Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
Con el encarcelamiento del General Milani, se cayó la última careta del kirchnerismo.
Quienes movidos por la búsqueda de votos y poder se inventaron una historia y un relato de «defensores de los Derechos Humanos» que mantuvieron durante más de una década, no tuvieron empacho en defender con uñas y dientes a un represor, por el solo hecho de pertenecer a la «tropa propia», aunque sus antecedentes ya se conocían, y pese a que pesaban sobre él contundentes testimonios en La Rioja, donde se lo investigaba por la desaparición del soldado Alberto Ledo y otras personas.
De tal magnitud fue el apoyo a Milani que hasta la inefable Hebe de Bonafini, cuyo auténtico compromiso con la Democracia queda manifiesto en cada una de sus declaraciones públicas, apareció junto a él abrazada en la portada de la revista de las «Madres», demostrando una vez más por si hiciera falta, cuáles son sus verdaderas intenciones, no muy diferentes de las que pretendían imponer a sangre y fuego los guerrilleros de la década del 70 que tanto reivindica.
Claro que no fue fácil llegar a este momento. Al igual que aconteció con otros casos que involucraron a gente del gobierno anterior, donde el cerco de protección se activó llevándose puesto a todo el que osara hacerles frente, el avance judicial sobre Milani sufrió todo tipo de obstáculos. Incluído el nada casual desplazamiento de un fiscal que llevaba adelante una investigación contra él en Tucumán.
El ahora detenido General, todopoderoso Jefe del Ejército de Cristina Kirchner, que se despidió de su cargo manifestando su «desprecio» contra la prensa no oficialista, todavía tendrá que dar explicaciones en otros frentes. Entre ellos, en la causa donde se lo acusa de montar un aparato de espionaje paralelo al servicio de inteligencia estatal, durante el gobierno K. No es una denuncia hecha sin sustento, sino un expediente en el que se describe cómo, para montar esta «agencia» se ampliaron irregularmente partidas presupuestarias y se contrató personal por afuera de la ley, con el objetivo de fisgonear la vida y debilidades de políticos, periodistas y otras figuras de la comunidad. En esa causa Milani comparte el cartel de acusado junto a otros miembros del gabinete cristinista. La reciente difusión de los audios entre Cristina y Zannini ayuda a formarnos una idea de cómo se manejaban estas cosas hasta no hace tanto tiempo.
La detención de Milani derribó otro mito de la «Década Ganada» y el doble discurso de los Kirchner quedó más expuesto que nunca.
Que lo cuenten como quieran. La «abogada existosa» que levanta la bandera de los Derechos Humanos tuvo como Jefe del Ejército a un represor.