En la década del 60, y cuando ya había pasado sus 40 años, David «Poroto» Cetra se transformó una de las primeras figuras del deporte varelense. Camionero de profesión, sus carreras oficiales no fueron muchas pero eran seguidas a través de la radio por los amantes del automovilismo de nuestra ciudad. Corría con un auto Ford, una vieja cupé, que había pertenecido a Juan Gálvez, y con la cual el multicampeón argentino encontró la muerte. «Poroto» le había comprado ese auto a la viuda de Juan, y fue reparado en Varela por las manos maestras de los hermanos Lambardi.
En 1964, cuando estaba participando de la prueba de Turismo Carretera «Mar y Sierras», un terrible accidente terminó con su vida y dejó herido a su acompañante, José Bogliolo, quien felizmente pudo recuperarse. Ambas noticias, la del fallecimiento de Cetra y la del estado de salud del recordado mecánico, aparecieron en la portada de Mi Ciudad.
En su edición Nº 284, del 28 de marzo de aquel año, Mi Ciudad dice, bajo el título «David Cetra»: «El 5 del corriente, momentos después que el coche N° 13 detenía fatalmente su marcha exitosa -iba 9° en la ruta y 5° en la clasificación general- la voz emocionada de un comentarista radial, sacudía a la afición deportiva automovilística y hería crudamente a nuestro pueblo con una dolorosa y resistida nueva: David Eduardo Cetra había fallecido.
Desde ese mismo instante la congoja y el dolor ganaría a los suyos y a un pueblo que tenía en David Cetra a su digno representante y al que brindó espontánea y entusiastamente como eco de su pasión, todo su apoyo.
Nuevo en esas lides, David Eduardo Cetra habíase mezclado no obstante ello, entre las figuras más destacadas de esa difícil actividad. Ello no ocurrió por vinculaciones, por casualidad o por el innegable valor material, técnico e histórico de su vehículo sino que fue el producto de su coraje, su cultura deportiva y de su capacidad conductora.
Ya en la prueba anterior había perfilado sus aptitudes no comunes, al clasificarse en el cuarto lugar y obtener así el primer punto para el campeonato nacional de turismo carretera del año en curso. Alcanzó a vislumbrar la meta de sus sueños, augurádale mil veces por sus adictos. Más, pagó inmenso tributo por ello.
Hoy todos lloramos a David Eduardo Cetra.
Su ausencia material es evidente. Los días transcurren pero el estupor que el lamentable desenlace produjo, persiste.
Su figura es añorada, su ubicación en el cariño de este, su pueblo, contrariamente a las vicisitudes de la ruta, no habrá de variar jamás.
El coche N° 13 conducido por David Eduardo Cetra no se detuvo en Balcarce, sigue su marcha en pos de la eternidad por una ruta salpicada de estrellas, que palpitan de dolor al unísono de quienes, en la tierra, recordamos con cariño su persona, tratando vanamente de engañarnos y de convencernos de que todo esto, no es más que un sueño, un penoso y largo sueño imposible de quebrar.»
Firma la sentida nota, el fundador y entonces director de Mi Ciudad, Ramón César Suárez.
También en la portada de esa edición, puede leerse: «El estado del acompañante del malogrado David Cetra: José Bogliolo, que acompañara al infortunado corredor local David E. Cetra en la prueba de «Mar y Sierras» y que sufriera diversas heridas, tras ser trasladado desde el Hospital de Balcarce, se encuentra internado en el Hospital Italiano, de la Capital Federal. Su estado es felizmente favorable y se descuenta su total restablecimiento, deseo éste del vecindario varelense».
Por suerte ese deseo se hizo realidad, y José siguió trabajando durante décadas en Florencio Varela al frente de su tradicional taller de la calle Castelli, que ahora lleva adelante con igual celeridad su hijo Claudio.
«Poroto» Cetra tuvo una breve trayectoria en el mundo del automovilismo profesional. Pero su legado perdura hasta hoy y la llama del amor a los «fierros» sigue viva en los nuevos exponentes de ese deporte.