Por Luján Kunzi
María Laura D’Aloisio es una chef y patissière varelense que, desde muy chica, tiene una gran pasión por la cocina. Como profesional imprime su sello personal en cada trabajo y proyecto que se plantea, llegando a ser reconocida no solo de manera local, sino también nacional e internacional.
Su inicial interacción con la cocina, fue gracias a sus abuelas quienes, con mucho amor y paciencia, le inculcaron los primeros secretos culinarios y encendieron en ella la llama de la gastronomía. «Cocino desde que tengo 7 años, mi mamá solía dejarme en casa de mis abuelas, quienes se convirtieron en dos pilares muy grandes», comentó la chef a Mi Ciudad y agregó: «Por un lado, tenía una abuela italiana y por el otro una abuela francesa, por lo que corría con mucha ventaja, porque ellas me compartían su saber y su amor por la cocina».
María Laura siempre supo que quería dedicarse a esto, por lo que con el correr de los años se fue interiorizando, aún más, en el mundo de la gastronomía. «Luego de recibirme en el Instituto Santa Lucia, decidí estudiar Administración hotelera y gastronómica, porque era la carrera más parecida a la que quería dedicarme porque, en ese entonces, muchos eran cocineros de oficios y no había un lugar en donde me pudiera capacitar», exclamó y añadió: «Luego de recibirme me fui a Europa a perseguir mi sueño, además, dentro de esta profesión fue donde aprendí idiomas como italiano, inglés y francés, algo que me permite estar en cualquier lugar y sentirme cómoda».
A los 17 años, conoció a Dolli Irigoyen en una feria gastronómica. Luego de esperarla por casi siete horas, le solicitó trabajar con ella y así aprender el oficio, Dolli al verla tan decidida no se pudo negar. Tras cuatro años y pese al desacuerdo de sus padres, se graduó en el Ott College en Administración Hotelera y Gastronómica. Se recibió de chef patissière en 1998. Luego, viajó a Europa con el objetivo de quedarse allí por tres meses, periodo que terminó extendiendo a once. Luego trabajó en Francia, en Cordon Bleu, donde se especializó en Pastelería y Chocolates y posteriormente estuvo en Inglaterra, España e Italia, donde siempre supo que por ser mujer no le iba a ser fácil ganarse su lugar.
En 1999 estuvo en el hotel Le Bristol en París, y trabajó en diferentes restaurantes de Roma. Además, asistió a festivales en Chile, México y Ecuador. Diseñó cartas y hasta dirigió su propio bistró llamado Florencio, el mismo nombre de su bisabuelo materno, a su vez, el de su ciudad natal. Cuando Alan Faena fue a comer allí (a los seis meses de su inauguración) le pidió a María Laura que se encargara del room-service de su nuevo hotel en Puerto Madero.
Para ese entonces, y con 22 años, ya había llegado a la televisión y estuvo a cargo de la conducción del programa «La pastelería» en el canal Utilísima, por 12 años. También, es autora de los libros: «Panadería de: Aquí y de allá», «María Laura: Cocina» y «Pastelería en frascos y vasos»,
María Laura busca demostrar sus emociones a través de la cocina, enseñando que se pueden hacer cosas maravillosas con elementos accesibles. «Siempre trato de compartir lo que siento, el lugar de donde vengo, de mostrar quien soy, que nací en Florencio Varela donde tengo a mis amores, mi familia, mis amigos y cómo eso nunca me condicionó», comentó y agregó: «Todo en mi vida lo tuve siempre muy claro, en la cabeza y en el corazón».
En 2018, mientras trabajaba en Europa, la convocaron para participar en la Cumbre Gastronómica Internacional que se llevó a cabo en México, un festival gastronómico que se realiza cada año, en donde participan profesionales y amantes de la comida a nivel internacional, para reconocer no solo sus trayectorias, sino también representar a su país. «Cuando se contactaron conmigo me comentaron que había sido la elegida para representar a la Argentina, habían analizado toda mi carrera y fue para mí una verdadera sorpresa, esto para mi significó un reconocimiento no solo profesional, sino también personal», señaló la chef.
Si bien ella es la única patissière en su familia siempre contó con la enseñanza de sus padres, quienes dedicándose a otros trabajos, le demostraron que haciendo lo que amas y con mucha pasión podes lograr todo lo que te propongas. «Mi papá era transportista de camiones y mi mamá es docente, ellos amaban lo que hacían por lo que de ellos aprendí eso, amar lo que uno hace y la verdad sé que no me equivoqué, porque me fue muy bien y es algo que me acompañó siempre».
Hoy en día la chef trabaja en Hudson Wakeboard Club (HWC) en un bar sobre un parador, el cual cuenta con una gran propuesta gastronómica, la cual es rica y saludable para los visitantes. «Siempre estoy abierta a todo lo que la vida me vaya presentando, más allá de que este último año fue más acotado por esto de la pandemia», dijo y aseguró: «Trato de estar capacitándome en cosas nuevas, para seguir reinventando y adaptándome a las nuevas tendencias a nivel mundial, para dar de comer mejor».
María Laura considera que cocinar es un gran acto de amor, por lo que conlleva no solo la preparación, sino también la persona que se encarga de hacerlo. En sus charlas y presentaciones, aconseja que las personas busquen aquello a lo que de verdad se quieran dedicar, que no se condicionen y que los límites están en la mente. «Dicen que el tren pasa una sola vez en la vida y eso a mí me parece muy triste y me rehúso a pensar así, creo que los trenes pasan muchas veces y van a distintos lugares», comentó y concluyó: «Perseguir tus sueños es cuestión de no limitarse, porque es muy desalentador pensar que las oportunidades son únicas».