«¿Que tal , che?». La frase con la que nos recibió, rompió ya de entrada todo el frío que pudiera haberse previsto para la realización de esta nota. Era la primera vez que lo teníamos frente a frente, luego de muchos años en los que por diferentes motivos, estuvimos en desacuerdo con alguna de sus acciones. Sin embargo, no fue difícil conseguir su aceptación para el reportaje y Monseñor Jorge Novak, con 71 años de edad, 45 de sacerdote y ya 23 como Obispo de la Diócesis de Quilmes, recibió a Mi Ciudad en su sencilla oficina dispuesto a contestar todo lo que deseáramos preguntarle, y así lo hicimos. La situación social de «La Voz del Campo», aquel conflicto de la década pasada con el Instituto Santa Lucía, la Teología de la Liberación… Uno a uno, los temas fueron pasando.
-Nos gustaría saber por qué decidió hacerse Sacerdote…
-Yo tenía 11 años y en esa época, para esa edad ya se empezaba a trabajar. El chacarero lo hacía con sus hijos y el hijo de un peón o de un carrero, como era mi caso, se iba al campo como peoncito. La escuela se interrumpía por el tercer o cuarto grado, eran muy pocos los que llegaban a sexto. El hombre y la mujer se hacían antes. Yo nunca dudé de mi vocación, fue una voluntad que se arraigó con el tiempo. Y entré a un Centro Vocacional de mi pueblo, al sur de Carhué.
-¿Cómo siguió su carrera?
-Al año fui a Rafael Calzada, después a Esperanza, Santa Fe, hasta que cumplí los 16. Volví a Calzada, empecé el Noviciado y después estudié Filosofía y Teología. El 10 de enero de 1954 me ordené y en agosto fui a Roma, a cursar en la Universidad Papal, donde me doctoré en Historia de la Iglesia. Volví en 1959 y empecé mi actividad sacerdotal formando nuevos misioneros. También daba clases en distintos establecimientos. En el Centro de Formación Superior de los Verbitas, en Rafael Calzada, en el Instituto de Cultura Religiosa Superior de Buenos Aires, en la Universidad de Teología de la UCA en Devoto y en la Facultad de Historia y Letras de la Universidad del Salvador . Varios años más tarde fui superior del Centro de Formación de los Verbitas en Calzada (N de la R: Más conocido como «Verbo Divino»), y en 1972 fui el Superior Provincial de esta orden. Después el Papa me nombró Obispo.
-Me imagino que se habrá propuesto varias metas cuando llegó a ser Obispo. ¿Cuáles de ellas alcanzó y cuáles faltan cumplir?
-Los obispos tenemos tareas eternas como predicar la palabra de Dios, organizar, guiar y ordenar a los sacerdotes y diáconos, la catequesis, el movimiento bíblico, la celebración de los sacramentos, animar la oración y otras tareas en un área diferente: la de los servicios . La Iglesia se debe a los pobres y a ellos se los ayuda a través de CARITAS. Además, no es lo mismo ser Obispo hoy que en otras épocas. Antes todo el orden constituido estaba configurado por el Evangelio, no digo que era todo ideal, pero el esquema era «cristiano». Después de la Revolución Francesa esa cristiandad se resquebrajó y muchos ámbitos se secularizaron . Este proceso hoy continúa, acentuado por la globalización, los medios de comunicación… Y en la situación concreta, los Obispos tenemos que demostrar presencia y sensibilidad. Y tenemos que buscar y animar el diálogo. Por ejemplo, la Conferencia Episcopal Argentina se ocupa de dar los juicios éticos sobre la situación del país y nos hacemos eco del Magisterio y Ministerio del Papa. Claro que cada uno de nosotros tiene también un compromiso con su zona, y debemos dar una orientación a los fieles de acuerdo a la información que tenemos y que se va elaborando de acuerdo a la labor del Consejo Prebisteral.
-Hubo casos concretos en los que se solicitó su apoyo…
-Si. Uno muy importante fue cuando los familiares de los desaparecidos nos venían a pedir el apoyo moral. Los obreros que eran suspendidos y después quedaban cesantes. También fijamos posición ante la posible guerra con Chile y la Guerra de Malvinas. Nos pronunciamos por la Paz, porque en las guerras no gana el que tiene más razón sino el que tiene más fuerza. Y está también el tema de los asentamientos. En 1981 se ocuparon 100 hectáreas en Quilmes Oeste y me achacaron a mí la organización de ese asentamiento. Y eso era una mentira, pero tampoco podemos ser insensibles ante 700 familias que no tienen una vivienda. Claro que también hubo asentamientos en la democracia, que los políticos utilizaron como campaña para las Elecciones…
-¿Cómo están funcionando las ollas populares?
-En la actualidad se está dando de comer a 5000 personas en la Diócesis. La diferencia es que ahora hay una pequeña ayuda oficial. Antes la autoridad perseguía, hoy tenemos un diálogo colaborador.
.-La Iglesia fijó su posición sobre la Democracia…
-Si. A través de un comunicado llamado «Iglesia y Comunidad» se estableció que la Iglesia se opone a los golpes de estado y no va a bendecir a un presidente que haya arrebatado la banda presidencial. A la legítima autoridad hay que respetarla. Como Iglesia no nos alineamos con ningún partido, pero sí debemos señalarles a nuestros feligreses si alguna plataforma está contra Dios o contra el hombre. Y a través de nuestros cursos de Doctrina Social estamos formando líderes para nuestra comunidad, para levantar la calidad de nuestra democracia, promoviendo indirectamente una «Política» con mayúscula.
-Usted elige la defensa de los más humildes…
-Ya en la antigüedad los Obispos lo hacían. San Juan Crisóstomo alentaba a que no se vistan las paredes con tapices, sino a los pobres, que están desnudos. Las paredes no tienen frío… Y San Ambrosio denunció los crímenes del Emperador Teodosio y le prohibió comulgar por varios meses. Estos ejemplos a mí me han marcado. Es mejor ser pobre, pero libre. Por ello, siempre le pedí a Dios que no me mancharan con sobornos, que nunca me metieran plata en el bolsillo para cerrarme la boca.
-A fines del milenio, ¿nota una crisis de fe?
-La nueva tecnología, la rapidez de las comunicaciones, hacen que las cabezas y los corazones de mucha gente estén ocupados por ciertos mensajes que hay que desarticular para poder hablar de fe y moral. No quiero hablar contra el progreso, porque como dice el refrán, es mejor prender una vela que maldecir la oscuridad, pero hay que saber donde se está parado. Y creo que con un gran trabajo evangelizador, la fe será una realidad en muchas conciencias. La fe es eterna, Jesús es el mismo de siempre y este Milenio también dejará muchas cosas buenas y heroicas, para que el nuevo llegue en paz y con la prevalencia del sentido común, más allá de los que quieren el terror.
-¿Cómo ve a la Teología de la Liberación?
-Bien y hablo de la verdadera, la legítima, la que busca focalizar la visión de Dios en el ser humano de nuestro tiempo. No es una teología atea ni se opone a la fe, al contrario, la incentiva y compromete. Sí creo que han habido extralimitaciones, cuando se aceptaban principios del marxismo o ateísmo, pero esa no es la auténtica Teología de la Liberación. La Iglesia está para los seres humanos , no para los ángeles.
-En su momento Usted firmó una dura declaración sobre «La Voz del Campo» , donde funcionarios de la Municipalidad de Florencio Varela estafaron a 200 desocupados. ¿Qué nos puede agregar sobre el tema?
-Mantengo lo expresado en su momento. Toda injusticia tiene que ser denunciada y es inaceptable que no se pague por el trabajo realizado. Hay un derecho a resarcirse de los perjuicios que es ineludible. Las organizaciones de la Democracia tienen a su cargo la investigación y el veredicto sobre este caso. Son situaciones de injusticia que me hicieron sentir la necesidad de ser solidario con los damnificados y por lo que ví en la tapa de Mi Ciudad, el tema continúa.
-A propósito de esto, el Intendente Pereyra dijo que uno de sus sacerdotes, el Padre Miguel, era el culpable de ese y otros conflictos que tuvo en su gestión…
-El Padre Miguel cumple una tarea que le ha sido encomendada por mí y cuenta con mi aprobación. Es un sacerdote capaz y sensible y hay que valorarlo.
-Pareciera común que a los políticos les causen resquemor ciertas opiniones de la Iglesia…
-Yo respeto a la autoridad legítima, pero más al Evangelio. Y me manejo con libertad. Con los años fuimos sumando experiencia para mantener una línea pastoral correcta, dejando la esperanza como propuesta, siempre que esto se haga sin sangre , y no hablo sólo de la que se derrama en una explosión social sino también de la que se derrama silenciosamente, cuando hay gente que no tiene qué poner en la mesa para sus hijos… Afortunadamente el Papa nombró como mi Co Adjuctor a Monseñor Gerardo Farrell y con él tenemos más fuerza y seguridad para encarar las distintas situaciones.
-Ya pasó mucho tiempo, pero fue un tema que dio mucho que hablar en su momento. En 1983 Usted tuvo un gran foco de conflicto en el Instituto Santa Lucia de Florencio Varela, cuando se intentó reemplazar a su Rector de entonces y la Comunidad del colegio se levantó para impedirlo. ¿Cómo recuerda aquellos días 16 años después?
-Fueron momentos bastante tirantes y de presión, pero las aguas ya se han aquietado. Ahora estamos en perfecta paz interior y el sector de los colegios hoy está a cargo Monseñor Farrell.
-¿Fueron sus días más difíciles como Obispo?
-Fue uno de ellos, pero hubo otros de más resonancia en mi interior, como cuando había que explicar por qué uno participaba en las marchas por los Derechos Humanos, o cuando padecí mi enfermedad y de la noche a la mañana quedé paralítico. Admiré la fidelidad de la gente en esa situación. Nunca volví a ser el de antes en materia de salud, pero agradezco a Dios haberme ayudado a salir adelante. Ahora me quedan cuatro años como Obispo ya que a los 75 tendré que renunciar.
-¿Quién lo va a reemplazar?
-Esta vez no habrá ninguna incógnita: me reemplazará Monseñor Farrell, mi ladero.
-¿Piensa que lo van a recordar bien?
-Eso lo dejo a criterio de Dios y de la gente. Me voy a ir tranquilo, uno estudia para Sacerdote pero no para Obispo… al Obispo se lo improvisa. Creo que lo importante es nunca actuar contra la conciencia . Yo me inspiré en el Concilio Vaticano II, en Medellín, Puebla, que junto con la Biblia, trazaron una línea, una conducta. La misericordia de Dios tendrá que perdonarme muchas faltas, pero siempre actué con una conciencia recta. En lo que me haya equivocado, fue por humano.
-Y después del retiro, ¿qué vendrá?
-Unos años más tranquilos, en una Comunidad Verbita, tratando de ser útil como consejero y de tener más tiempo para la oración.
-Lo último que quisiera preguntarle es ¿por quien reza el Obispo?
-Por el Papa, por mis sacerdotes, por mis diáconos, por los pobres, los enfermos, los que sufren y toda la Diócesis.
Dejamos a Monseñor Novak en su austero despacho de Quilmes con la satisfacción que suele invadirnos a quienes nos dedicamos al oficio de escribir cuando sentimos que una nota salió como queríamos. Detrás, quedaba una hora de charla para intentar ser resumida en estas páginas, con un hombre con aciertos y errores, de notable preparación e intelecto , y con una coherente forma de recorrer cada acción de su vida. Por primera vez, mano a mano, sin condiciones y a corazón abierto. Por el nombre de Dios.
Alejandro César Suárez
(Mi Ciudad , julio de 1999)