Por Alejandro César Suárez | @alecesarsuarez
El 2 de mayo pasado se cumplió un año del fallecimiento de María Rosa Rodríguez, reconocida y querida docente de nuestra ciudad, integrante de una tradicional familia local e hija del ex intendente Félix Evaristo Rodríguez. Para recordarla, nada mejor que reproducir la nota que nuestro Director, Alejando César Suárez, le realizó en febrero de 2005:
Nació el 14 de diciembre de 1931 en la vieja Panadería San Juan, en la esquina de San Juan y Contreras, de Florencio Varela. Presidenta de la Asociación Amigos de la Ancianidad e hija de una verdadera institución varelense, el ex Intendente Félix Evaristo Rodríguez, y de Graciana Bidart, y hermana de Tino, Ernesto, Mito y Eduardo, María Rosa Rodríguez siempre tuvo -y aún conserva- una dulce maestra dentro de su corazón. Quien esto escribe tuvo la suerte de conocerla en el tiempo en el que, desde su lugar de bibliotecaria de la querida Escuela Nro. 1, fomentaba a los alumnos del colegio el amor a la lectura, en una tarea que daría sus frutos y nos marcaría nada menos que nuestro propio destino. Con esta maestra de ayer y de siempre, que dió cátedra en varias escuelas varelenses, dialogó Mi Ciudad en su casona de la calle 25 de Mayo.
-Su padre fue Intendente... ¿cómo podría definirlo?
-Fue Intendente entre los años 1936 y 1940, en la época de los conservadores, y tuvo un gobierno positivo, durante el cual se asfaltaron muchas calles. Como padre tenía un carácter muy especial. Pero nos formó bien. Cuando yo tenía 6 años, fuí a pedirle que me compre una bicicleta y me contestó: «salga de acá que tengo que pagar la harina...» Después compró una bicicleta usada, en la que aprendieron a andar mis hermanos, y también yo.
-¿Su mamá sólo se dedicaba a las tareas hogareñas?
-Mamá era vendedora de pan. Y eso le encantaba. Tenía sus clientes favoritos y separaba el pan tostado para uno, y el más blanco para otro...
-¿Todos colaboraban con la panadería?
-A las 6 de la mañana mi papá despertaba a los cuatro varones para que lo ayudaran. Y salían las «jardineras» a llevar el pan a los domicilios de los clientes.
-Después se mudaron...-
-Sí. Vivimos en la panadería hasta 1947, y después nos mudamos a la Casona de Avenida Sarmiento y las vías. Ahora vivo en esta casa que arreglé y que fue de mi abuelo Don Evaristo, que compraba casas para alquilarlas.
-¿Cómo fue su infancia?
-Muy simple. Yo era muy querendona de mis compañeros de escuela y solía visitar a gente anciana, que me regalaba golosinas. Entre otros, iba a las casas de Don José María López, Doña María Munarri, Doña Rosa López, que me daba té con leche, y a la que yo le llevaba medialunas, Don Pedro Oddo, que me obsequiaba muchos higos, y cuya esposa tejía unos hermosos calcetines.
-¿Recuerda su juguete favorito?
-Jugábamos en la calle, a la rayuela, a las escondidas, la ronda, Martín Pescador, a atrapar bichitos de luz... y jugábamos con muñecas y cocinitas. Una vez mi abuela Matilde me dió el dinero para comprar una muñeca muy especial, que compré en la Tienda Harrods y terminó en poder de una sobrina.
-¿Quiénes eran sus amigos?
-Adelina Torrissi, quien me daba pan con ajo y aceite a cambio de los sandwiches de chocolate que yo le entregaba, Florinda Pazos, Betty Salerno, Horacio Salerno... Cuando Adelina me daba el pan con ajo y aceite, la maestra, que era una dulzura, y que aún vive, Estela Caprani, me mandaba a lavarme las manos al baño...
-¿Cuáles fueron sus estudios?
-Al terminar la primaria en la Escuela 1, empecé en el Normal de Quilmes y abandoné. Mi padre me dijo que era una vergüenza que mis hermanos varones estudiaran y yo no, así que tiempo después, cuando las Hermanas abrieron su colegio, me recibí de maestra, integrando la Primera Promoción. Ese día. cuando mi papá vió mi certificado, fue el mejor de su vida.
-Como maestra pasó por varios colegios...
-Sí. Estuve en la Escuela 5, algunos de cuyos alumnos aún me ven y me abrazan, como Alberto Cravinho, del Mercado ALEN, y muchos japoneses, y también en la 20, en la 2, en la 1, en la 15 y en la 10. De la Escuela 5 volvíamos en sulky, con una yegua que se llamaba Bolita. En la Escuela 10 me jubilé como Secretaria, cuando Nelly Melzi era la Directora.
-¿Cuál fue el mejor momento de su vida?
-Cuando tomé la Primera Comunión, que me dió el Padre Nicasio Durán, y cada vez que uno de mis hermanos se recibía.
-¿Y el peor?
-El más trágico fue el accidente en el que falleció mi hermano Eduardo, y cuando un año después mi madre quedó sin habla y paralítica... Gracias a Dios pude cuidarla hasta el último día, viajar mucho con ella y compartir varias cosas... Pero claro, por eso no acepté casamiento. Tuve que decirle que no a algunas propuestas para no dejar sola a mi madre. Tal vez fue un error, pero no me arrepiento. Ella murió riéndose, como si estuviera viendo a los ángeles que la recibían en el Cielo.
-¿Nos cuenta una anécdota de Tino?
-Que venía cada mediodía a casa «a ver a la mama»... dejaba el auto en marcha, tomaba un vaso de agua, y volvía al Santa Lucía sin comer... Yo lo retaba y me decía que no tenía tiempo... Era muy recto. Y si yo salía con alguien, me controlaba el horario de llegada.
-¿Qué tiene que hacer, todavía?
-Dedicarme mucho al Hogar de Ancianos. Hay muchos ancianos allí a los que los parientes no van a visitar casi nunca... Y yo les miento, les digo que es porque están muy ocupados, con mucho trabajo...
-¿Quién fue su «personaje inolvidable»?
-Mi padre, porque con su empeño, de la nada hizo mucho.
-¿Qué hay después de la muerte?
-Tal vez el reencuentro con los seres queridos.
-¿Qué le diría a Dios cuando esté frente a El?
-Que haga a la gente más buena, y que no haya más pobreza ni chicos que comen tierra.
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