Por Federico Ahrtz.
En el corazón de Florencio Varela, sobre las vías abandonadas del antiguo Ferrocarril Provincial de Buenos Aires, se erige una nueva construcción del gobierno bonaerense.
En el corazón de Florencio Varela, sobre las vías abandonadas del antiguo Ferrocarril Provincial de Buenos Aires, se erige una nueva construcción del gobierno bonaerense. Un edificio que, lejos de simbolizar el progreso, se convierte en un testimonio de la desidia y el retroceso que ha marcado la política ferroviaria en la provincia.
Señor lector, lo invito a realizar una historización muy resumida, dando comienzo al último viaje del Tren Provincial, el 5 de julio de 1977. Desde su inauguración en 1910, este tren fue un pilar fundamental para el desarrollo de diversas localidades, conectando comunidades y facilitando el transporte de miles de bonaerenses. La estación Gobernador Monteverde, inaugurada el 18 de abril de 1926, fue un punto neurálgico de la red ferroviaria. Sin embargo, la política de racionalización de servicios del gobierno militar de la época llevó a su cierre definitivo, argumentando déficits de explotación y baja densidad de tráfico.
Desde el retorno de la democracia en 1983, el Ferrocarril Provincial ha sido víctima de una miopía política que ha impedido su recuperación. En lugar de reactivar el servicio, las vías fueron usurpadas, levantadas o convertidas en terrenos para otros usos. A pesar de algunos intentos de recuperación, como la transferencia de la traza a Ferrobaires en 1993, los proyectos de reactivación nunca prosperaron. La falta de visión de los años 70 se tradujo en una incapacidad del siglo XXI para reconocer el valor estratégico de este sistema ferroviario.
Desde una perspectiva de ingeniería civil, la continuidad del Ferrocarril Provincial habría traído múltiples beneficios para la provincia de Buenos Aires:
Descongestión del tránsito: Un sistema ferroviario eficiente habría reducido la dependencia del transporte automotor, disminuyendo el tráfico y la contaminación.
Desarrollo económico: La conectividad ferroviaria habría impulsado el comercio y la producción regional, facilitando el traslado de bienes y personas.
Sostenibilidad: En un contexto de crisis climática, el tren representa una alternativa más ecológica y eficiente en comparación con el transporte por carretera.
En lo que respecta a nuestro distrito otro medio de transporte, de significativa capacidad, para que un
número representativo de varelenses que viajan a CABA, tuvieran otra opción y más oportunidades laborales.
Décadas después, sobre las mismas vías que alguna vez fueron símbolo de conectividad y crecimiento, se levanta un edificio gubernamental. La paradoja es evidente, lo que alguna vez fue un medio de transporte vital, hoy es un espacio ocupado por una estructura que representa la falta de visión a largo plazo. La estación Monteverde, que alguna vez vibró con el paso del tren y la actividad comercial de su entorno, ahora es un monumento al abandono.
¿Será este edificio un símbolo de recuperación o simplemente otro capítulo en la larga historia de oportunidades perdidas? El tiempo lo dirá. Pero por ahora, la vieja estación Gobernador Monteverde sigue siendo un testigo silencioso de la ironía del desarrollo involutivo que genera la política. Si la sentencia del tiempo es firme, este es el Florencio Varela que nunca veremos…