BELÉN BARTEL:

“Los payasos seimpre fuimos transgresores”



Espectáculos » 01/05/2021

La profesión desde el humor, la poesía e incluso lo absurdo, es lo que despertó en Belén Bartel, una joven psicopedagoga varelense, su pasión por el clown (payaso). La imagen colorida, contemporánea o clásica, de esta ocupación, se ve influenciada con el objetivo de provocar emociones en el otro, entre ellas por supuesto la risa. «Nuestros payasos vienen de una caricatura de nuestra personalidad real», comentó Belén a Mi Ciudad y agregó: «Tomamos nuestras propias características y las exageramos, las moldeamos, así podemos crear o transformar un hecho llevándolo a lo absurdo».
En esta versión irracional de la «lógica de la no lógica», explicó la clown, es donde lo racional se invierte y las acciones que desarrolla el payaso se ven influenciadas por la participación del público. «En la vida real, si una persona quiere tocar el piano y este se encuentra de un lado de la habitación, y la silla del otro lado, lo lógico de esta escena sería agarrar la silla y llevarla hasta el piano», explicó Belén y añadió: «Aunque, en este caso, el payaso va a hacer todo lo posible para llevar el piano a la silla y así funciona la lógica de la no lógica, es en esa situación donde aparece el humor y eso que nos sorprende».
Belén conoció el mundo del clown hace ya ocho años y casi por casualidad, en su búsqueda, terminó por encontrarse con un taller que pondría su mundo de cabeza. «Buscaba hacer algo artístico, pero como no encontraba un horario que me quedara cómodo me aventuré a tomar ese taller, del cual no conocía nada, ahí me planteé la gran pregunta de cuál era la función de un payaso, porque realmente no lo sabía», explicó.
A lo largo de su formación, fue encontrando y conociendo lo particular de este mundo. Por medio de los talleres comprendió que el clown era una rama más del teatro, sólo que con su lógica y con un código particular, siendo este el punto de partida desde el cual nunca dejó de entrenar y capacitarse.
A diferencia del teatro, en donde uno puede recrear personajes, el clown permite que la persona descubra a su payaso o payasa, siendo un personaje auténtico que puede o no ir cambiando. «En mi caso tengo dos payasas que surgieron en dos momentos diferentes de mi vida, porque estos personajes nacen de lo personal», dijo y agregó: «Durante este proceso de descubrir mi payasa, saber cuál eran sus errores, qué cosa le gustan y qué cosas no, me encontré con emociones o situaciones que lo convierte en un proceso hermoso. El código del clown te permite trabajar con la risa, pero también con el resto de las emociones. El arte tiene un gran poder».
Belén ha sabido mezclar ambas profesiones, lo que le permite explorar y conocer otros públicos, brindándole herramientas que van desde el estado de juego que tiene un payaso para interactuar, permitiéndole salir de una posición más formal. Por otro lado, a finales del año pasado Belén y su pareja, quien también es psicólogo social y clown, crearon la compañía «Circo del Moño», con la cual brinda funciones, shows y hasta animaciones para cumpleaños.

Ella trabaja con dos payasas, por un lado Chispita la cual se aboca a un público más infantil, y por el otro con Dosveinte, quien se enfoca en un público más joven/ adulto. «La diferencia es que Dosveinte tiene otros permisos, donde se puede usar la exageración, las cosas que quizás socialmente no estarían aceptadas porque proviene de un mundo menos real y me da cierta libertad, la cual no tengo con Chispita».
Como payasa Belén se anima a hacer muchas cosas que estando de civil no podría hacer. La exageración del mundo del clown está ahí, donde se rompen ciertas reglas sociales que no están permitidas desde la mirada del otro. Como payasa todo es socialmente incorrecto, puesto que, es un juego que genera emociones y busca que el otro se sienta identificado. «Ahí es donde se rompe lo moral y es lo que me permite llegar a otros lugares, puesto que históricamente los payasos fueron transgresores, se permiten decir cosas que quizás, en otros ámbitos, no se podían y tenían ese poder de ir más allá’’, dijo Belén.
Dentro de este mundo el payaso no deja de ser un actor, aunque a diferencia del teatro, este puede romper la cuarta pared; esto le permite al público comunicarse y hasta interferir en las acciones que el clown va realizando.
Las emociones son las herramientas para provocar una alteración de la realidad, moldearla y plasmarla según la visión compartida del actor al público. Es lo que hace que el payaso sea único y personal, la forma de lograrlo, es como un dibujo, dependiendo de las manos que lo dirijan será la forma de la obra.
»Lo lindo ser clown es que no hay que inventar nada, se trabaja con las emociones de uno y a partir de ahí sale el material para trabajar», dijo Belén y concluyó: «Ser payasa es ser genuina, jugar con las emociones. Cómo clowns somos comunicadores, a través de nuestras intervenciones decimos, damos un mensaje. Amo eso y otra de las cosas que más adoro es no aburrirme nunca, eso me motiva a seguir formándome».


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