Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
«Si alguien quiere vivir de lo ajeno, que sea con códigos», dijo el matón y ex funcionario público Guillermo Moreno, en su lanzamiento como precandidato a la Presidencia de la Nación. La reveladora confesión llegó en la misma semana que el ex contador de los Kirchner, Víctor Manzanares, contó por televisión la frase con la que el ex secretario de Néstor -el idealista que sentía «éxtasis» cuando abrazaba una caja fuerte-, Daniel Muñoz, justificaba los bolsos llenos de dólares que se llevaban cada semana: «acá nadie roba nada. Es la comisión que se le cobra a la Patria por hacer las cosas bien».
Los dos episodios reflejan lo que fue la Década Robada. La de los 51 muertos de Once, la del Fiscal asesinado a pocas horas de denunciar a la abogada exitosa que nunca trabajó como tal, la del chofer y el empleado de Banco que, por ser «amigos de El» se convirtieron en multimillonarios. La del ex disc jockey que vivía en un médano y se quedó con la máquina de hacer billetes. La época en la que teníamos «menos pobres que en Alemania» y por las dudas, no se los contaba, porque contarlos era «estigmatizarlos». La del filósofo K Ricardo Forster diciendo que la inflación «es producto de la felicidad de la gente, pues en su alegría está dispuesta a pagar más». La de miles de argentinos sin cloacas, asfalto ni agua potable, mientras una horda de privilegiados juntaba millones de dólares que no pueden explicar. La de los escraches a los periodistas y políticos opositores a toda hora y con cualquier método, usando todo el poder del Estado y los fondos públicos, ya sea desde una cadena nacional con la infaltable claque militante o desde ese engendro cuasi fascista que era el programa 6,7,8.
Sólo la incapacidad del «mejor equipo de los últimos 50 años» y la desastrosa política económica del actual Gobierno puede hacer posible un retorno de Cristina a la Presidencia. El crecimiento del índice de pobreza, la imparable inflación, la recesión y el desempleo dejaron al desnudo el peor de los pecados del macrismo: la subestimación de la herencia recibida, a la que le sumaron sus propios errores… y horrores.
El reciente anuncio del paquete de medidas «de alivio» tiene mucho de «populista» y poco de «neoliberal». Y ya se sabe cómo terminó cada intento de «control de precios» en el pasado no tan lejano. Pero Argentina es así, circular, para repetir su ronda de fracasos con los mismos métodos, buscando resultados diferentes.
Hace algunas décadas, un adusto Ministro de Economía nos decía «hay que pasar el invierno». Ahora nos dicen que tenemos que pasar el Otoño. Pero mientras las estaciones pasan, los problemas permanecen.