros países a empresarios e intendentes, lo que me dio recursos, lo que no hago a nivel nacional porque quedaría mal que yo como presidente de la FAM esté cobrando por asesorar. Pero afuera sí. Y ahora estoy tratando de ordenar eso bien, a través de una Fundación, que me pague por los seminarios que hago. Ahora estoy por viajar a Bolivia como co presidente de FLACMA, pero a la vez, una consultora me pidió que vaya a hacer unas charlas. Esas charlas me las tienen que pagar. Y con respecto al sueldo de intendente, que es de 50.000 pesos en total, es muy bajo. No alcanza. Si yo estuviera cobrando 100.000 pesos no tendría que estar haciendo las charlas que estoy haciendo. Pero si el Municipio no mejora eso no puede cambiarse.
-¿Sobre qué temas son las charlas que da afuera?
-Yo no soy abogado ni arquitecto, si bien conozco un poco de cada cosa, pero puedo hablar de municipalismo. Y cuando hablo de esto, y lo hago fuera de mi trabajo, lo cobro.
-Sería una especie de coaching…
-Sí. Preparé en México a dos intendentes, y en Ecuador también.
-¿Todo rentado?
-Por supuesto. No lo voy a hacer gratis, Y ellos me pagaron los pasajes también. En junio tengo que ir a Miami por FLACMA, pero ahí arreglé con una Universidad que otras charlas que di, ahora las voy a cobrar, porque ya no voy como autoridad.

Estas declaraciones fueron el inicio de la debacle política de Pereyra. A ellas le siguieron los lapidarios informes de PPT por Canal 13, y la repetición de su nombre –nunca en forma positiva- en decenas de ciclos televisivos durante las últimas semanas.
Pero las noticias no son buenas. Porque esto recién está empezando.


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