Por Carlos Straub
La vida da tantas vueltas… Un día la felicidad todo lo invade, y al otro , la sombra de la incertidumbre, la angustia y la muerte acechante arrasa con todo a su paso llevándose planes, ideas, mañanas, tardes y noches.
Tal vez eso y tantas otras cosas haya pensado Doña Laura Fedele de Arrascaeta (80), cuando por fin un día, supo a ciencia cierta dónde estaba enterrado su hijo, su querido Miguel Angel, quien murió combatiendo en nuestras Islas Malvinas, cuatro días antes de la rendición, en el helado junio de 1982.
En el viaje a su casa en La Capilla, un chaparrón nos sorprende. Pero al llegar no sólo no parece que no hubiese llovido, sino que la calle 1629 de La Capilla no parece ni por asomo Florencio Varela.
Y allí está ella. Siempre sonriente, amable, educada, y nos hace pasar como si nos conociera de toda la vida. La emoción va apoderándose del ambiente porque Doña Laura sabe a qué venimos. Luego de 36 años, los restos de su hijo Miguel Angel fueron identificados por los equipos investigadores del Comité Internacional de la Cruz Roja que empezó en 2013 el Plan para identificar los cuerpos de los soldados que murieron en el territorio insular, para lo cual les tomaron a ella y a su fallecido esposo Vicente, muestras de ADN para cotejar.
-¿Siempre vivieron en esta casa?
-Desde 1977, pero antes vivíamos también en la zona porque mi marido tenía tambos.
¿Cuánto tiempo de casada estuvo con Vicente?
-54 años hasta que murió hace poco…
Y tuvieron dos hijos….
-Si. Vicente y Miguel Angel, que es el que se me fue…
-¿Cómo vivieron todo eso que les marcó la vida para siempre?
-Miguel estaba haciendo la conscripción y le faltaban 20 días para que le den la baja. Antes de Semana Santa él vino acá y estaba muy feliz porque le faltaba poquito… (se emociona)… Pero como vi que no volvía, al otro día del Domingo de Pascuas me fui al Regimiento 7 de La Plata y ahí me enteré que lo habían llevado la noche antes. Ni nos avisaron… Nada de nada.
¿Cómo pasaban esos días?
Mal. Pero recibí una carta que me escribió estando allá. Así que tenía esperanza. Y cuando terminó todo fuimos todos a La Plata, llegaron los compañeros y a mi me tenían de una puerta para la otra, de un lado al otro… Nadie se animaba a decirme que mi hijo estaba muerto. Tardaron una semana en decirnos. Íbamos todos los días, y a mi no me lo dijeron, recién a la tarde de uno de esos días se lo informaron a mi marido y a mi otro hijo que lo acompañaba.
-¿Le dijeron dónde, cómo, cuando…. Algo más que la noticia?
-Sólo que fue el 10 de junio en el Monte Longdon, combatiendo…Tenía apenas 20 años, los había cumplido en las Malvinas el 19 de mayo.
Un silencio invade por un momento la casa. Los pájaros afuera siguen cantando y dos perros con su ladrido anuncian que alguien va pasando. Sin embargo, esas lágrimas tan emotivas se entremezclan con una franca sonrisa, que asoma en el rostro mucho más desde que se enteró que los restos de Miguel Angel, tanto como los de otros 123 combatientes habían sido identificados positivamente. A uno de los soldados también varelense de apellido Robledo, resta aún por identificarlo ya que faltan más elementos de prueba, pero otro joven de apellido Ugualde también fue reconocido, lo que provocó en su familia la lógica misma alegría que en lo de los Arrascaeta.
¿Ustedes tenían la esperanza de que este día iba a llegar?
-Digamos que se encendió esa esperanza cuando en el 2013 llegaron acá, nos sacaron sangre a mi y a mi marido. Pasaron cinco años y un día me trajeron esta carpeta con el resultado.
No imagino qué fue lo primero que se le vino a la mente…
-(Suspira). Por un lado ya sé dónde está exactamente y después sentí un gran alivio, algo muy dentro mío, no sé cómo explicar… Como cuando fui en 1992 a las Islas acompañada de mi otro hijo. Ahí puse flores en una cruz que recién ahora veo y me doy cuenta que era a tres cruces de donde está Miguel… Y ahora cuento los días para volver a ir, porque me dijeron que una vez que todos sepan las identificaciones íbamos a poder volver. Y mi deseo es ese… Llegar a donde él está y saber que va a seguir ahí … Para siempre.
El soldado Miguel Angel Arrascaeta está ubicado en la tumba 10 de la fila 3 del Cementerio de Darwin, en la Isla Soledad, a 88 kilómetros de Puerto Argentino.
Las nubes siguen corriendo hacia el norte. La calma del lugar contagia paz. Y allí se queda ella, charlando un rato con quien siempre la visita, Carlos Orsini ,del Centro de Veteranos de Guerra, entidad que está en tratativas con la Municipalidad de Florencio Varela, para que la calle donde está la casa de la familia, pase a llamarse «Soldado Miguel Angel Arrascaeta», pero que antes le arreglen los pozos que la tornan casi intransitable.
Así y todo, Doña Laura no pierde ese espíritu que la mantiene jovial, activa y fuerte como toda italiana de nacimiento y con un corazón que palpita muy fuerte con el eterno recuerdo de su amado Miguel.