Cuando Varela y el país se enfrentaron a otra epidemia



Edición Impresa » 02/01/2021

Aunque el problema empezó a fines de 1955, ante la indiferencia de la dictadura que gobernaba la nación, fue en 1956 cuando la poliomelitis alcanzaría su pico máximo de infectados y muertos en el país.
La epidemia, que hacía estragos en todo el mundo, era conocida como «Enfermedad de Heiden Medin» y afectaba el sistema nervioso dejando graves secuelas motrices o produciendo la muerte. Sus víctimas eran preferentemente los niños de entre cero y quince años.
Las cifras que dejó fueron enormes para la época: Argentina tuvo 6496 casos en ese año, con alrededor de 650 fallecimientos.
Los métodos para combatirla, en nuestro país y en nuestra ciudad, no eran muy ortodoxos, ni efectivos. Incluían el baldeado de veredas con lavandina, el pintado de los troncos de los árboles y los cordones de las aceras con cal, la inexplicable estrategia de envolver a los bebés con mantas apretadas y, muy especialmente, la costumbre de colgarle a los chicos en sus cuellos una bolsita con alcanfor para «espantar» al virus, algo que las abuelas utilizaban para «evitar el catarro y la tos».
La falta de infraestructura local para enfrentar la enfermedad obligó a derivar decenas de casos a los hospitales cercanos. En Florencio Varela funcionaba, con las limitaciones imaginables, el Hospital Municipal, al mando del Dr. César Pereyra. Pero con todos los medios posibles, se le daba batalla al flagelo.
En su portada del 29 de febrero de 1956, Mi Ciudad decía. «La parálisis infantil se combate activa y eficazmente», y debajo «El Pueblo debe colaborar para que la plaga sea destruída. Para ello deben seguirse con fidelidad los consejos sanitarios que se dictan para profilaxis de la enfermedad». En el mismo ejemplar, se enumeran los consejos dados por la Dirección Médica de la «Salita» a la población.

Bajo el título «La Dirección médica del Hospital Municipal advierte a la población sobre la Poliomielitis», se puede leer: «En atención a la existencia en zonas vecinas de brotes de parálisis infantil, la Dirección del Hospital local, advierte a la población varelense de la necesidad de adoptar medidas de prevención, a saber:
Emplear verduras y frutas bien hervidas, hervir la leche y el agua, es decir todo lo que se tome o coma bien hervidos.
Evitar reuniones de niños o la concurrencia de estos a lugares públicos.
Abstenerse la población de concurrir a piletas de natación públicas o privadas.
Evitar fatigamientos, enfriamientos o asolamientos.
Combatir en toda forma la abundancia de moscas o acumulación de insectos, higienizando adecuadamente los ambientes y quemando los residuos que no sean recogidos por carros municipales.
No hacer operaciones de garganta, vacunaciones o extracciones dentarias que no revistan carácter de urgentes.
No utilizar medicamentos sin prescripción médica y en su caso, respetar fielmente las indicaciones médicas recibidas.
Señor vecino:
Cumpla y ayude a cumplir estos consejos de la Dirección del Hospital local. Los mismos se vierten para resguardar a la población de las consecuencias gravísimas derivadas de la parálisis infantil. De la propia acción privada depende el resultado útil de las medidas profilácticas aconsejadas.»

Colecta vecinal

El 16 de marzo, Mi Ciudad decía en su primera plana: «Sugerimos se autorice a vecinos prestigiosos a realizar en nuestra ciudad una colecta «pro pulmotor» para nuestra Sala Hospital». El mismo ejemplar incluye un suelto en el que se destacan las tareas de desinfección que llevaba a cabo la Comuna, al mando del Comisionado Antonio Bengochea.
Curiosamente, ese número de Mi Ciudad contiene una interesante editorial, pidiendo la construcción de un Hospital Regional con 100 camas en nuestra localidad.
El 29 de ese mismo mes, Mi Ciudad anuncia: «en Florencio Varela fueron solamente cuatro los casos de parálisis», e informa: «La Comisión Especial local Pro Ayuda Víctimas de Parálisis Infantil envió fondos al Hospital Muñiz». Presidía dicha comisión la profesora de Inglés Amalia Llames Massini de Pereyra, «Pirula», y la integraban también las maestras Estela Negri y Celia Mandirola, Miguel Harguindeguy, Ricardo Sosa y Pedro Consilvio.
El 11 de abril, el tema seguía en la tapa de Mi Ciudad: «Se recaudaron ya 61.000 pesos para adquirir un pulmotor para la Sala Hospital».
Mi Ciudad del 22 de junio da cuenta del monto final de la cruzada solidaria iniciada por la comisión especialmente formada con motivo de la epidemia: «Se recaudaron 70.505, 55 pesos en la campaña, con lo cual finalizó su acción». La nota agrega que el dinero en efectivo fue depositado en la cuenta del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires y las donaciones en especie se entregaron al Hospital Muñiz, de la ciudad de Buenos Aires.
En el invierno de ese año, llegaría la esperada vacuna, creada por el virólogo polaco Albert Sabin. Miles de chicos de todo el país recibirían las dosis, suministradas oralmente, junto a un terrón de azúcar, lo que convertía al medicamento en más «amistoso». En poco tiempo, Argentina se convertiría en el primer país de América Latina libre de poliomelitis.


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